Podemos decir que la depresión es cómo ese pequeño bicho que se come la madera es tan diminuto que no lo puedes ver, solo lo puedes notar cuando ya te ha dañado gran parte del mueble.
La relación dañina con Andrés era un claro ejemplo de codependencia por la depresión que estaba empezando, el problema no era la relación, el problema siempre fue la depresión, las cosas no iban bien porque yo no estaba bien, claro, Andrés tampoco lo estaba, pero él no tenía depresión, solo estaba siendo un idiota indeciso, por ello tampoco pudo notar que yo estaba mal.
Todas aquellas veces que puse mi integridad en peligro culpando a Andrés por ello, era la depresión hablando por mí, causando estragos en mi mente. Todas aquellas noches en las que no podía dormir por pensar en la situación con Andrés, no era más que la depresión haciendo su trabajo en mí.
De verdad pude culparlo por todo y hacerlo ver como el gran monstruo que quería que fuese, pero el problema no era Andrés, siempre fue la depresión y mi gran capacidad de ignorarla y hacerla a un lado. Si yo hubiese tenido el valor de reconocer que el problema era yo, quizá él y yo no nos hubiéramos lastimado tanto, me hubiese podido ir a tiempo, hubiese podido poner el alto que ambos necesitábamos, pero siempre fui esa mujer egoísta y tóxica que lo buscaba cuando me sentía mal y que, a su vez, volvía cada vez que él se sentía mal.
No le quito responsabilidad, pero le doy el mérito de haber tenido el valor de acomodar su vida para poder darme esa relación que yo estaba pidiendo.
El caso era que cuando él pudo estar bien consigo mismo y se enfocó en el bienestar de ambos, me dio a mí las herramientas para comenzar a salir de donde estaba, por un tiempo lo pude lograr, pude salir un poco de ese sitio oscuro en el cual estaba viviendo y pude arreglar un poco el desastre de vida que estaba viviendo, fue cuando me di cuenta que estábamos en una relación tóxica por mi propia depresión, pero decirlo en voz alta nunca fue una opción para mí, me enfoque en arreglar mi relación y guiarla hacia un nuevo rumbo, sí, por un tiempo las cosas fueron muy fáciles y todo parecía estar bien, pero uno no puede arreglar solo una cosa y dejar que el resto del barco se hunda, justo como yo lo hice.
En psicología lo llamamos, enfocar la libido en un solo objeto, al menos algo así dice Freud, cuando nuestra libido está en un solo objeto nos hace estar bien mientras ese objeto está bien, pero cuando esto se tambalea o está mal, nosotros nos tambaleamos y estamos mal.
¿Mi error? Enfocar mi libido en mi relación, por ello que cada vez que nosotros estábamos mal, yo me desestabilizaba emocionalmente y tenía una nueva crisis, estas crisis no resultan iguales para todos, a veces son solo crisis internas y dificulta mucho que otras personas las noten, esa idea de que una crisis depresiva es estar solo en cama durmiendo y llorando, es muy general, a veces es mucho más que eso.
El problema realmente vino cuando logre enfocar mi libido en otra cosa que no fuese mi relación, es decir, en la facultad, en el trabajo y mi familia, la depresión se disparó, porque no estaba bien, mi interior estaba ahogándose y yo me estaba obligando a ser alguien que no era en todos los demás departamentos de mi vida y a su vez, me obligaba a cumplir expectativas y exigencias que no podía cumplir.
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Destinados ✔
RomanceEl problema de estar enamorados, en el momento equivocado, es que lleva a hacerse mucho daño a ambas partes, cuando quieres darte cuenta has estirado tanto la situación que ya no hay marcha atrás. ¿Cómo recomponer las piezas de tu corazón? A veces...