8

53 9 1
                                        

MAX

«¿Alguien realmente puede morir de nervios?»

Tengo un nudo en el estomago. Dios, nunca pensé que ella accedería a salir conmigo. Tal vez no vendría… No era la primera vez que me sucedía, aunque ella había dicho que estaría con sus hermanos… y Tony dijo que saldría, por lo que eso dejaba en la cuenta que ella no me dejaría plantado. Pero si lo hiciera, eso posicionaría a Emma en el casillero de las perras destroza corazones… Emma no era una perra, era más bien como Bambi, una Bambi punk.

«No debo dejar que mis nervios controlen la situación…» susurro por décima vez. 

– ¿Max?- Escuché fuerte en mi oído. Mi corazón dio un vuelco y se detuvo por un instante. Instintivamente elevé una de mis manos y masajee mi pecho tratando de hacerlo reaccionar.

– ¡Leo! ¡Quieres matarme!– grité. Claramente mi mejor amigo encontró la situación muy graciosa ya que no podía parar de reír.

– ¿Qué haces aquí? ¿Solo… caminando en círculos, bajo la luna?– fallidamente intentó contener una carcajada.

–Mmm… ¿estoy esperando a alguien?

– ¿Alguien?

–Si, a alguien.

– ¿No vas a decirme a quien?– dijo golpeando mi hombro.

–No

– ¿No?– expresó fingiendo estar herido– ¿Por qué? ¿No confías en mí?

–No, porque primero no la conoces y segundo vas a avergonzarme– contesté serio.

–No la conozco… ¡Espera! ¿Estás esperando a una chica?

–Algo así. No estoy seguro.

– ¿Algo así? ¿Qué? ¿Todavía no estás seguro si es una chica, o no estás seguro, si la estas esperando?

– ¡Basta! Me estas confundiendo… No estoy seguro si vendrá.

– ¡Ah! Por eso estabas caminando en círculos… Bueno me quedaré contigo de manera casual hasta que llegue. Si no viene esto jamás sucedió– concluyó.

–Está bien–. Bueno… de algo serviría tenerlo aquí. Pero… ¿Qué hacía acá?

– Leo…– lo llamé– ¿Qué carajo estás haciendo aquí? No estarás…

– ¡No! ¡No!– dijo negando enérgicamente–. Acompañé a Maya a unas cuadras de aquí, tenía un ensayo en la casa de una amiga. Tengo cosas más interesantes que hacer que andar siguiéndote…

–Leo, tengo que recordarte que ya lo has hecho…

– ¡Esas fueron otras circunstancias! Teníamos que saber si seguías viendo a esa bruja.

Bufé. Observé la calle, como todo pueblo, apenas había visto pasar un par de autos. Y las farolas que alumbraban ambos lados de esta desplegaban sombras en el suelo, dando la impresión de antigüedad. Y dentro de los pocos negocios había cierto entusiasmo. Pronto llegaría la nieve y cubriría todo a su paso, pero era la época más concurrida, muchos turistas estarían fascinados con sus esquís, justo para la primera nevada. Pero para eso faltaba un poco aún. Algunas semanas.

Me había desconectado y los nervios se habían esfumado. No duró lo suficiente, ya que cuando la vi venir por la vereda de enfrente la ansiedad me recorrió por completo.

–Leo… Ahí viene– dije en un susurro.

– ¿Dónde?

–Ahí. No me avergüences. Ten mucho cuidado con lo que dices. No quiero que la asustes– amenacé, cuando vi que sus pies no se habían movido ni un centímetro.

Recuerdos FragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora