MAX
Siempre odié los hospitales. Desde el momento exacto en qué tuve que ver a mi padre siendo atendido por un millón y medio de médicos, para que unieran su pulgar prácticamente desgarrado a su mano nuevamente. Jamás había sentido tanto asco y pánico como cuando presencié esa escena. Y como era pequeño, los hombres y mujeres de batas blancas parecían recién salidos de una película de terror.
Ya no les tenía miedo a los doctores, pero conservaba cierta aversión a esos lugares.
Me senté en la silla próxima a la cama y escuché lo que Emma tenia para decirme. Desde que había atravesado el umbral sabía que algo no estaba demasiado bien. Ella se veía apática y algo molesta.
– No quiero que estés aquí.
– ¿Por qué?
– ¡Por qué estoy bien! ¡Aparte no quiero que me veas… así!
Negué lentamente con la cabeza y los ojos de Emma se volvieron casi transparentes.
– Emma… ¿Qué es lo que sucede?–. Peinó con sus dedos su cabello, que parecía un solo nudo de enredo.
–Quiero ser honesta y confesar todo lo que guardo, pero todavía no estoy lista… No, para que conozcas esa parte de mí. – Apretó un trozo de papel que tenía en su mano y luego lo metió dentro de su ejemplar de “La abadía de Northanger”.
–Emma, no voy a juzgarte. No voy a alejarme, porque quiero estar contigo. No importa lo que haya sucedido en el pasado.
– Lo siento, Max. No estoy lista. No quiero que te apartes cuando descubras la verdad.
– ¿Cómo van las cosas con Emmaline?
– ¡Me confunde! Muchísimo a decir verdad. Es tan misteriosa y sexy, y tiene ese atisbo de peligro en su mirada, pero también hay momentos que es melancólica y taciturna. A ella le interesa cuando hablo, no le importa cuán geek puedo llegar a ser porque ella lo entiende. Me comprende tanto que a veces es abrumador.
–Había olvidado lo denso que te pones cuando alguien te gusta– dijo Leo mientras restregaba su rostro.
– ¡Leo! No me estás ayudando.
–No sabía que necesitabas mi ayuda.
–Esto me pone demasiado nervioso– presioné la palma de las manos en mis ojos e incliné mi cabeza hacia atrás descansando en el sofá.
–Max, tienes que bajar un cambio. Es Emmaline, no estamos tratando ni con una Serena ni con una Maya. Sabes que a ella no le importa que digas esas cosas raras, ni que te rías de chistes que para la gente normal no tiene sentido. Recién acabas de decírmelo, ella te entiende. ¡Por lo que no hay razón para que te alteres!– exclamó exasperado.
–Me estoy volviendo loco.
–No. Solo estás dejando que el fantasma de Serena, te llene de inseguridades. Si, Emmaline hasta este momento no te dejó, no entiendo porqué lo haría ahora.
–Ella todavía no quiere contarme lo que le sucedió. No sé porqué, eso me está preocupando.
– ¿Crees que es algo grave?
Asentí.
–No debería estar diciéndotelo, pero eres mi mejor amigo y necesito escupirlo– tomé aire y lo solté de un golpe. –Ella es bastante… especial.
Leo rodeó los ojos.
–No me refiero en ese sentido– traté de aclarar mis ideas–. Ella sufre de trastornos de ansiedad… Esa fue por la razón con la que me enojé tanto con Maya habló sobre ella. Su familia la sobreprotege porque en el pasado… ella se ha perdido…

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Recuerdos Fragmentados
RomanceEmmaline Heit, olvidó lo que es vivir sin miedo. Un brutal suceso hizo que su vida gire sin retorno. Desde entonces lucha por encontrar estabilidad y la confianza en sí misma que le ha sido arrebatada. Su aliento, es su extraña y numerosa familia y...