MAX
Él siguió observando sus cartas, pero parecía intentar que algo no lo afectara. Hacia crujir sus nudillos, masajeaba sus manos y no pronunciaba palabra alguna.
Ludovico Fox, era una de las personas más desconcertantes que alguna vez conocí. A pesar que teníamos la misma edad, y frecuentaba su casa jamás había sido algo más que amable. Él no dice palabras de más. Tiene un aire taciturno y distante, que pocas veces tengo el coraje de enfrentar.
Tenía entendido que era un agente de la policía. Nadie sabía muy bien de qué iba su trabajo ya que sus horarios eran cambiantes y siempre tenía extrañas reuniones en cualquier momento del día. Tony tampoco hablaba mucho de su trabajo. Jamás había sido blanco de los rumores del pueblo, algo que casi nadie tenía el lujo de presumir. Su nombre era sinónimo de respeto. Era una autoridad del pueblo aunque no ejerciera por la zona. Emma me había comentado que su padre quería que se hiciera cargo de la empresa familiar, pero él se había negado rotundamente, alegando que no era su rubro. Tony, era todo lo contrario, salvo en este momento. Por lo general, se caracteriza por ser comprensivo y carismático. Pocas veces lo he visto desanimado o triste. Él es siempre quien está al pie del cañón. En cambio, mientras veo como habla con su hermano, su semblante es extrañamente serio, aunque lo trataba de evitar.
Era extraño pensar en que ningún lazo sanguíneo los conectara con Emma, realmente parecían hermanos, incluso físicamente se parecían, sin contar sus gestos y actitudes, en ese sentido compartían mucho. Más aún Vico y Emma. El color de su cabello y ojos, sus expresiones y la forma en que presionaban su sien cuando estaban estresados.
Contemplé mis cartas, nuevamente y supe que no tenía forma de ganar. Tony volvió y se acomodó en el asiento vacío.
– ¡Vico ya suéltalo! Pareciera que fueras a echar humo por la boca– dijo dándole una pitada al cigarrillo que descansaba en el cenicero. Vico apretó con fuerza sus cartas y terminó aplastándolas en la mesa.
– ¡No te metas! ¡No intentes hacerte el desinteresado, porque ayer no te despreocupaba tanto!– se puso de pie con un grito ronco.
–Hoy hablé con Emma– indicó cruzando las piernas mientras apoya su espalda en el respaldo de la silla. Nunca me había sentido tan desubicado en toda mi vida, y eso que generalmente soy de las personas que se encuentra en los momentos más incómodos.
–Todos hablamos con ella– entrecerró los ojos hacia su hermano y yo apuré un trago de whisky por mi garganta.
–A lo que me refiero es que se lo pregunté directamente esta mañana.
–No lo hiciste.
– ¡Claro que lo hice! ¿Por qué te mentiría, idiota?
– ¿Sé enojo?
–Obviamente que se enojó, me gritó que no tenia porque meterse en sus asuntos y que ella haría con su… digamos que me dejo en claro que no tenia porque preguntarle esas cosas… pero hubo algo que dijo que hizo que me diera cuenta de un par de cosas…– su hermano suspiró y presionó las palmas de sus manos en la frente, aparentemente había entendido a lo que se refería y se sentía aliviado de saberlo.
«No entiendo ni una mierda de que están hablando. Déjate de estresarte pequeño hámster» le susurre a mi cerebro. Tomé otro sorbo de la bebida. Ellos se dedicaban miradas firmes, como si estuvieran jugando a quien pestañea primero.
«Ellos parecen comprenderse en el silencio. Realmente espero que esto no se trate de mi “extraña” relación con Emma… eso si sería una mierda. Van a intentar arrancarme las pelotas y… ellos son un ejército… No tengo forma de ganar»
Tracé el borde de la mesa con las cenizas que habían escapado del cenicero, porque ya no soportaba no saber que estaba sucediendo. Hasta que sentí ambas miradas en mí.
Carraspeé y me removí en la silla. Era como si estuviera a punto de ser interrogado. Vico fue el primero en hablar.
–Me caes bien por la fuerza, Max. Yo no soy como mis hermanos, no doy segundas oportunidades y no confío en nadie. Es blanco o negro, no me van los grises. Y en lo que respecta a mi hermana, puedo llegar a ser muy exigente. No voy a tolerar absolutamente nada que considere que no corresponde–. Él todavía se encuentra de pie y sus manos ahora están fuertemente apoyadas en el contorno de la mesa. Nunca me había sentido tan pequeño. – Por lo que, Max… Tengo que preguntarte… ¿Qué intensiones tienes con ella?
– Somos amigos– respondo rápidamente. Estoy sudando la gota gorda.
– ¿No están saliendo?
– No… Bueno si salimos pero no está sucediendo nada entre nosotros–. Solté el aire que estaba conteniendo. «Vamos, Max siempre has ido en todo con la verdad, Tony es tu amigo no dejara que su hermano te corte el cuello». –No les voy a mentir chicos, Emma me gusta. Es agradable pasar tiempo con ella… pero…–
–Estamos preocupados. Todos. No queremos que salga lastimada, Max. Ella es… especial y no creo que sea bueno que te ilusiones con ella. No es nada personal– aclaró Tony.
Asentí.
– ¿Por lo que no paso nada entre ustedes?– indagó Vico.
– Lo que están tratando de preguntarme es que, si nos ¿acostamos?
–Intentábamos ser sutiles… Teniendo en cuenta que es extraño hablar sobre eso de nuestra hermana pequeña– Él negó repetidamente con la cabeza y luego sonrió. – ¿Por qué esta situación es tan bizarra?
– No es que queramos meternos en su vida… Estamos intentando protegerla, si las cosas no suceden como ella espera. No podemos permitirnos dejar que su corazón vuelva a romperse…
« ¿Cómo carajo llegué a esta situación? Esto no me suena nada bien… »
–Bueno, la respuesta a su pregunta es no. No paso nada entre nosotros y tampoco creo que pase…– «No porque yo no quiera»
–Está bien– respondieron los dos al mismo tiempo, mientras volvían a sus antiguas posiciones en la mesa de póker.
– ¿Y si hubiera dicho que si?– preguntó cuando empezamos nuevamente el juego.
–Te hubiéramos alejado de ella.
– ¿Por qué?
–Por las razones que te dimos. Emma necesita estabilidad, no puede tener más altibajos– dijo con más seriedad de la acostumbrada.
–Trae mucha carga consigo, Max. Ten cuidado– intervino Tony rellenando nuestro vasos con mas whisky.
– ¿Quien iba ganando?– Preguntó, dando por finalizada la charla, dejándome aún con más preguntas que al principio.
–Yo voy ganando– respondió Vico.
Tony asintió.
–Ey Max, ¿haces algo este fin de semana? Porque pensábamos ir a jugar al fútbol–. Apoyó sus cartas en la mesa– ¿Vienes?
–Sí. No hay problema.
No me di cuenta a dónde me estaba metiendo, hasta que ya fue demasiado tarde.

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Recuerdos Fragmentados
RomanceEmmaline Heit, olvidó lo que es vivir sin miedo. Un brutal suceso hizo que su vida gire sin retorno. Desde entonces lucha por encontrar estabilidad y la confianza en sí misma que le ha sido arrebatada. Su aliento, es su extraña y numerosa familia y...