Capítulo 38.

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Oculté mi cuerpo con la sabana que él mismo arrastró. Por suerte la cogí a tiempo. Esa frialdad con la que se había levantado de la cama, me hundió por completo, intimidándome.

— ¿Qué has dicho? —Rompió el silencio.

Antes de responder, bajé la cabeza para mirar mis nerviosas manos.

Ya no era tan sencillo decirlo con el corazón, solo tenía que repetir algo que Ethan escuchó a la perfección. Apreté los dedos en mis muslos, y dejé de mover las piernas.

—Te...Te quiero.

No fue capaz de mirar por encima de su hombro. Terminó de cubrirse la espalda con la camiseta que llevaba, y se dejó caer a los pies de la cama. Ethan enterró sus dedos en su alborotado cabello.

Quería que al menos me mirara a los ojos antes de que hablara. Pero pasó lo contrario.

—Freya —bajó el tono de voz. Nunca había estado tan nervioso; ni siquiera cuando estuvo en la cárcel. —Llevamos poco tiempo juntos.

Y lo peor de todo, es que no podía irme de esa habitación, porque ya estaba en mi casa.

— ¿Qué quieres decir? ¿Qué no me quieres?

Él se tomaba su tiempo a la hora de responder. Mis dedos no tenían esa paciencia, y seguían apretando.

Me dolían más sus palabras, que el dolor físico que yo misma me provocaba.

—Tienes que entenderme — ¿entender qué? —Con Effie todo era diferente. Es cierto que soltaba palabras cursis, pero al menos, después de la cama —zarandeó la cabeza de un lado a otro. —Freya, ni siquiera sabes si estás enamorada de mí. Puede ser una simple atracción.

¿Atracción?

Ethan dudaba de mi amor.

Dejé a Byron por él. Lo defendí ante mi padre.

Y él solo era capaz de decir que a lo mejor ninguno de los dos estaba enamorado del otro.

Algo muy retorcido salió a la luz.

Mi propia locura.

Y mi locura le hubiera clavado un cuchillo de mantequilla en el ojo. Pero yo no era una osada. Y tampoco estaba en el libro de divergente para matarlo de esa forma. Era la realidad, el mundo donde rompían tu corazón sin miramientos, y tú no te podías defender.

«Tengo que dejar de leer»

Suspiré.

— ¿Crees que estoy enamorada de ti porque eres guapo?

Ethan negó rápidamente con la cabeza.

—No, enana —intentó cogerme la mano, pero la aparté justo a tiempo. —Quiero decir que llevamos poco tiempo juntos. Que deberíamos esperar un poco más...

Lo corté yo.

— ¿Y qué pensabas, Ethan? ¿Qué antes de darme cuenta que me gustabas leí el manual de la virgen? ¿Un estúpido libro donde pone cuando y donde tienes que decir te quiero? —aguanté las ganas de abofetearlo. —Me guié por mi corazón. Te echaba de menos cuando no estabas a mi lado. Moría por besarte incluso cuando parecía imposible. Y tú me dices...que tengo que esperar. ¿Te tengo que esperar, Ethan?

—No. No estoy rompiendo nada.

—Sí. Lo has hecho —dije. Aguanté las ganas de llorar delante de él. —En mi mundo adolescente, si te acuestas con alguien es porque lo quieres. Pero en el tuyo, chico veinteañero, veo que solo he sido un polvo más.

—Freya no voy a dejar que pienses...

— ¡Vete! —Se me hizo un nudo en la garganta. Odiaba ser tan estúpida y que todos se rieran de mí. Incluso del chico que me enamoré. —Márchate de mi habitación. No quiero verte, Ethan Evans.

—No te he utilizado.

—Tampoco me estás demostrando que me quieres. Ni siquiera somos —cerré los ojos, sintiendo como una lágrima bajaba por mis mejillas—n-novios. Pero por ti. Porque por mí ya estaría paseando de tu  mano. ¡Estúpido sueño!

No me importaba estallar. Mi llanto aumentó, y Ethan solo me observó, porque sabía que si me tocaba gritaría con todas mis fuerzas.

Se levantó de la cama cabizbajo, y antes de que cerrara la puerta lo detuve.

—Llévate ese estúpido condón que has dejado en la papelera. Puede que te haya dado mi virginidad. E incluso mi corazón —tomé aire antes de seguir—, pero nunca más lloraré por ti. Aunque duela, Ethan, no quiero volver a verte nunca más. Que bien me viene el viaje a África.

Mi cuerpo quedó tumbado sobre la cama. Me cubrí con la sabana hasta la cabeza, y hundí mi rostro en la almohada para deshacerme de las lágrimas que derramaba por él.

Viví, y terminé con mi primer amor en poco tiempo.

Lo peor de todo, es que en las revistas del corazón, siempre dicen que el primer amor nunca se olvida.

¿Por qué la vida no me daba un golpe de buena suerte?


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¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora