¿Por qué contra más sexys eran los chicos, conseguían ser más estúpidos?
Su oscuro cabello cayó con gracia hasta la azulada mirada que estaba fija en la mía. Parpadeé sin comprender lo que me estaba sucediendo. ¿Acaso había caído ante el encanto de Ethan? No podía ser como los demás, y mucho menos como mi padre, que lo idolatraba por cuatro tontos favores que le hizo.
Mi propia mano se alargó, y lo agradecí, ya que me quedé mirando esos enormes ojos que bloquearon ciertas partes de mi cuerpo. Necesitaba ladear la cabeza para romper el contacto visual, pero no lo conseguí.
Grité con todas las fuerzas que me quedaban, y todo fue mentalmente.
Toqué algo, y sonreí delante de él, así que pensó que estaba encantada de tenerlo tan cerca. Los dedos de la mano izquierda despertaron, dejándome un extraño hormigueo que erizó el vello de mi cuerpo.
— Apártate de mi lado...—amenacé con claridad.
Él solo siguió avanzando en un camino que empezó a arder.
— ¿Por qué estás tan nerviosa, Freya? —preguntó con esa sonrisa que destacaba por encima de las demás. —No tienes que preocuparte por nada. Tú me haces un favor, y yo otro.
La enorme mano de Ethan presionó un poco más con fuerza sobre mi vientre, y entonces mi cuerpo se sacudió de una forma que llegó a preocuparme. Mis ojos se abrieron exageradamente, y di un salto ante la caricia de sus dedos en mi piel.
No era débil, él lo sabía, estaba conociéndome. Lentamente, pero ambos sabíamos cómo acabaría todo; en odio.
— He dicho —lo apunté con la arma que utilizaría para defenderme—, que te apartes de mi lado. No eres sordo, Ethan, así que hazlo.
Puso su mano alrededor de la mía.
— ¿Vas a atacarme?
Solo asentí con la cabeza.
Parecía que en cualquier momento me fallarían las fuerzas, pero no, lo hice. Cerré mis ojos como si de alguna forma la suyos me debilitaran y lo apunté una vez más sin hacerle caso al fuerte suspiró que soltó de aquellos carnosos y rosados labios.
El pulso por unos segundos me tembló, y cuando la claridad del día abrió mis parpados, me vi con las pequeñas tijeras señalando su entrepierna.
Ethan tenía que estar asustado, y no lo estaba. Su risa resonó en mis oídos, helando mi sangre y volviendo a ponerme nerviosa.
— Te la cortaré como no te alejes de mí.
— ¿Vas a cortarme eso? —él mismo tampoco lo dijo. Solo le echó el ojo a los estrechos pantalones que llevaba. — ¿Estás segura?
Dije que sí.
— No volverás a tener sexo con tu novia si vuelves a tocarme.
— ¿Vuelves a pensar en mí desnudo? —La locura de mi vecino volvió. — ¿Imaginas situaciones ardientes para que tu cuerpo queme?
— ¡Cállate! —grité.
— Eres tú quien ha hablado de sexo. Y además piensas en tocarme —bajó su mirada, lentamente, sin prisa. — Vamos, Freya, hazlo.
Apretó su mano alrededor de mi muñeca, intentando controlar cualquier movimiento que le hiriera. Sentí como sus cálidos dedos me acariciaban, y debería estar temblando. Pero la única que temblaba era yo.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...