Capítulo 28.

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— ¿Sirve de algo que pregunte qué está pasando aquí? —En su pregunta notamos su mal humor.

Mis ojos siguieron observando los de Byron, mientras que él seguía buscando apoyo en mi cojín. Ethan tocó mi hombro e inmediatamente me aparté de su lado. Noté como le costaba respirar, como aguantaba las ganas de gritar sin importarle el resto de vecinos que teníamos.

 Antes de que Byron se excusara (el cual quería salir corriendo), empujé su cuerpo hasta dejarlo una vez más en la cama.

— ¿Ya te has cansado de besar a la otra? ¿O es ella quien ha pasado de tu culo de bailarín?

—Freya —levantó el tono de voz. Me estaba advirtiendo de que no hablara de su vida, cuando Byron lo sabía todo. —Ven conmigo, tenemos que hablar a solas.

— ¡No!

Solo miré un momento por encima de mi hombro. Luego me mantuve quieta, con los brazos cruzados.

—Chicos...—dijo el otro— ¿pelea de enamorados?

¿Cómo podía bromear Byron en ese momento?

— ¡No somos novios! —gritamos los dos.

Ethan me obligó a mirarlo, girando lentamente mi cuerpo y con cuidado de que reaccionara mal. Se tocó el puente de la nariz, y bajó la cabeza para estar un poco más a mi altura. Odiaba que fuera más alto que yo, me sentía pequeña a su lado.

—Lo que has visto —tragó saliva—. Salgamos de aquí y vayamos a otro lado.

Reí.

— ¿Sabes por qué no podemos ser novios tú y yo? —y me daba igual mencionar aquel tema delante de un ex. —Porque siempre habrá otra. Yo lo he sido.

—Tú nunca serás la otra.

— ¿Y Effie que era? ¿¡Qué era!?

Relajó sus alzados hombros.

Nos habíamos olvidado de Byron.

—Eso es muy diferente, y lo sabes. Por favor, Freya, déjame explicarte lo que has visto a solas —señaló la puerta invitando al chico que se refugiaba con un cojín a salir de la habitación. — ¡Que te marches!

El chico tímido rebotó en la cama. Hubiera salido corriendo, pero no le dejé.

—Él se queda aquí.

Ethan enarcó una ceja.

—Y-yo no tengo ningún problema en irme...

Sonó de lejos.

—A mí me culpas de besar a una mujer...pero tú estabas aquí a solas con este —lo señaló. — ¿Qué hacíais?

— ¿Desde cuándo te importa lo que hago?

Provoqué un poco más.

Ni siquiera sabía a qué estábamos jugando.

Salvo que realmente me había destrozado el corazón con la imagen que se grabó en mi cabeza.

Sí, era cierto que coquetear con las clientas era parte de su trabajo. Pero eso no significaba que yo lo soportaría, y por ello él se lo ocultaba a sus parejas.

Porque los celos siempre estarían de por medio.

—Me importa y lo sabes. Voy a decirte la última cosa antes de salir por esa puerta —dejó un beso en mi mejilla—: Te voy a tratar como una mujer adulta...así que si quieres hablar conmigo antes de discutir como una mocosa, vente.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora