Capítulo 10.

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» Mantuve la mirada a esos dos amantes que jugaron a verse a escondidas de los demás (aunque en realidad, la única que no se dio cuenta, terminé siendo yo). Mire por encima del hombro. Ethan retrocedió unos pasos, encogiéndose de hombros y tocándose el puente de la nariz como cuando estaba preocupado.

Effie, con esa amplia sonrisa que siempre lucía al verme, estiró el brazo para saludarme. Gruñí; esa chica era capaz de fingir ser mi amiga cuando a las espaldas estaba con mi padre.

— ¡Zorraaaaa! —Grité, sin importarme que mi padre estuviera delante.

—Freya, tienes que escucharme —dijo, atrapando uno de los rizos rosados que le caían sobre el hombro. Apartó cariñosamente al hombre de su lado, e intentó coger mi mano. —Por favor...

No podía seguir por ese camino, no cuando mis pequeños dientes estaban dispuestos a atacar como un animal salvaje.

La paré a tiempo.

— ¿Qué clase de amiga eres? —Ella nunca fue mi amiga (no la vi da esa forma). — ¿Es tu forma de vengarte?

— ¿Vengarme?

Effie parecía confusa.

Solté un grito de guerra, y corrí velozmente hasta tirarme sobre ella. Un par de centímetros más alta que yo (gracias a sus zapatos de tacón) y no fue un impedimento para derrumbarla contra el suelo.

Ethan y papá intentaron levantarme de la rubia que gritaba desesperadamente. Mis dedos quedaron cubiertos de sangre, y alcé una vez más los brazos a la vez que cantaba una canción de victoria.

Entre las palmas de mis manos, sus enormes pechos de plástico adornaron mi pálida piel.

Adiós, tetas de silicona.

Hola, maldita perra.

—Muahahahha —me reí exageradamente, tirando esa asquerosidad que arranqué de un cuerpo plastificado de Barbie. «

—Freya —escuché. —Cariño, ¿estás bien?

Sacudí la cabeza, dándome cuenta que había soñado algo que deseaba con todas mis fuerzas. Mi padre alzó mi rostro; parecía preocupado; asustado.

Di unos pasos hacia atrás, y me acomodé en el duro y confortable pecho de Ethan. Él acunó mis mejillas, acariciándolas para que dejara de temblar.

Estaba furiosa con todos ellos, pero él impidió que mis piernas me jugaran una mala pasada.

—N-no...

Era imposible.

¿Ellos dos juntos?

La cabeza se movió de un lado a otro, negándome rotundamente que una chica de veinticuatro años estuviera con un hombre que dejó los cuarenta hace mucho.

Y luego estaba mi madre; ella seguía sintiendo algo por él....y todo fue para nada.

Tampoco era el momento de gritar y tirarme al suelo mientras que me tiraba del cabello. Tenía que empezar a comportarme como una adulta (o al menos intentarlo). Clavé mi mirada en la de mi padre, y decepcionada hablé.

—Seré breve, papá —pasé por su lado, y Effie se apartó de inmediato. —Si escogí vivir contigo, fue por pensar que tú me necesitabas más que mamá —ellos seguían juntos, delante de mis ojos. —Me equivoqué. Cometí un gran error.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora