Una parte de las terapias no era solo recuperar la confianza en Andrés, sino también en mí misma, comenzar a quererme por cómo era y empezar a aceptar esas cosas que me incomodaban o generaban inseguridad.
Fue la parte más difícil de todo el proceso, no fue solo cambiar hacia dentro sino también hacerlo hacia afuera, una parte de cambiar el vestuario y sentirme cómoda en mi ropa, no era del todo factible para mí.
Luego de olvidar temporalmente a Andrés, me centré en mí y continuar con mi progreso, no era fácil, los demás departamentos de mí vida se estaban desbordando, la facultad estaba llegando a su fin y con ello llegaban los últimos exámenes, mi familia estaba mucho más intensa que antes porque yo me había alejado a un 70% y mis vecinos me invitaban todos los días a merendar, pero yo no podía salir mucho de mí casa.
Lo intenté, un día me puse un pantalón corto y fui a llevar a Winnie a la plaza, un tipo me acosó por una cuadra y media diciéndome cosas, me regresé por otra calle a mi departamento y tuve un ataque de pánico.
Otro día me puse un bonito vestido de verano y fui a ver a Andrés, me regresé a mitad de camino cuando un auto empezó a ir a mi lado a velocidad muy baja y me instó a subir.
Luego un día, con una falda de jeans, un tipo se empezó a pajear frente a mí mientras me decía cosas, frente al hospital de niños, donde estaba paseando a Winnie.
Situaciones como esas se repitieron una y otra vez hasta que desataron una nueva crisis, volví a mí ropa vieja que era tres veces mi talla pero que me hacía sentir cómoda.
Cuando fui a la consulta con el psicólogo le dije que no aguantaba más, que el plazo culminaba en ese momento y que solo me dopara con lo creyera conveniente.
Me preguntó qué había pasado para que cambiara de parecer, simplemente sentía que ya había sido fuerte por mucho tiempo y que no podía seguirlo siendo. Estaba harta, la gente en la calle, mi familia, Andrés, la facultad, mis vecinos, no quería seguir cumpliendo expectativas de nadie.
Sin embargo, el psicólogo pensó que estaba avanzando y que podía aguantar los tres meses que habíamos estipulado, que, si para entonces seguía con la misma idea, él lo iba a sopesar.
Volví a mi casa desmoronada, sin fuerzas y con la mente hecha un lío.
Andrés estaba ahí abajo, esperando a que llegara de mí consulta.
No lo había visto en toda la semana, no porque yo no quería, sino porque no habíamos tenido tiempo.
No necesite decir nada, solo se acercó a abrazarme y me sostuvo cuando parecía que me iba a caer, subimos hasta mi departamento en un silencio ensordecedor, no dijimos nada, no había que hacerlo, Winnie recibió feliz a Andrés mientras yo me encerraba en el baño, me metí bajo la ducha con todo y ropa, y llore, saque lo que le pesaba a mí alma, Andrés me tuvo que escuchar, porque entró al baño conmigo y me ayudó a levantarme del piso, me saco la ropa empapada y me ayudó a bañarme, cuando estuve lista me saco envuelta en una toalla y me puso una de mis pijamas, caí en posición fetal y no me levanté más, no podía hacerlo, mi alma no podía más.
Una cosa que aprendí muy bien de esa época fue poner mis sentimientos de último en la lista de prioridades, ignorarlos lo suficiente hasta que pudiese hacerme cargo. No era fácil hacer eso, no lo era porque cuando lo enfrentas todo sale peor, algo mínimo se vuelve una gran montaña y cuando te das cuenta estás lidiando con una gran bola de nieve.
Pero me ayudaba, podía hacerme cargo de mis responsabilidades y cumplir con mis cosas, mientras mi interior se ahogaba en agonía.
Terminé las clases, había pasado mi año con éxito, me seguía haciendo cargo de la señora Cande y podía mantener a Winnie de la mejor manera.
Saber que al menos eso me salía bien, me hacía sentir bien conmigo misma, no estaba del todo perdida, al menos en algo si funcionaba, al menos en algo si era buena. Ser la mamá de Winnie me salía bien.
Hasta que un día, mientras me acompañaba a hacer compras, a unos chicos les pareció buena idea cortarle el cuello.
Andrés se había ido unos días a ver a su mamá por el día de las madres y yo estaba sola con la bebé, cuando salí de la tienda, Winnie estaba llorando y ya no estaba atada en donde la había dejado, estaba muy ansiosa y no se quería despegar de mí, como ya estaba muy grande no la podía alzar, así que la volví a atar y volvimos a casa, ahí me di cuenta que algo no iba bien, no quería comer, estaba asustada, lloraba cuando se intentaba rascar, así que la revise, casi vomito, una gran herida a carne abierta estaba sangrando.
Entre en pánico, la tomé en brazos y corrí hasta la veterinaria más cercana, esperé al menos una hora hasta que el veterinario la atendió, va a estar bien, me dijo mientras le hacía una sutura en el cuello, se me bajó la presión mientras veía como le limpiaban la herida y me tuvieron que sacar del consultorio para que tomara un poco de agua con azúcar.
No estuve bien luego de eso, la culpa me carcomía, no le sacaba los ojos de encima, la deje de llevar conmigo a todas partes, no dejaba que se rascara, le limpiaba tres veces al día, le daba la comida con las manos, me volví mucho más intensa y protectora con ella.
Andrés cuando volvió me hizo ver qué estaba mal, que no podía condicionar al perro por algo que no había sido mi culpa, pero no deje que me dijese nada, lo ignoré y seguí con mi sobreprotección porque era obvio que todo había sido mi culpa.
Tuve tres ataques de pánico en una semana, era obvio que no estaba bien y mi ansiedad estaba haciendo estragos.
Cuando salí de la consulta esa semana, tuve la sensación de que me iban a medicar, porque la cara de mi psicólogo no era del todo alentadora.
¿Era mi responsabilidad?
¿Era la única que debía trabajar en ello?
¿Hasta qué punto iba a poder sola?
No le veía un final a ese túnel que había entrado hacía meses, ya no solo estaba agotada, sino también desanimada.
Esta vez, estoy tratando de no hundirme en la rutina y sacar un tiempo para subir estos capítulos que faltan, no sé cuánto dure, pero vamos bien.
Siento que me faltan horas al día para poder hacer todo lo que quiero, quiero retomar mis clases de ukelele y aun no puedo :(
Espero que estén bien, gracias por seguir del otro lado esperando actualización. Tienen parte de mi kokoro ❤️❤️
Besis, bai.
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Destinados ✔
RomanceEl problema de estar enamorados, en el momento equivocado, es que lleva a hacerse mucho daño a ambas partes, cuando quieres darte cuenta has estirado tanto la situación que ya no hay marcha atrás. ¿Cómo recomponer las piezas de tu corazón? A veces...