XXXIII

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Narra Isaac

Salgo del callejón con la pequeña bolsa en la mano, antes de llegar al auto la coloco en mi bolsillo trasero. Necesitaba fumar algo, para relajarme, estaba muy tenso, y aunque no era una solución, ayudaba. Salgo de la calle y me dirijo al apartamento, pero antes paso por el Starbucks. Hacían días que no comía bien, me la pasaba haciendo ejercicios, fumando y bebiendo, faltaba al instituto seguido. Sabía que tenía que hacer algo con mi vida y arreglar la situación en la cual estaba.

Llego al Starbucks y bajo rápidamente, en la entrada veo a un grupo de chicas; las cuales me observan con una pizca de sensualidad, las miro de abajo hacia arriba y les sonrío de lado a todas. El ambiente estaba frío y que anduviera con ropa deportiva no ayudaba mucho. Cuando entro al Starbucks siento el ambiente más cálido, mientras hago la pequeña fila observo a mi alrededor, veo a una chica con un pequeño traje, le miro las piernas y luego a los ojos, ella me sonríe y hago lo mismo, pero mi sonrisa burlona no dura mucho cuando me fijo en la chica que se encontraba en la mesa detrás de la chica de traje, completamente diferente a las chicas que se encontraban afuera y a la del traje, esta tenía unos jeans ajustados y una sudadera, solo con eso podía llamar la atención de cualquier chico, incluso la mía. Trago saliva, ese perfil lo conozco perfectamente, suspiro pesadamente, ella no me ve y tampoco quiero que lo haga, ni ella ni Rocío. No espero mi turno y salgo de ahí. Se cumplían casi 3 semanas que no la veía, la última vez no fui muy amable con ella, y conociéndola sé que debe odiarme en estos momentos. Decido ir al gimnasio y aumentar mi entrenamiento. Hacer ejercicios me ayudaba a pensar y que el mal humor disminuyera.

Las horas pasaron rápido, y el cansancio aumentaba. El cuerpo me pedía ducha y cama. Termino el entrenamiento y no me ducho hasta llegar al apartamento. Encuentro la bolsa de marihuana en uno de los bolsillos del pantalón y los recuerdos llegan enseguida. Esmeralda podía llegar a ser muy testaruda. Recuerdo cuando me quitó de las manos con mala gana el cigarrillo, recuerdo su cara, sus muecas y rasgos a la perfección. Lanzo la bolsa al sillón y paso mis manos por mi cara y cabello, el cual se encontraba húmedo por la ducha.

–Maldición. —Maldigo en un susurro, sólo para mí. Las ganas de saber que hace o con quién está en estos momentos, no me sobran.
Escucho el móvil sonar, dando la notificación de que me llegó un mensaje. Verifico rápidamente, ya que nadie me escribía en estos días. Frunzo el ceño cuando veo un mensaje de Matt. Lo vuelvo a leer en mi mente.

"Bro no hemos hablado hace días, vamos a ir a House Bar, iremos todos excepto Esmeralda, así que pensé que te gustaría ir"

Se me hizo más extraño que Watson no fuera a que Matt me invitara. La vi hoy con Rocío, y sé que cada día se están llevando mejor. Y sobre los chicos, los he estado evitando, no por tener algo en contra de ellos, al contrario, los quería proteger, de lo que sea que esté pasando con mi vida. Decido responder a ese último mensaje, ya que, a todos los he dejado en leído. Respondo secamente "Ando ocupado, no puedo, será otro día". Otro día no será, pero es Matt y sabía que podría seguir insistiendo o preguntando. Miro la hora y ya pasaban las 7 de la noche.
Pido algo de comer y espero a que llegue.

2:58 am

Despierto por el sonido del móvil, tenía cinco mensajes de un número desconocido. Si hubiera sido en otras circunstancias lo hubiera ignorado, pero esta vez no lo hice. Leo los mensajes una y otra vez tratando de entender la situación. Me levanto rápidamente, me coloco una sudadera negra con el pantalón del mismo color y salgo del apartamento. No gasto mi tiempo en ver la dirección que habían enviado, pues me la sabía a la perfección, podría ser una estúpida trampa y si era así, estaría cavando mi propia tumba en estos momentos. Pero ¿y si era cierto lo del mensaje? ¿Y si ella si estaba allí? No la iba a poner en peligro. Llego al lugar, aún me quedaban unos pasos para entrar a la urbanización, no había tomado mi coche, pues pensé que esta hora llamaría la atención. Estaba todo oscuro a excepción de unos focos amarillentos que alumbraban la calle. Sólo había dos coches estacionados, de seguro los dueños vivían cerca. Antes de dar otro paso y seguir caminando, escucho otros, los cuales no eran los míos. Me tenso y sin hacer ningún ruido me arrincono en la parte posterior de uno de los coches. Escucho una respiración agitada, me asomo cómo puedo y la veo. Mira para todos lados, coloca ambas manos en sus rodillas y respira agitadamente.

Dios, cuanto daría por tenerla así de agitada gimiendo mi nombre, en mi cama.

No deja de mirar para todos lados ¿sentirá mi mirada?
Da algunos pasos adelante. Me tenso cuando veo sombras detrás de ella, se encontraban lejos y no las distinguía bien, podría ser alguien. Ella no las nota, pero corre suavemente hasta acercarse al mismo auto que yo me encontraba, salgo del lugar sin que me pueda ver. La toma de los brazos, quedaba de espaldas a mi pecho, le tapo la boca y la trato de arrinconar en el mismo lugar donde me encontraba yo, pero se negaba. Intento calmarla, pero antes de hablarle al oído para que sepa que soy yo, cae en mis brazos; desmayada.

–Maldición, lo que me faltaba. —Susurro. La dejo en mis brazos y me quedo ahí hasta que no veo las sombras. La tomo de la cintura y la coloco de una manera que su cabeza queda en mis hombros, la aguanto por los muslos y camino al apartamento.

3:47 am

Subo las escaleras con un vaso de agua en la mano, llego a la habitación y la veo recostada en mi cama. Dejo el vaso de la pequeña mesa de noche, y busco el alcohol en el baño. Me siento a su lado y le coloco un poco del líquido en la punta de la nariz. Se veía tan tranquila, observo todo su rostro limpio de maquillaje, sus pestañas largas recostadas en sus párpados, noto unas pequeñas pecas en sus mejillas. Mis ojos viajan a sus labios, carnosos y rojizos, pensar que los besé y que deseo volverlo hacer.
Aparto la mirada cuando veo que se mueve.

–Shhh, tranquila, soy yo ¿como te sientes? —Ella me mira sorprendida, le tiendo el vaso con agua y ella bebe todo enseguida, mientras se sienta en la cama. No dice nada, observa todo y luego a mi.

–¿Que hago aquí? —Frunce su ceño confundida.

–Larga historia, pero te desmayaste en mis brazos, me sorprende la emoción tuya al verme. —Trato de bromear, pero por su cara sé que no fue buena idea.

Cierra y abre sus ojos rápidamente, como si estuviera recordando.

–Eras tú, mierda, si eras tú ¿me quieres matar acaso?

–Si, no y no. Era yo, pero había alguien más, no sé quién, pero había alguien. Y no te quería matar, te desmayaste tu solita. —Sabía que le enojaba la forma en la que me expresaba.

–Me asustaste, pensé que, no sé, no vuelvas hacer eso.

–¿Hacer que? ¿Salvarte o cargarte hasta llegar aquí caminando? —Le sonrío burlón.

–¿Caminaste conmigo hasta acá?

–Si, pobre de mi, lo sé. Aunque, me resultaba tentador dejarte allí tirada, pero ya sabes, no soy un mal hombre, así que aquí estás.

Trato de no sonreír por su expresión.

–Pues me hubieras dejado allí tirada, antes de traerme aquí. Me largo. —Intenta ponerse de pie, pero sus piernas fallan y vuelva caer sentada en la cama junto a mi. Ignoro su primer comentario.

–De eso nada, te quedas aquí.

–¿Tengo cara de querer quedarme aquí contigo? —La miro a los ojos y ella hace lo mismo. Aparto la mirada, necesitaba salir de aquí.

–Da igual, es tarde, te quedas.

Me levanto y ella hace el esfuerzo de no decir nada. Me alejo un poco, antes de volver hablar.

–Escucha, es tarde, descansa un poco, ignora el hecho de que estás aquí. En la mañana hablamos si quieres, yo dormiré abajo.

Sin esperar respuesta salgo de ahí, la miro por última vez, ella tenía la vista puesta en sus manos. Trago saliva y bajo las escaleras.

Suspiro pesadamente ¿por qué tenía que ser tan difícil hablar con ella? Paso mis manos desesperadamente por mi cabello despeinándolo más de lo normal. Me acomodo como puedo en el sillón, miro la hora por última vez y trato de dormir un poco. Sabía que en la mañana tenía una conversación pendiente con la chica que se encontraba en mi cama en estos momentos.

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora