ETHAN EVANS
«No grites. Mantenle la mirada, pero ni se te ocurra gritar.» —Me dije yo mismo.
Apreté los puños con fuerza, y al asegurarme de que Freya había cerrado la puerta de nuestra habitación, hablé con Daniel.
— ¡Te mato!—olvidé por completo lo que era hablar con normalidad. Podía sentir mis músculos tensarse, y los brazos alzándose de mi cuerpo para golpear al imbécil que tenía delante. Estaba claro que Daniel no era consciente de la estupidez que cometió al meter a Débora en casa. Él mejor que nadie la conocía; una mujer insistente que buscaba llamar la atención de cualquier jovencito. O en ese caso...me buscaba a mí. —Dime que la mascarilla de pelo que llevas te ha dañado el cerebro. ¡Porque no tiene sentido!
Él, tímidamente, llevó sus dedos hasta su sedoso cabello. Su imagen le importaba mucho más que discutir sobre la mujer que ocupó su cama. Con una amplia sonrisa, se levantó del suelo, recogió uno de los calcetines que había sin doblar sobre el sofá y se tapó.
—Es una mascarilla normal. Aloe vera —rió. —Eso no hace daño a nada. Deberías probarla. Tu pelo brillaría más. Ya sabes, por las luces de Poom's...
Antes de que siguiera con sus trucos de belleza que utilizaba para resaltar sus rasgos, lo empujé por la espalda hasta tirarlo al sofá. Estaba seguro que como se levantara de allí para esconderse en su habitación, Daniel no vería nunca más la luz del día.
—Si me violas gritaré.
¿Cómo podía tener tanta paciencia con él?
Respiré, quería tranquilizarme.
Moví la cabeza de un lado a otro, y estiré los brazos como solía hacer en el gimnasio para no sufrir ninguna lesión. Saqué pecho, y lo apunté con el dedo. Sus ojos estaban fijos en los míos. Y si lo miraba tan fijamente...solo era por ver alguno de los efectos de alcohol o de las drogas.
—Habla —lo amenacé.
Daniel quería llevarme la contraria.
—Oblígame, machote —me sacó la lengua de una forma que hirvió mi sangre. —Según tú...—movió la mano—eres el que más liga de los dos. ¡Pues hoy quien ha mojado soy yo! Le he metido toda mi porra...
Podía estar horas hablándome de todas las cosas que hizo con Débora en esa cama. Así que opté por dar un salto y caer encima de él para aferrar mis dedos alrededor de su cuello. ¿Qué él había tenido sexo? ¡Yo casi había estado a punto!
— ¡Te mato! —Grité una vez más.
Se movió desesperadamente bajo mi cuerpo.
—E-estoooy...—no podía hablar. —D-desnudoooo...
De repente sentí como sus dedos pellizcaron mi costado. Solté un grito de dolor, y mi mundo se vino abajo con la siguiente imagen. Débora nos miraba cruzada de brazos, apoyada contra la pared, y con una amplia sonrisa.
— ¿Eso ha sido un orgasmo?
Mirándolo bien...parecíamos dos tíos jodiéndonos entre nosotros.
Al menos quien estaba arriba fui yo.
Me levanté a regañadientes por no poder seguir golpeando al imbécil que tenía como amigo. Evité la maliciosa sonrisa de Débora, y me incliné hacia delante para susurrarle algo a Daniel.
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¡Mi vecino es stripper!
HumorFreya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia...