MAX
–Leo, ya es hora que vuelvas a casa. Maya te matará si te ve en este estado– dije riendo.
– ¡No me importa! Puede meterse sus opiniones en el….
– ¡Eh! Estoy seguro que no quieres terminar esa frase– señaló Tony sosteniendo su cerveza en alto.
– ¡Claro que sí! ¡Se las puede meter en el culo! – respondió sonriendo con suficiencia.
–Solo estás enojado, hombre. Pero mañana le rogaras que te vuelva a hablar– comenté consultando mi celular, decidí enviarle un mensaje a Emma, escribí un rápido «Te extraño» y volví a prestar atención a la conversación.
– ¡Esta siendo terca! No pienso hablarle hasta que no deje esas excusas de mierda.
–Igualmente sigo pensando que ya tuviste suficiente alcohol por un día– intervine.
–No lo creo. ¿Y aparte quien te crees para decirme lo que tengo que hacer? Ni que fueras mi padre, ni siquiera él se atrevía a decirme algo… idioota… no sé porque quieren… manejar mi viida, deberían fijarse en la suyaas– comenzó a arrastrar las palabras. Me dirigí a Tony.
– ¡Te dije que era mala idea emborracharlo! – Tony solo rió–. ¿Ahora qué hacemos?
–Es obvio que no quiere volver a su departamento, allí esta Maya y estoy seguro que no le gustara que lo llevemos así– y señaló a Leo que se había cambiado de lugar y le estaba contando a la camarera que su chica no quería ponerse un estúpido anillo en su dedo.
– Deberíamos llevarlo a mi casa, hay una habitación libre donde puede quedarse. Creo que siento un poco de culpa. Tal vez también deberías quedarte– dijo tomando a Leo por un brazo mientras yo iba hacia el opuesto.
–No lo sé…
– A Emma le gustaría… Podrían hacer algo mañana– sugirió. Intuí que eso sería una prueba, pero ¡Que podría contestar! Claramente quería pasar la noche con Emma. ¿Qué hombre no querría?
– Podría pasar a buscarla directamente mañana. No quiero presionarla.
–Yo creo que debes ser más insistente– agregó Leo tropezando con sus pies. Puse los ojos en blanco.
– Amigo, eso es lo más inteligente que has dicho en toda la noche– dijo Tony, buscando las llaves de su camioneta en los bolsillos de su abrigo.
– ¡Quién los entiende! – reclamé.
– Max, ella está tratando de alejarte. Por lo que ahora tienes que mostrarte más persistente que nunca.
Ayudamos a Leo a que se subiera a la parte trasera y nos encarrilamos sin prisa hacia su residencia.
– ¿Estará despierta? – le pregunté mientras echaba un vistazo a mi celular, que aún no tenía ninguna respuesta de Emma.
– Es probable que se quedara leyendo, o terminando uno de sus proyectos–. Nos quedamos en silencio un instante y comencé a preguntarme porque no contestaba mis mensajes. Podría haberse quedado dormida, o estar tan absorta en sus trabajos que no hubiera visto el celular. No debía exasperarme.
Al llegar, dejamos a Leo en una de las habitaciones de la izquierda y Tony con un asentimiento me despidió. Atravesé la gran casa y me dirigí hacia la habitación de Emma.
Noté su puerta entreabierta, me acerqué y con mis nudillos la golpee, ésta cedió y se abrió casi por completo. Era extraño. Emma nunca dejaba las puertas sin llave.
Camine por el cuarto buscándola pero no estaba allí. Escuché un murmullo inentendible, pero constante que provenía de la habitación contigua. Me embargó la preocupación cuando la vi. Ella estaba acurrucada en el suelo con su cabeza reposando en el sofá en una pose que parecía incomoda, como si se hubiera caído y no hubiera tenido ganas de moverse. Me acerqué y susurré su nombre, pero ella no reaccionó. Estaba profundamente dormida. Me moví unos pasos más y me senté a su lado.

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Recuerdos Fragmentados
RomanceEmmaline Heit, olvidó lo que es vivir sin miedo. Un brutal suceso hizo que su vida gire sin retorno. Desde entonces lucha por encontrar estabilidad y la confianza en sí misma que le ha sido arrebatada. Su aliento, es su extraña y numerosa familia y...