Ethan se mantuvo quieto en el umbral de la puerta esperando a que saliera junto a él. Sus claros ojos no dejaban de concentrarse en la puerta de su apartamento, así que entendí que no estaríamos solos. Effie llegaría en cualquier momento. Aunque en realidad, ella no abandonó el hogar de él. Estuvo toda el día al lado de su novio.
¿Qué se pensaba? ¿Qué Freya era tan estúpida como para caer en su encanto?
Las dulces palabras solo ablandaron mi corazón unos instantes, y luego, luego fui yo. Con el teléfono en la mano, tecleé el número de Byron. Ethan se apartó de la puerta cuando se dio cuenta que estaba hablando con mi novio. Con grandes pasos, quedó delante de mí con el ceño fruncido, demasiado alterado para una simple conversación.
—Byron —sonreí dulcemente, con la esperanza de saber que él me estaba imaginando de esa forma (aferrada al móvil y sonriendo para un chico encantador. — ¿Te gustaría venir...
Lo último que escuché fue su risa nerviosa, ya que el grandullón que tenía delante me arrebató el teléfono y colgó la llamada. Mis labios se apretaron, con la intención de callarme y no decirle algo grosero.
¿Pero por qué callar si yo era así de naturaleza?
— ¿¡Qué haces, imbécil!?
Tiró mi móvil contra el suelo. Su mirada se oscureció, y los gestos de su rostro se moldearon por unos duros, serios, que realmente llegaban a asustar. Él no podía intimidarme, no cuando era capaz de llevar a su novia a todos lados donde yo también estaría.
Ring, Ring.
Era el teléfono de casa. Era Byron, preocupado por el extraño corte de la llamada. Ethan intentó ponerse en medio, y se lo impedí dándole un empujón, con las manos apoyadas en su duro pecho, empujé todo lo posible para quitármelo de encima. Conseguí el éxito suficiente y di unos saltos hasta dejarme caer en el sofá.
Sentía la acusadora mirada del chico que pasaría la noche junto a mí. Esa maldita forma de cuidarme (y si él pensaba que era cuidarme) se estaba convirtiendo en una obsesión que me alejaba incluso de Byron.
—Siento haber cortado la llamada —lo entendió. —Quería invitarte a cenar. Sé que es un poco tarde para llamarte, pero me apetecía verte. Ethan y Effie están aquí, así que será un placer. Cena para cuatro.
— ¿Estás segura que ellos quieren que vaya?
Mi respiración se aceleró.
Effie seguramente estaría encantada.
Ethan ya no tanto.
Volví a mirarlo.
Apretando sus fuertes brazos bajo el pecho y cruzados, con su mirada intimidante que no me calló en ningún momento. Moví mi cabello, dejándomelo caer hasta tapar mi rostro y no mirarlo más (o al menos hasta que terminara de hablar.)
—Es Ethan quien me ha dicho que te invite.
Un gruñido dijo todo lo contrario.
—Estaré en menos de veinte minutos, chica chicle.
Ese chico era más que dulce. Era un cielo, atento, y que complementaba muy bien conmigo. El poco tiempo que nos conocíamos, sentí un amor que nunca antes había experimentado. Podía ser tan bonito el amor...que era sorprendente.
— ¿Qué has hecho? —Preguntó alterado. —Te he invitado a ti.
—Y a tu novia. Porque sé que estás nervioso porque Effie nos está esperando en el apartamento —reí por no llorar. — ¿Qué quieres? ¿Qué me pase toda la noche en el cuarto de baño vomitando porque tú no eres capaz de dejarla de besar? Ni hablar, Ethan. ¿Y sabes una cosa? Antes de que saltes de que si estoy celosa, te responderé yo. ¡Posiblemente! Pero más bien me incomoda.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...