EMMALINE
Acababa de entregar el borrador de mi proyecto. Sentía toda la sangre de mi cuerpo circulando solamente en mis manos. Todavía podía sentir los ecos del estrés que había pasado. El simple hecho de dejar sobre el escritorio de la profesora el informe del trabajo, junto con los primeros bocetos, hacia que comenzara a sudar como si me encontrara en el medio del desierto. « ¿Y si no les gustaba? ¿Y si no conseguía los materiales para hacerlo? ¿Si no funcionaba?»
– ¡Emma!– gritaron a mi espalda. Frené en seco y lo vi corriendo hacia mí.
–Hola, Max. No te había visto. – lo observé detenidamente con los ojos entornados–. ¿Qué le sucedió a tu brazo?
–Me di cuenta, pasaste por mi lado y no me registraste. Mmm… esto. Pensé que tus hermanos te lo habrían dicho a esta altura–. Sus mejillas se encendieron–. Tuve una mala caída cuando fuimos a las canchas.
– ¿Y los idiotas no me dijeron nada? ¡Ay! ¡Estos hombres! ¿Por qué tienen que ser tan brutos?
– Mmm… no fue culpa de nadie, en realidad… Me resbalé antes de siquiera tener la intención de jugar… había como un…– pasó su mano buena por la nuca–. Alambrado que dividía no sé qué cosa y no lo vi… caí sobre mi brazo y lo fracturé.
– ¿Te fracturaste?
Asintió.
–Cualquier cosa que necesites, me llamas. No importa que sea.
–Gracias, Emma.
Caminamos juntos por los pasillos, lentamente, el tiempo no importaba. Todavía el sol estaba en su esplendor, y la oscuridad no nos apuraba.
– ¿En qué pensabas?
–En todo… y en nada. Apenas he empezado con el proyecto y todavía no consigo el armazón de hierro para la estructura. Pensé que sería mucho más fácil–. Él se encogió de hombros, y ocultó sus manos en sus bolsillos.
–Si quieres puedo buscar entre las cosas de mi padre. Tal vez algo pueda servirte… pero no te prometo nada.
– ¡Gracias, Max! Sería de gran ayuda, aunque no encuentres el armazón– detuve mis pasos, le entrego mis libros para que me los sostenga mientras saco de mi mochila unos dibujos de las estructuras que necesitaba para la obra. –Mira, si encuentras por ahí, algunas de estas formas o algo que pueda malearlo con calor o torcerlo. ¡Me salvarías la vida!
–Mmm... Está bien. ¿Tienes una copia de esto?
Asentí.
–Bueno. Déjamelo y veo que encuentro. Prometí que en estos días lo iría a ayudar con el trabajo, asique aprovecho y reviso su guarida.
–O puedes preguntarle si quiere ayudarme.
– ¿Y dónde está la diversión en ir a preguntarle? ¡La idea era tenderle una emboscada de tarta de coco y luego mientras disfruta del sabor del engaño iría lentamente, ocultándome detrás de los muebles, hasta el galpón y allí establecería la estrategia para sacar las cosas sin que lo note!
Comencé a reír.
– ¡Estás loco, Max!
– ¡Es una idea brillante!– dijo con una sonrisa en los labios.
Cruzamos la puerta y nos despedimos, cada uno fuimos en direcciones opuestas.
Mis botas resbalaban con el suelo húmedo a causa de una ligera lluvia que había mojado el pueblo por unos minutos y luego había seguido su camino. Los jardines de la facultad parecían que refulgían de verde intenso y aunque el cielo estaba gris; las flores que rodeaban a un gran cerezo, daban a la vista una hermosa escena. El rosado de los pétalos, con el verde intenso, y los troncos oscuros… parpadeé y me di cuenta que el árbol no tenia flores, y las ramas se sacudían suavemente por una ventisca.

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Recuerdos Fragmentados
RomanceEmmaline Heit, olvidó lo que es vivir sin miedo. Un brutal suceso hizo que su vida gire sin retorno. Desde entonces lucha por encontrar estabilidad y la confianza en sí misma que le ha sido arrebatada. Su aliento, es su extraña y numerosa familia y...