MAX
–Mamá, deja de llamarme. ¡Estoy trabajando!
–Sí, lo sé cielo, pero es que ¡no encuentro nada! – No había sido, después de todo, una buena idea que mi madre fuera a ayudarme con la limpieza de mi nuevo departamento.
– ¿Qué es lo que buscas ahora?
– ¡No sé dónde has metido la comida de la rata! Y me está mirando fijo, Max. ¡Por dios!
–Mamá, deja de gritar. Tranquilízate, el alimento de Pashmina, está en el mueble debajo de la jaula y los artículos de limpieza los guardo en el baño, como te expliqué antes de salir– dije con la mayor paciencia que pude.
–Ops, ¡lo había olvidado! – un extraño ruido sonó por el auricular. – ¡Ya lo encontré! –. Un xilófono comenzó a sonar.
– ¿Y esa música? – pregunté confundido.
–Estoy distrayendo a la rata...– respondió sencillamente.
– Mamá es un inofensivo hámster. –Restregué mi rostro con mi mano libre cuando comenzó con sus objeciones contra de mi mascota–. Ok... Mamá tengo que irme, tengo que hacer una entrega.
Arrojé mi celular dentro de la mochila, y observé por un momento el local de Tony.
Debo admitir que quedé impresionado, el lugar llamaba la atención, tenía el estilo profesional y moderno que creo que todo el mundo anhela cuando tiene un nuevo emprendimiento. Él lo había conseguido, y cierto orgullo brotaba de mí, por haber contribuido a alcanzar su objetivo. Tony, es tenaz y una excelente persona. Me había prestado su tiempo cuando más lo necesitaba, y desde allí nos habíamos hecho muy buenos amigos. No frecuentábamos las mismas personas, pero eso nunca había afectado nuestra amistad.
Él había pasado momentos duros con su familia, durante mi viaje por España, y cuando por fin llegué a casa, algunas cosas habían cambiado, por lo que decidí ayudarlo a conseguir un buen lugar donde establecerse.
No podía dejar a un amigo en apuros, sencillamente no está en mi personalidad ignorar cuando alguien está en problemas. En ocasiones, esto me llevo a golpearme con una pared, no siempre las personas están dispuestas a recibir ayuda.
Al cruzar la entrada, una chica me dijo que aguardara.
Tenía que entregar a Tony, su notebook.
Mientras esperaba me senté en los sillones de la entrada. Por mi mente pasaban una lista de cosas que debía hacer, el tiempo se me estaba yendo de las manos y tenía un montón de obligaciones y compromisos que absorbían la mayor parte de mi día. Todavía me sentía un poco inseguro con la nueva propuesta que uno de mis profesores de la universidad me había ofrecido, pero había sido imposible negarme. Necesitaba salir de la burbuja en la que me había metido, pero quizás no había sido la idea más inteligente que había tenido, ahora tenía que estar haciendo malabares para poder ocuparme de todos los compromisos que tenía. Luego mi madre se preguntaba porque su "pequeño" no podía conservar una novia. Exigían tiempo y dedicación, algo que yo no tenía. Aparte últimamente la palabra "aburrido" o "podríamos ser amigos" brotaban de sus labios tan prontamente que ya me había resignado.
Un movimiento en la calle llamó mi atención. Una joven con un vestido muy corto, que dejaba ver sus piernas kilométricas, con una pose digna de revista, hablaba animadamente a través de la ventanilla de una camioneta con alguien. Me sentí extrañamente observado y en un segundo fui vigorosamente consciente de mí alrededor.
La chica de la recepción estaba con la vista fija en las páginas de un libro. No me había dado cuenta que era realmente bonita. No de la manera habitual, no llamaba la atención, su cabello era tan oscuro como la noche y un mechón blanco se abría paso de entremedio. No era muy alta, pero no se podía considerar de baja estatura. Su suéter de color rosa hacia que su piel se viera extremadamente blanca. Sus rasgos eran suaves, y un pequeño aro adornaba su nariz.

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Recuerdos Fragmentados
RomanceEmmaline Heit, olvidó lo que es vivir sin miedo. Un brutal suceso hizo que su vida gire sin retorno. Desde entonces lucha por encontrar estabilidad y la confianza en sí misma que le ha sido arrebatada. Su aliento, es su extraña y numerosa familia y...