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MAX

No tenía ganas de discutir. Tampoco sabía si era una discusión o no. Estaba enojado, pero aún más estaba dolido. Nada parecía ser blanco o negro con Emma. Era una gran variedad de grises.

Se mantenía en la distancia, cuidando que no me acercara demasiado a ella. « ¿Tiene miedo de mi?»

Recién estaba descubriendo sus límites, porque a diferencia de otras personas ella no se queja. «Nunca dice nada y nunca sé cómo reaccionar»

–Intenté decírtelo… Muchísimas veces. Pero no encontré el momento. Incluso hoy quise decirte toda la verdad. Iba a hacerlo... eventualmente.

– ¿Me dirás la verdad? ¿Sin mentiras, ni omisión?– Tomé su mano y la arrastré conmigo al sillón.

 Asintió y suspiró.

– Yo... 

– ¿Por qué insistes en guardar todos esos secretos? ¿Por qué crees que escondiendolo va a desaparecer? Emma... ¿No piensas que ya es hora de decir qué sucedió?

Ella suspiró y enredó sus manos en su vestido. 

–Eran... eran  las vacaciones de invierno y... estaba en casa de Regina. Aunque no lo puedas creer yo siempre fui muy pegada a ella, a pesar que me hace renegar y es un poco dura. La extraño, por lo que ese receso fui con ella.

» Siempre amé Puerto Ángel, las noches simulan ser eternas y pareciera que cada esquina guardara un secreto. Las fiestas son sinónimo de aventura y Noah me llevaba a las mejores– me observó por un momento y a pesar que ese nombre hacia que mi sangre hirviera lo dejé pasar. Lo que decía era mucho más importante que ese idiota. No quería interrumpierla, ya su voz no titubeaba, por fin estaba liberandose. Solo tenía que escuchar lo que tenia que decir–. Él me hacía sentir la libertad que jamás había experimentado. Él me desestructuraba y esa noche no fue la excepción. Salimos y bebimos hasta perder la conciencia. Un terrible error, porque a la mañana siguiente tuve que salir pitando hacia la casa de Regina… Pero alguien me intercepto cuando estaba esperando el colectivo. Todo duró un instante, pero se asemejaba a una eternidad. Los minutos eran horas; y los días, años…

»Desperté en un sótano, y no salí de allí por casi cuatro días.

»Hasta hace unos meses no recordaba casi nada de lo que allí había sucedido y tampoco nadie quería ayudarme, me decían que estaba mejor sin saber. Hay detalles de la investigación, del mismo juicio que no los sé. Yo solo tengo mi versión de lo ocurrido. No sé que hizo que todo volviera, y no está siendo fácil aceptarlo...

»Fueron casi cuatro días en donde creí que moriría en cualquier momento. Cuatro días en donde me torturaban, me ataban y me mataban de hambre.

»Y lo peor de todo fue, que me asesinaron. Yo no escapé, ni tampoco ellos me liberaron. Cuando te dije que me habían disparado era verdad. Se quisieron deshacer de mí de forma rápida, porque alguien los había descubierto, entonces me llevaron al bosque y me dispararon, la bala perforó un pulmón pero no me mato. Tal vez si hubiera pasado más tiempo en la intemperie, si, pero Vico llego justo a tiempo para rescatarme.

– ¿Cuatro días?– respondí sorprendido.

Asintió.

–Mis pesadillas son sobre seguir encerrada en ese sótano. Estando vulnerable y sobre el filo de la muerte. La terapia ayudó a aprender a salir de ese lugar cuando me quedo encerrada, a calmarme cuando su sombra aparece y no dejarme vencer por la ansiedad– me dedicó una sonrisa torcida. –Aunque a veces me lleve más tiempo del que me gustaría… Ahora puedo decir soy un poco más fuerte ante mis recuerdos, pero sigue siendo débil. 

Recuerdos FragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora