Conocía a Troy. Seguramente se encontraba delante de su enorme televisor jugando a uno de los videojuegos que tanto le gustaba, y más cuando era su abuelo quien se los regalaba. Estaba ignorando mi llamada. Imaginé durante unos segundos que el chico giró el cuello y se encontró con la pantalla de su teléfono móvil iluminando parte de la mesa de su escritorio; de sus labios aparecería una amplia sonrisa y después volvería a mirar esos juegos de guerra. Seguí insistiendo. Él me mandó un mensaje, quería hablar conmigo.
Débora fue la última persona que vi en ese día tan perfecto. La única manera de olvidarme de su orgullosa sonrisa (con pequeñas arrugas que se marcaban) era hablar con alguien. Ethan no estaba; Daniel tampoco; Ginger estaba con Byron; y Effie...ella estaría viendo una película con mi padre (¡sí!, eso quería pensar yo). Así que el único que me quedaba, el único que parecía que se acordaba de mí en los momentos que más necesitaba un hombro para llorar (de la forma más dramática) ahí estaba Troy.
El mismo Troy que empezó a ignorarme de nuevo.
- ¡Menudo imbécil! -Grité al escuchar el contestador de voz.
- ¿Freya?
No, no era el contestador.
-T-Troy...
-El mismo. Más bien -rió-, tú también sabes quién soy. ¿Qué quieres? Sábado por la noche. ¿No te has replanteado la idea de que esté ocupado...?
Le corté antes de que siguiera haciéndose el interesante.
-Me has llamado tú.
-Exacto.
Menuda conversación que estábamos teniendo.
- ¿Entonces?
- ¿Qué? -Preguntó, pasando el teléfono móvil de una oreja a otra. El sonido del piercing que llevaba se escuchaba por el duro roce.
- ¡¿Qué quieres?!
Estallé.
-Nada.
Apreté la mandíbula.
Troy llevaba dos días enviándome mensajes de texto cargados de ironía. Entre líneas se podía leer que se quería poner en contacto conmigo. El año pasado (como adolescente que era) hubiera corrido hasta su casa con pijama incluido. Ahora, la nueva Freya (esa que estaba madurando poco a poco), estaba sentada en el sofá sin soltar un grito desesperado y lleno de excitación por hablar con ese chico tan guapo.
¿Guapo?
Tenía su puntito...
« ¡Freyaaaaa!»
«Qué sí.» -Me dije yo misma. «Ethan.»
«Exacto.»
-No es un buen momento -me toqué la frente y dejé descansar la cabeza. - ¡Así que por favor, habla!
Calló.
Él nunca cambiaba.
O nunca llegué a conocerlo bien.
- ¿Cómo lleva tu novio que te veas conmigo? No me refiero a las clases de baile...más bien a que nos veamos como compañeros de química -el sonido de fondo (esos disparos que eran aterradores) se silenció. -Tu gran trabajo ha terminado siendo un fastidio. Vamos, que tenemos que volver a repetir el proyecto.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...