Capítulo 19.

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Estaba demasiado lejos de las tijeras de cocina.

Busqué la mirada de Ethan, el cual pestañeó repetidas veces por no comprender el por qué su amigo estaba con esa mujer. Daniel era quien vivió de más de cerca ese acoso que sufrió Ethan. Y allí estaba, los dos desnudos, sonriendo ante todas las cosas que habían hecho en la cama. Débora me miró; con esa amplia sonrisa que mostraba sus perfectos dientes blancos. El bote de sirope de chocolate se me resbaló de entre los dedos.

Gruñí, y lo único que conseguí fue que Ethan corriera hasta mi lado.

—Vuelve a la habitación —me pidió.

Forcé una sonrisa para que ninguno de ellos dos escuchara lo que estaba a punto de decirle a Ethan.

—Saca la trampa de ratas. Se no has colado una esta noche —dije, clavándome las uñas en la palma de la mano. —Dime que estoy en una de mis pesadillas. Que he dejado de ser la princesa más guapa del mundo y que la bruja ha vuelto para hacerme la vida imposible.

—Tú no sueñas con princesas, enana —Ethan cada vez me alejaba de la cocina. —Vamos a la habitación.

Quería quedarme allí y escuchar una explicación.

Débora habló de repente:

— ¿Todo bien, cariño?

¿A quién llamaba cariño?

El ligue que consiguió, nuestro Daniel, ladeó la cabeza hasta mirarla a ella. Al parecer nuestro cocinillas quería dejarla un tiempo más escondida en su habitación, dejando claro que solo era... ¿sexo?

—Verás...

—Tú y yo tenemos que hablar —ese era el Ethan de siempre. Clavó sus claros ojos en su amigo, amenazándolo ante la estupidez que cometió.

—Os dejo a solas —apretó los brazos bajo el pecho. —Iré a fumar un cigarill...

No acabó.

— ¡Aquí no se fuma! —Me sobresalté ante el grito que soltó.

Ethan estaba de los nervios, y lo entendía perfectamente. Durante tiempo había dejado a esa mujer lejos de su lado. Y en unas horas, ese tiempo en el que Daniel bajó la guardia, se coló en su apartamento; desnuda y con ganas de guerra.

—Cierto, cariño —movió sus labios (como lanzándole un beso). —A veces odio tus manías al tabaco.

« ¡Se acabó mi tranquilidad!»

¿Qué diablos sabía ella?

Sí, Ethan no toleraba el olor a tabaco...

Tragué saliva.

Débora salió del comedor entre risas. Arrastrando la enorme sabana que la cubría. Dio un portazo al esconderse en la habitación de su amante, y nos dejó allí, anonadados.

— ¿Te has vuelto loco? ¡Es Débora! Esa mujer solo quiere entrometerse en nuestras vidas. ¿Por qué la has traído aquí?

Dan se sentó en el taburete, cruzando una de sus piernas para que no viéramos lo que le colgaba de ahí. Se rascó el cabello, y evitó mirar a Ethan en todo momento. Se había metido en un lío muy grande...y ni siquiera había explicación alguna.

¿Desesperación?

¿Confusión sexual?

¿Borracho?

¿Drogado?

Que más daba.

Quería coger una sartén y darle con ella hasta que despertara y se diera cuenta que lo que hizo fue firmar su sentencia de muerte.

—Hablaré contigo —de repente me miró—pero a solas.

Estiré el brazo y le enseñé el dedo corazón.

Encima...

Y allí los dejé, solos.

Las doce de la noche y no podía dormir. ¿Débora en casa? Realmente era un empujón para que volviera a irme con mi padre.

Pensando en esa mujer, me acordé de alguien. Byron. Él merecía saber la verdad. Esa loca era capaz de engañar a su hijo, lo único bondadoso que podía tener.

»Freya: Tenemos que hablar.

Esperé unos minutos.

»Byron: Es tarde, Freya. Mañana te llamaré.

»Freya: Tu madre... ¡Conozco a su amante!

Él me ayudó mucho cuando descubrí que mi padre se veía con otra mujer. Encima los dos pasábamos por lo mismo. Nuestros padres habían llegado a una etapa de su vida donde creían que lo mejor era verse con "jovencitos".

»Byron: ¿Quién es?

Sacudí la cabeza.

No podía decírselo por mensaje.

»Freya: Te veré mañana antes de entrar en clase. ¿Recuerdas el callejón donde creímos que estaría Marjorie? Allí estaré. ¡Buenas noches!

«No sabes con quien te estás metiendo, Débora» —Sonreí.


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¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora