Los días pasaron sin siquiera darme cuenta, estábamos en exámenes finales, ya el semestre estaba por terminar, por lo que me mantenía muy ocupada día con día; trabajar de noche y estudiar de día se había vuelto pesado, llegaba muy cansada a todos lados y solo esperaba los fines de semana para tirarme en cama y dormir mucho.
Abrazada a Andrés, por supuesto.
Ese fin de semana a Andrés se le había metido en la cabeza celebrar mi cumpleaños, cosa que yo no veía necesario porque ya habían pasado varias semanas y de cierta forma ya lo habíamos celebrado.
Pero decidí seguirle la idea, quería comer pabellón, una comida típica de mi país, por lo que fuimos a comprar todo para prepararlo en la noche.
Sin embargo, cuando Andrés me avisó que me iba a pasar a buscar para irnos a su casa y llevar todo, mi prima Kari me pasó un mensaje para avisarme que estaba llegando a San Miguel, porque debía ir al aeropuerto y necesitaba que la rescatara para ir a comer algo antes de irse.
Se había ganado un viaje a Brasil por el trabajo.
De mala manera, tomé el teléfono.
Carol: Kari viene llegando, me acaba de avisar, no se si quieres que nos juntemos más tarde 😕
Andrés: Voy con ella.
Carol: ¿¡Qué!?
No me respondió, así que solo esperé que me avisara cuando estuviese abajo para ir a abrir la puerta.
Miré a Winnie y ella solo estaba echada muy tranquila sobre su cucha, sin percatarse de mi alterado día.
Cuando mi prima me avisó que estaba abajo, fui a abrirle. Efectivamente, estaba con Andrés, se habían cruzado en la parada de colectivos y le pidió que la llevara hasta mi casa porque no se acordaba de la dirección, como Andrés ya iba para mi casa, caminaron juntos.
Dejamos la maleta de Karina arriba y nos fuimos a un restaurante cercano a comer, no estaba en los planes y estaba un poco insegura sobre ello. Andrés no le tenía muy buena fe a mi familia después de lo que había pasado con el departamento del terror, por lo que tenía sus reservas con respecto a ellos juntos en un solo lugar.
De igual manera, contra todo pronóstico, nos fue bien, comimos entre risas. Karina no dejaba de hablar de su viaje y lo emocionada que estaba por ello, incluso nos contó acerca de uno que otro pretendiente que tenía, cosa que nos dejó incómodos a Andrés y a mi.
Cuando se le hizo la hora de irse al aeropuerto, la acompañamos a buscar su maleta y tomar un taxi. En lo que se despidió de nosotros, suspiramos sin darnos cuenta.
—Eso fue intenso.
Asentí dándole la razón a Andrés y gire a verlo con una sonrisa.
—Así que te relajaste durante la comida —piqué sus costillas divertida.
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Destinados ✔
RomanceEl problema de estar enamorados, en el momento equivocado, es que lleva a hacerse mucho daño a ambas partes, cuando quieres darte cuenta has estirado tanto la situación que ya no hay marcha atrás. ¿Cómo recomponer las piezas de tu corazón? A veces...