Empezó a incomodarme la mirada de Ethan; primero miraba a Daniel, y luego enarcaba una ceja cuando su profunda mirada se posaba en la mía. E hizo lo imaginable; estalló en risas. Delante de nosotros, de dos personas que se acababan de besar. Se llevó la mano a su desnudo torso, y cerró los ojos por la fuerte risa que estaba sufriendo.
Mi cabeza se bajó, concentrándome en las manos, y luego miré de reojo a Daniel. Él estaba como yo; en shock. No entendía nada, y mucho menos esa actitud viniendo de alguien que se suponía que tenía que estar celoso.
Todo salió mal.
Como de costumbre.
— ¿Puedo saber que estáis haciendo? —Preguntó, algo más calmado. —Es lógico que el ridículo. ¡Ja! ¿A quién queréis engañar?
—Pero...
No me dejó acabar.
—Que es gay —susurró en mi oído.
El pobre chico estaba siendo etiquetado como homosexual.
— ¡Que no lo soy! —Daniel pasó el brazo por encima de mis hombros, arrimándome a su desnuda piel. — ¿Cómo te quedas? Te acabo de levantar a una de tus novias.
Había dicho... ¿novias?
Lo apartó bruscamente de mi lado, dejándolo a un par de metros de nosotros.
—Tú y yo —apretó el dedo en mi frente— tenemos que hablar.
—Estoy con Ginger.
—Él la llevará a casa —Ethan miró a Daniel.
Y sin respuesta alguna, nos sacó de Poom's. Observé como se cambió por el camino, e incluso esa sonrisa que marcaba de vencedor.
Con él era tan difícil, que siempre ganaba en todo.
Me quedé de brazos cruzados esperando a que buscara las llaves de su apartamento. La verdad, tenía que aprender a no acceder a sus invitaciones o sino acabaría mal. Miré mis zapatos, y un portazo me sobresaltó, casi consiguiendo que apartara la espalda de la pared.
Vi a Ethan algo nervioso, aferrándose al pomo de la puerta. Caminé hasta él, con el ceño fruncido esperando saber que estaba pasando ahí dentro.
— ¿Pasa algo?
Él sacudió la cabeza.
—Mejor hablemos en la azotea.
— ¿Qué tiene de malo tu apartamento? Te recuerdo que eres tú quien ha insistido en hablar conmigo. Yo puedo sobrevivir sin ti —agité la mano—una larga temporada.
Pero la curiosidad podía conmigo. Necesitaba saber que estaba pasando dentro de su apartamento.
Sí, Daniel era su nuevo compañero de piso. Y sí, todo el mundo tenía su intimidad. La cosa era, ¿qué estaba escondiendo?
—Freya —cogió mi mano—, confía en mí.
Tiró de mi cuerpo, pasando por la puerta de mi vivienda, y buscando la escalera antes de coger el ascensor. El mismo sonido se repitió a nuestras espaldas, pero en esa ocasión si que consiguió salir.
Me solté de su agarre, evitando que me mantuviera junto a él con más fuerza. Asomé la cabeza, quedándome parada al verla a ella allí.
Ahora entendía lo que dijo Daniel.
Novias.
— ¿Freya? —Era extraño no verla gritar. — ¡Oh, dios mío! ¡Freeeeeeya!
Era su forma de vivir la vida.
Gritar con una enorme sonrisa, mientras que un aire algo misterioso acariciaba su melena rubia.
En un cerrar de ojos, los brazos de ella envolvieron mi cuello, dándome la bienvenida de una forma asfixiante.
—No es lo que parece —dijo Ethan.
Lo odiaba.
—Hola, Effie —podía matarlos a los dos en ese momento, pero en el bolso solo llevaba un pintalabios derretido. —Yo también me alegro de verte.
« ¡NOOOOOOOOOOO!»
—Te he echado mucho de menos —movió nuestros cuerpos, casi bailando con la melodía que sonaba en su cabeza. Effie me metió en el top 10 de sus mejores amigas. —Ya que has vuelto, ¡podemos ir de compras juntas!
¿Estaba bromeando, cierto?
Con cuidado, aparté sus brazos de mí. Apreté los labios enfurecida, y le saqué el dedo corazón a Ethan antes de sacar las llaves.
En esos cincos meses se refugió en las piernas de Effie. Y ella estaba tan feliz, incluso sabiendo que nosotros también habíamos tenido algo.
—No es lo que parece —repitió una vez más.
No le di un manotazo, porque no me veía con las fuerzas suficientes.
—Quiero que sepas que he aprendido muchas cosas. Taylor Swift me ha enseñado que cada vez que uno de tus ex novios te haga daño, le escribas una canción con indirectas muy directas para intentar que se arrepienta —un momento, yo no sabía componer. — ¡Bueno! La cuestión es, Ethan Evans, que te voy hacer la vida imposible —abrí la puerta, pero seguí hablándole. —Por cierto, ya no estás tan bueno como antes. ¡Has echado culo!
Cerré la puerta con la última estupidez que diría.
Caí al suelo, llevándome las manos al rostro.
¿Cómo podía ser tan imbécil? ¿Por qué pensé que él me había echado de menos?
—Cariño —miré a mi padre. Un gran error; ya que sostenía un sujetador entre sus dedos. —N-no te esperaba tan pronto.
« ¡Joder!»
¿Estaba con mi madre?
— ¡Ya me iba! Solo he venido a buscar ...—pensé lo primero que me vino a la cabeza—condones—no debí decir eso. Pero lo primero en lo que pensé fue en sexo. —T-t-te veo m-m-mañana.
Salí de casa dando otro portazo.
Por suerte Ethan y Effie desaparecieron del pasillo. El problema es que no tenía donde pasar la noche.
Con el teléfono en la mano, marqué el único número que atendería mi llamada a las tres de la madrugada.
— ¿Puedo quedarme contigo?
Rió con mi pregunta.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...