Estaba muy nerviosa, no podía evitar estar distraída la mayor parte del tiempo y me había vuelto más torpe de lo normal.
¿Qué me pasaba?
Mi mamá.
Eso pasaba.
El día del vuelo finalmente había llegado y a medida que se acercaba el día de la llegada de mi mamá, más ansiosa me encontraba.
Por que a ver, sí, me sentía muy feliz de por fin poder verla y abrazarla, después de dos años, añoraba ese encuentro con ella, con mi abuela y con mi tía que también viajaba con ellas.
Pero también tenía mucho miedo por lo que mi mamá pensara de mí al ver en lo que se había convertido su hija, en la mujer adulta completamente desastrosa que era.
No le había dicho que tenía novio, ni que me había hecho tatuajes y que ya la cerveza no me parecía asquerosa.
Tenía mucho miedo de que al ver lo que era en ese momento, se decepcionara de mí.
Y eso me tenía muy ansiosa y nerviosa a la vez.
A pesar de que tenían pasaje pagado por avión, igual era un viaje de casi una semana, por que por mi abuela, había tenido que hacer paradas para descansar, así que las conexiones de vuelo eran distanciadas entre sí para que pudiesen ir a un hotel a bañarse, dormir, cambiarse de ropa, comer algo decente y todo eso.
Así que cuando el día de la llegada a Tucumán llegó, yo era un manojo de nervios, no me había valido toda esa semana para prepararme, parecía gelatina andante.
Ya había acordado con mi mamá que esa primera semana de su llegada se iría con Mara para que descansara y yo pudiese organizarme para que se quedara conmigo en el departamento.
Aún así podía sentir todos sus reproches encima de mi por no dejar que se quedara conmigo de una vez, pero seamos sinceros, tenía una colchoneta para una sola persona destrozada por Winnie; no era humano dejarla dormir ahí conmigo luego de tantos días de viaje, en mi mente eso era algo sensato, pero sabía que a ella no le importaba eso, cuando solo quería pasar tiempo conmigo.
Así que tenía doble ansiedad para mi.
Luego de hablarlo mucho y pensarlo muy bien, Andrés iba a acompañarme al aeropuerto a recibir a las mujeres, mis vecinos nos llevarían en el auto, porque el aeropuerto quedaba a una hora de donde vivíamos.
Así que ahí estábamos los cuatro, en el auto, con el ambiente tenso y los nervios a flor de piel.
—No hubo caso nomás, te hizo venir con nosotros. —Le dijo mi vecina a Andrés y él me miró de reojo.
—Sí, le dije que viniera ella sola y luego nos presentaba, pero prefirió que la acompañara.
Yo lo miré con culpa, sabía que ponía mucha presión sobre él pero sentía que necesitaba fuerzas para enfrentar ese momento, no sabía qué sentir y de cierta forma él me hacía sentir segura.
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Destinados ✔
RomanceEl problema de estar enamorados, en el momento equivocado, es que lleva a hacerse mucho daño a ambas partes, cuando quieres darte cuenta has estirado tanto la situación que ya no hay marcha atrás. ¿Cómo recomponer las piezas de tu corazón? A veces...