CUARENTA Y NUEVE

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Yo seguía teniendo clases, por lo que Andrés me acompañó todo el tiempo, me llevó hasta mis clases, me espero afuera, me llevaba comida, café, me compraba snacks durante clases y sí, me sentí bien, consentida, era una situación no muy común para m...

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Yo seguía teniendo clases, por lo que Andrés me acompañó todo el tiempo, me llevó hasta mis clases, me espero afuera, me llevaba comida, café, me compraba snacks durante clases y sí, me sentí bien, consentida, era una situación no muy común para mí, por lo que estar viviéndolo se sentía bien, correcto.

Salimos de mi residencia, debía ir a la cafetería para empezar mi turno, así que él me acompañaba, íbamos hablando de mi cumpleaños, finalmente Bauti se había enterado, gracias a Andrés, que yo cumplía años, así que él se encargó de entusiasmarlo para ir de fiesta, por lo que mi novio sin mucho que pensar, se entusiasmó con la idea y trataba de convencerme a mí.

—Pero piénsalo, nosotros estaremos solos en la habitación, en cambio sí salimos y hacemos algo diferente, puedo conocer a tus compañeros...

Yo seguía negando con la cabeza, pero con una sonrisa en los labios, ya me había convencido desde temprano, pero me gustaba verlo insistir.

—Voy a pensarlo —repetí mientras me detenía frente a la cafetería, aún faltaba para entrar a mi turno.

Él iba a decir algo cuando vi a Benja salir de la cafetería hacía nosotros, me puse delante de Andrés y cuadré mis hombros como él me había enseñado.

—Vaya, pero si al final es cierto lo que andan diciendo, cargas un perro faldero.

Sentí como Andrés se tensó detrás de mí y me puso las manos en los hombros.

—Benja, no es momento ni lugar, debo trabajar.

Andrés, casi viendo mi vacilación, se puso de mi lado, no interfirió en la situación, quizá dándome a mí la oportunidad de manejarla y reforzar eso que había perdido con los años, carácter, no sé qué se reflejó en mi mirada, pero vi como Benja dio un paso atrás con gesto serio y nos dejó pasar.

—Al final la gatita tiene garras.

—Y sabe atacar —fue todo lo que dije mientras tomaba a Andrés del brazo antes de que se le fuese encima.

Benja se fue, sin decir nada más y sin intentar otra cosa, en otro tiempo de mi vida me hubiese vuelto paranoica, incluso me hubiese escondido temerosa detrás de Andrés esperando que él lo solucionara por mí. Pero estaba cansada, quizá incluso hastiada de ver como los demás pasaran por encima de mí como si fuese una persona débil sin voz.

En esos meses sola, fuera de todo lo conocido, e incluso seguro, había entendido que nadie jamás iba a llegar en deslumbrante armadura a salvarme, que la única que se podía salvar a sí misma era yo, comencé a querer un poco más esa fuerza vibrante que salía de mi interior y quería que tomara fuerza.

Andrés me miró quizá esperando que le dijese algo, que me quejara o pidiese ayuda, pero yo estaba muy tranquila, sabiendo que Benja no iba a conseguir perturbar mi paz, que quizá tendría muy pocos huevos de enfrentarse a nadie en su vida y que yo estaría muy dispuesta a lanzar unos cuantos derechazos si el caso se llegase a dar.

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