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EMMALINE

» Tadeo camina por la cocina y mientras habla el humo de su puro se escapa por las esquinas de su boca. Hace tanto calor, que siento la ropa adherida al cuerpo, el flequillo se pega a mi frente y espero a que él se disponga a comenzar a hablar.

–No, cielo. Debemos hacerlo...– musita mientras Griselda abraza su cintura.

Me sientas en la mesa y pienso que algo malo he hecho. « ¿Y si se enteraron que escape del instituto para asistir a la fiesta de las de último año? Van a matarme...»

–Queríamos hablarte sobre esta Navidad–. Observo a Tadeo confundida.

– ¿No iremos a la casa de la tía Cicí?

–No, Emma. Queríamos decirte que no pasaras Noche Buena con nosotros.

– ¿Qué? ¿Por qué?

 –Es una decisión que hemos tomado con Griselda, será mejor que viajes con tus padres y vuelvas al comienzo del año para asistir al instituto.

– ¿Año nuevo tampoco estaré aquí?– dije con un nudo en la garganta.

Griselda se levantó de la mesa caminando hacia la cocina.

–No, Emma. Hace tiempo que no estás con tus padres y te llevaran a Brasil con ellos.

– ¿Están en Brasil?

Él asintió con el ceño fruncido.

– ¿No lo sabías?– pregunta Griselda volviendo con nosotros con tres tazas de té helado.

–No... pensé que todavía se encontraban en Cuba...

Tadeo apretó la esquina de la mesa. Asentí a sus decisiones y me encerré en mi dormitorio, oculté mi rostro con las manos y al abrir los ojos, un gran castillo se levantaba ante mí.

Mi madre estaba al lado mío, y mi vestido rozaba ligeramente el piso mientras caminaba, los zapatos me apretaban porque mi mamá pensó que tal vez mis pies no habían crecido desde la última vez que la había visto. Su mano toma la mía fuertemente mientras susurra quienes son los invitados en la fiesta. Ella está feliz de verme, lo noto por el brillo de sus ojos al hablar, quiere que todos me conozcan, quiere explicarme cada una de las cosas que ha hecho, pero en lo único que puedo pensar es en mi familia en casa de la Tía Cicí. 

A mi padre no le gusta que esté allí, piensa que no podré adaptarme y tiene razón, este no es un sitio para mí. Sabe que no quiero estar allí, pero mi madre nunca me dejaría sola en una habitación de hotel, menos aún siendo Navidad.

– ¿No me contarás de tus clases de arte? Me dijo Griselda que te han dado una beca completa en el instituto de la señorita Rose.

–Ella dijo que tengo talento y quiere que tome el curso de Artes plásticas– dijo confirmando.

– ¿Esa es tu beca? ¿En artes plásticas?

Asentí.

– ¡Tenemos que celebrarlo, Emmaline!– me quedé observándola. Mi madre no podía dejar de sonreír, mientras caminábamos hacia una mesa elegantemente decorada con candelabros dorados y una fuente en el centro.

–Sé que no quieres estar aquí, pero inténtalo, estás fiestas pueden ser muy divertidas. En especial cuando todas las mujeres compiten por quien tiene el vestido más horrible– dijo riendo y señalando disimuladamente hacia una mujer de mediana edad que llevaba un escandaloso vestido rojo fuego que llegaba hasta el suelo como si fuera una gran ave fénix.

Sonreí al verla.

–Mamá, ¿Dónde se fue papá? Hace un momento estaba aquí– dije viendo hacia su lado.

Recuerdos FragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora