— ¡Toc, toc! —dije cuando golpeé la puerta.
Realmente ni siquiera sabía porque estaba haciendo eso. Más bien, ¿no era más fácil confesarle a Byron que mis besos no eran tan excitantes como los de otra persona? Pero una parte de mí (aquella que todos teníamos) quería ser mucho más experimentada, hasta enloquecer a mi novio.
Los latidos de corazón llegaban hasta los dedos de los pies. Mis manos se golpeaban contra mis muslos, y cada dos por tres se me levantaba el vestido por tirar de él sin darme cuenta.
Antes de salir de mi habitación me miré al espejo. Fui tan estúpida por ponerme un maldito vestido de verano cuando ni siquiera hacía calor. Estábamos en agosto, pero ese día bajó la temperatura.
Miré las negras sandalias esperando a que mi vecino abriera la puerta. Con el brazo estirado lo intenté una vez más. Golpeé la puerta junto a un grito que rasgó mi garganta.
Se había quedado dormido, estaba segura.
—Buenos días, vecina —se apartó del medio para dejarme entrar. Antes de hacerlo, ambos nos quedamos mirando durante unos largos segundos, donde el tiempo se había quedado congelado por completo. —Estás muy guapa.
Estuve más de media hora delante del armario eligiendo una prenda.
— ¿Esto? —Moví la falda del vestido—Es lo primero que he cogido.
Reí nerviosa. ¡Dios mío! Estaba demasiado nerviosa para una clase de besos. Besos con Ethan. Besos con un stripper que tenía que besar más que bien.
Infiel. Infiel. Infiel. Infieeeeeeeeeeeeel.
¡Cállate cerebro!
Ethan parecía que había salido del baño. Su torso desnudo (como de costumbre) estaba húmedo, con unas cuantas gotas que recorrían desde sus pectorales, hasta la llamativa tableta de chocolate que había marcada en su abdomen.
Lo dejé con la palabra en los labios y me adentré sin decir nada, solo observando el apartamento de un chico que vivía solo.
Era increíble, no había desorden por ningún sitio. La cocina era cerrada; con un gran comedor; un pasillo con tres puertas; y una enorme terraza que daba al otro lado del edificio.
—No parece un apartamento de...—me mordí la lengua.
La mano de Ethan tocó mi brazo lentamente hasta aferrar sus dedos alrededor de mi muñeca.
— ¿De un tío stripper? —no dije nada, pero era lo que pensaba. Él soltó una risa que hirvió mi sangre. El calor aumentaba por minutos. — ¿Y qué pensabas? ¿Qué tendría montada una orgía?
Avergonzada e humillada bajé la cabeza, no podía mirarlo a los ojos.
—Solo pensaba en desorden.
Apretó un poco los dedos, y luego sentí como se inclinaba hacia delante, sobre mi cuerpo. Y así hizo, su pecho se acomodó sobre mi espalda para acercar sus labios a mi mejilla. Dejó un beso, y después me susurró.
— ¿Estás preparada para ir a la práctica?
Por supuesto.
Era lógico que no había ido a la teoría. Es algo que me ahorraría por completo.
—S-sí.
Mi cabello que estaba suelto, quedó de repente recogido por las manos de Ethan. Cepilló cada mechón con los dedos, y luego lo dejó sobre mi espalda.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...