—Dame unos segundos para asimilar el comentario que acabas de hacer, Freya —se levantó elegantemente de la cama. Alborotó su cabello, y quedó cruzados de brazos delante del pequeño armario que tenía cerca de la cama. Casi sin creerlo, repitió una y otra vez la palabra "stripper". — ¿Es una de tus bromas, verdad?
Daniel ni siquiera se dignó en mirarme, así que no sirvió de mucho que negara con la cabeza. Me mal interpretó por completo. Que quisiera vivir la experiencia de Ethan, no significaba que quisiera vivir de ello o dedicarme algún día a bailar sobre una tarima y ser observada por un público baboso que intentarían tocarme. Además, mi cuerpo no era del todo perfecto. Mis pechos eran pequeños; tenía una altura normal; era demasiado delgada...así que mis curvas no eran tan escandalosas y sexys. ¡Era normal! Y lo tenía más que superado. Enamoré a Ethan...así que algo sexy había en mí.
Sonreí ante la imagen de bailar delante de mi chico. Fresca de ropa, pero con un intento de ser sensual.
Pero ante todos esos estúpidos pensamientos que estaba teniendo, Ethan sufría por querer desear mucho más. Él dejó la universidad para ayudar a su madre; pagar el apartamento. Y si eso era poco...encima cuidaba de mí.
—Enséñame a bailar —fui clara.
Dan se carcajeó, se inclinó hacia delante. Del armario (la parte donde guardaba todos esos disfraces que utilizaba en Poom's) sacó una bonita diadema. Al principio no sabía que iba a hacer con ella, hasta que la presionó sobre mi cabello.
Sus dedos juguetearon con las orejitas de conejo.
—Ahí tienes mi respuesta.
Entonces claramente había aceptado.
— ¿Si? —Pregunté entusiasmada.
— ¡No! —Y se carcajeó de mí. —Te dejo estas preciosas orejas de conejita para que juegues a ser stripper. —Vio tristeza en mí. —Freya, lo hago por tu bien. Esto no es un juego. Entiéndelo.
—Pero...
Sacudió la cabeza, y con una amplia sonrisa salió de su propia habitación. Y allí me quedé yo...sentada, mirando el regalo que me había hecho. Ni si quisiera podía ser sexy con eso (porque daba la impresión de que habían mutilado un precioso peluche para hacer una diadema con orejas de conejo).
La puerta de la habitación se abrió de nuevo. Di un brinco sobre la cama y escondí el regalo. Era Ethan, el mismo que llegó a casa sin sonreír, y que lució una amplia sonrisa al verme a mí.
— ¿Has acabado el trabajo para clase?
—No.
Tantas horas con Troy y no habíamos avanzado.
¡Suspenso!
—Lo sabía —rió, y fue dulce escucharlo. —Mira esto.
Cogí el dosier blanco que me tendió.
Para mi sorpresa, se trataba de los ejercicios que la profesora de química nos había mandado a Troy y a mí. Estaban hechos, con una preciosa caligrafía que reconocí.
Ethan me había hecho los deberes.
— ¿Cómo...
Me acercó un poco más a él. Atrapó uno de esos mechones rebeldes que me caían sobre la mejilla, y lo dejó detrás del oído. Sus dedos acariciaron lentamente mis pómulos y me hizo reír.
—Te conozco, Freya —dijo, y me besó. —Lo has dejado todo a última hora. No solo tú eres la culpable. Toy no debería de ser tu compañero.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...