V E I N T I T R E S

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Un día las cosas por casa comenzaron a fallar para mi, el viaje de mi mamá ya cada vez estaba más cerca y Mara estaba armando todo un revuelo con ello, pues en ese último tiempo su casa estaba llena de gente, yo tenía casi un año sin ir para allá ...

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Un día las cosas por casa comenzaron a fallar para mi, el viaje de mi mamá ya cada vez estaba más cerca y Mara estaba armando todo un revuelo con ello, pues en ese último tiempo su casa estaba llena de gente, yo tenía casi un año sin ir para allá y prácticamente me había desentendido de todos, pero eso no significaba que las cosas dejaran de pasar, es decir, mucha familia había llegado en el último tiempo, mucha.

Ni me había molestado en ir a verlos, ni ellos se habían molestado por escribirme siquiera, sólo mantenía contacto con mi padrino, que había llegado hacía meses, pero de ahí en más, no me relacionaba con nadie.

Por ello cuando Kari me escribió una noche supe que no era para nada bueno, no esperaba menos, me estaba cobrando un dinero que Mara le había pedido prestado para pagar el departamento del terror, yo ni sabía que Mara le había quitado dinero, se suponía que ella se haría cargo, según la lógica de mi prima, como la deuda era mia y Mara no le había pagado, debía reponerla yo.

Andrés se molesto mucho cuando le conté y de primera me dijo que no le respondiera, quise hacerlo, pero de cierta forma yo sí me sentía responsable, si bien nada de lo que había pasado era mi culpa, era un poco molesto todo el lío en el que Mara nos había metido.

Muy en contra de Andrés, le di parte del dinero y eso nos causó una pelea, él no quería que yo siguiera sucumbiendo al chantaje de mi familia y yo seguía ligada al concepto de que la familia no se abandona, porque así me habían criado.

De ahí en más nuestra relación fue viento en popa, no hubo más discusiones y llegó el viaje a Uruguay, yo había pedido una semana libre, mi vecina cuidaría de Winnie y en teoría todo estaba resuelto.

Así fue, ese día del viaje nos levantamos bien temprano, tomamos nuestros bolsos y esperamos un colectivo que nos llevaría a la facultad, ya que de ahí salíamos, no dejaba de ser un viaje universitario de bajo presupuesto, era obvio que iríamos en colectivo, luego en Uruguay ya nosotros teníamos otros planes.

Salimos a media mañana y avise a mami que no sabía hasta qué hora tendría señal que le avisaría al llegar, a mi vecina igual. Yo había preparado sándwich para llevar en el camino, comprado jugos, frutas y galletas, eran 24 horas de viaje.

Igual medio día después de haber salido no quedaba casi nada, porque Andrés comía más que lima nueva.

Puedo decir que la experiencia en el colectivo fue amena y tranquila, pero estaría mintiendo, ese día recordamos por qué no compartíamos con nadie en la facultad, todos eran molestos, escandalosos y quejicas.

Nos detuvieron en tres ocasiones, la primera vez nos tuvieron solo unos minutos y nos pidieron identificación, la segunda fue para pedir que no hicieran tanto ruido y la tercera, nos hicieron un control policial, la mayoría había llevado alcohol para tomar en el camino y aparentemente eso estaba prohibido, así que estuvimos abajo como media hora, mientras la policía, los choferes y los encargados del viaje mediaban una solución, pero no había mucho que hablar, la policía se plantó en: tiran todo el alcohol ahora o no continúan el viaje, claro está, nadie quería vaciar las botellas que aún seguían selladas, pero por más promesas que hicieron, no hubo de otra que vaciar más de 5 botellas enteras, vodka, tequila y fernet directos al pasto, literalmente.

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