— ¿Puedo hablar contigo a solas? —Ethan nos miró gracioso cuando se acomodó en el sofá. —A solas, papá.
Él dejó de mirarnos, concentrándose en el televisor que estaba apagado. Sus piernas se acomodaron en la mesa auxiliar, y siguió bebiendo del botellín de cerveza que le dio mi padre. Mi vecino stripper había vuelto, era como si entre nosotros dos nada malo hubiera pasado. Todo volvió a la normalidad, incluyendo sus juegos de enfurecerme que tanto le hacían reír.
Mi padre confuso ante la enorme noticia que recibió en el pasillo de nuestra planta, lo dejó sorprendido, o más bien alarmado. Un chico en la vida de su hija podía ser malo.
No conocía a Byron; era un amor; cariñoso; protector; y la persona más dulce que había conocido.
— ¿Novio? —preguntó cuándo cerré la puerta de mi habitación.
— Te recuerdo que ya habíamos hablado de esto —intenté recordárselo por si lo había olvidado. —Creo que soy lo suficientemente mayor como para tener un novio a mi edad. Además, sé que mamá y tú fuisteis novios desde el instituto —era un punto a mi favor—. Te haré la pregunta: ¿Quieres conocerlo?
Se lo pensó por un largo tiempo. El timbre del apartamento sonó, seguramente era el repartidor de pizzas. Y sí, lo confirmó Ethan gritando que él mismo pagaría la cena.
— Sí, quiero conocerlo.
— Está bien —saqué el teléfono móvil y tecleé un corto mensaje. Era una invitación, y Byron aceptó corriendo. —Tardará quince minutos en llegar.
Cerró los ojos, se rascó la nuca y dejó caer sus brazos para salir de mi pequeño refugio. Estaba de acuerdo, era un gran paso para aceptar mi relación con el chico de mis sueños.
Sí, porque Byron era perfecto para mí.
Quedé sentada en uno de los taburetes de la cocina, dejando que mis piernas se movieran por los nervios. En el mensaje no fui muy clara, solo envié: Te espero para cenar. Junto a un enorme corazón.
Lo más posible es que él pensara que estaríamos los dos solos cuando no pasaría eso.
— Espero no haber metido la pata.
Quedó sentado al otro lado.
Ethan zarandeó mi cuerpo con el suyo.
— La verdad es que no entiendo porque lo has hecho.
— Es nuestra forma de divertirnos —sonrió como de costumbre. —Te he echado de menos. No vuelvas a...—corté su frase para acabarla yo.
— No haré ninguna estupidez más —tenía toda su atención—, salvo si te metes con Byron.
Se carcajeó con tanta fuerza que parecía que en cualquier momento caería al suelo y me arrastraría junto a él.
— Lo digo en serio, Freya —me sorprendí cuando tocó lentamente mi mejilla con su dedo pulgar, como si intentara borrar algo que no había para tener una excusa y tocar mi piel—. Me gusta Byron para ti. Pero no se lo pondré fácil.
— ¿Tiene que pasar algún examen o algo?
Pobre Byron. No solo estaba mi padre de por medio, Ethan también.
— Sobretodo vigilaré sus manos —aquello significaba que seguía acordándose del día del parque de atracciones—, las quiero donde yo pueda verlas.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...