MAX
Ingresé al aula y el profesor Ford me estaba esperando.
–Kavanough, ¿Las olvidó no es así? – interrogó con una mueca divertida. Cerré los ojos con fuerza y suspiré pesadamente.
–Se suponía que una alarma me avisaría que no debía olvidarlo, pero creo que no recordé ponerla. Ya regreso.
–Apúrese, que la clase está por comenzar– dijo ordenando los materiales sobre su escritorio.
Salí nuevamente hacia el pasillo. Había empezado el día con el pie izquierdo. De alguna manera todas mis alarmas habían dejado de cumplir su función. Se habían desactivado comenzando por la que supuestamente debía despertarme por la mañana, por lo que había perdido la primera clase del día. Olvidé recoger la notebook de un amigo de Leo, quien me había pedido si podía echarle un vistazo y por supuesto no recordé las planillas para el señor Ford.
Me abrí paso entre las personas que se agrupaban para entrar a los salones de clases.
Golpeé algo y acto reflejo puse las manos para no estrellar mi rostro contra el piso. Mis ojos se cerraron instintivamente y caí sobre algo…
– ¡Ay! – gritó una voz en mi oído. Entreabrí mis ojos y el rostro pálido de una chica se encontraba a escasos centímetros de mí.
– ¡Lo siento! – dije tratando luchando por levantarme, pero cada vez que intentaba ponerme sobre mis pies la aplastaba un poco más.
– ¡Aléjate! – articuló entre dientes.
Reparé en que todas sus pertenencias se encontraban esparcidas en el suelo, y me incliné a juntarlas. Sentí un murmullo, levanté la vista y noté que los labios de la chica se movían rápidamente. Ella no había hecho ningún movimiento para recoger sus cosas, simplemente estaba allí parada. Presté detenida atención para escuchar, y con curiosidad traté de armar lo que decía.
Busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros…
Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.
– Aquí… Tienes tus apuntes – dije trastabillando un poco con las palabras. La chica no me miraba a los ojos y ahora solo movía la boca casi imperceptiblemente.
Ella asintió. Moviendo unos centímetros la capucha de su campera por sobre su cara.
Musitó algo que no entendí, y se apresuró a esquivar a las personas y se perdió entre los pasillos. Me quedé unos segundos mirando el vacio por donde se había ido. Tomé mi mochila del suelo, la deslicé sobre mi hombro y corrí hacia la secretaría para conseguir esas benditas planillas.
La clase no fue lo que esperé, apenas si pude decir dos palabras sin tartamudear y hacer tres pasos sin trastabillar. Los nervios no me habían abandonado en ningún momento, y una terrible sensación de sobreexposición me sobrecogía.
Al llegar al departamento, no pude evitar soltar un suspiro de alivio.
No puedo decir que me arrepiento de haber tomado la decisión de ayudar al señor Ford, pero creo que lo hice con las intenciones equivocadas. Creí que sería muchísimo más fácil enfrentar a un grupo reducido de alumnos y salir victorioso de allí. Me falta confianza, pero supongo que a medida que las clases transcurran me iré acostumbrando, no todo se puede a la primera ¿no? No claro que no. Todo a su tiempo, y suficiente que me animé a hacerlo, ¿eso no es lo que cuenta?

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Recuerdos Fragmentados
RomanceEmmaline Heit, olvidó lo que es vivir sin miedo. Un brutal suceso hizo que su vida gire sin retorno. Desde entonces lucha por encontrar estabilidad y la confianza en sí misma que le ha sido arrebatada. Su aliento, es su extraña y numerosa familia y...