Capítulo 26.

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Entré con timidez al apartamento de Ethan. Mis pasos avanzaron por el comedor, y el sonido de la puerta de la entrada cerrándose sobresaltó todo mi cuerpo. Por suerte no grité. Me limité a mirar por encima del hombro esperando encontrar a mi vecino con la luz apagada.

La única claridad que podía ver, era la débil luz que salía de su habitación. Lentamente seguí avanzando, susurrando su nombre por si no estaba allí y se encontrara en otro rincón de la casa. Pero su risa fue mi respuesta.

Lo vi sentado en la cama, con un par de velas encendidas en las mesitas de noche que había. Cogí su mano cuando me la tendió, y con un rubor en las mejillas me dejé caer a su lado.

Mi cuerpo lentamente se acostumbró a la tranquilidad; mis ojos se quedaron fijos en los azulados ojos de él; mis labios por una extraña razón que ya conocía, deseaban estar de nuevo sobre los de Ethan.

Latía tan fuerte mi corazón, que estaba segura que si él terminaba susurrándome algo, no llegaría a entenderle.

—Túmbate —rompió el silencio.

Antes de hacerlo tragué saliva.

Volví a estar nerviosa.

Estiré mi cuerpo sobre su cama, y mi cabeza descansó en su regazo, sintiendo sus ojos recorriendo todo mi cuerpo, pasando por mis labios, y deteniéndose en mi propia y confusa mirada.

— ¿Esto no será fácil, verdad?

Él era el único que me comprendía.

Jugueteó con mi cabello. Apartándome cada mechón que se quedaba pegado en mis mejillas. Podía sentir sus dedos recorriendo mis brazos, acariciándome lentamente; aquella era la mayor tortura.

Cerré los ojos cuando escuché su voz.

—Hemos dado el gran paso, Freya. El problema es que podemos herir a terceras personas —por primera vez noté el miedo, la angustia en el tono de su voz. —Byron es un buen chico —rió, pero estaba siendo sincero—. ¿Sabes que me dijo en el hospital? Que antes de confesarte lo que podía sentir por ti, que me alejara solo un par de días para dejarte a su lado —no apartó la mirada en ningún momento—, y estoy seguro que él ha sido quien te ha dicho que tienes que dar el paso.

Byron me había dicho que Ethan tenía que hablar conmigo.

—Sí —confesé—, por eso te dije...Bueno —intenté levantarme, me sentía incomoda tumbada y él sentado con mi cabeza en sus piernas. Y no me dejó. Con una sonrisa apretó su dedo pulgar sobre mis labios. —Me estaba volviendo loca. Al principio no sabía porque te detestaba y a la vez quería verte cada día.

No soltó uno de sus chistes.

—Conozco esa sensación de vacío cuando no te veo. Intenté decirme una y otra vez que solo te quería a mi lado para protegerte, como si de alguna forma le estuviera devolviendo el favor a tu padre. Luego lo vi una estupidez —una de las velas del fondo se apagó—, porque llegué al límite de desear tus labios... —escuché su risa—, y eso no es de buen hermano. ¡Joder! Yo no soy tu hermano. Yo te deseo. ¿Qué si está bien? —se preguntó el mismo—No lo sé. Pero tengo miedo de hacer daño a ...

Terminé por él lo que le costaba decir.

—Effie.

Asintió con la cabeza.

—Tú mejor que nadie sabes que lo nuestro no es amor. Ni siquiera estoy enamorado de ella. Era la chica perfecta que tenía en la cama cada vez que quería echar un polvo —lo último lo dijo en voz baja. Temiendo a mi reacción sonrió. —Pero con el tiempo coges cariño a las personas. Y yo temo romperle el corazón y pensar que es ella la única que se ha tomado en serio esta relación.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora