XII

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Ya era miércoles; contaba los días para que esto terminara; pero lo días iban pasando igual de aburridos como siempre.  No he hablado con Isaac, es obvio que lo he visto, pues estudiamos juntos y cada vez me llevo un poco más con Rocío y los otros chicos, y donde están ellos, también se encuentra Isaac, ya que, son muy amigos al parecer.

El chico con problemas me hablaba todos los días, así yo lo ignorara no se rendía.  Comenzó a llevarme flores, chocolates, cartas.  Decía que yo le gustaba muchísimo y que no había visto a una chica tan hermosa.  Entendía su problema, pero era algo que me molestaba muchísimo ya.

Se encontraba en mis espaldas y intentaba alcanzarme.

–Hola, Esmeralda. —Lo logró.

–¿Vas a seguir molestando? Ya me tienes hasta la mierda. –Hablé medio grité.

–No te estoy molestando.

–Sí, si me molestas al hablarme, ¿no entiendes que no me gusta que me hables? —Era la hora del almuerzo y estábamos en un pasillo que se llenaba cada vez más al escucharnos discutiendo.

–Pero.... yo te quiero y quiero que seas mi novia.

¿Estaba hablando enserio? ¿Quererme? Como es posible que una persona quiera a otra sin conocerla y más cuando lo ignoro todo el tiempo.

–Lo siento, pero ¿te caíste de cabeza cuando eras un bebé o naciste estúpido? Estás loco, de verdad Josef, necesitas ayuda.  Te obsesionas con las personas que en realidad ni conoces.

–No estoy loco, de verdad te quiero, esta vez es real.

–Mira, ya no me hables, ni me dirijas la palabra. Ya basta Josef, no te vengas a obsesionar conmigo.  No me conoces, nadie lo hace.  Ya jódete tu solito y deja de joder a los demás. —Me encontraba tan enojada que no me di cuenta de lo lleno que se encontraba el pasillo, trataba de salir de ahí, pero al parecer era imposible.

–Por favor espera, no puedo vivir sin ti. —No puedo creer que el haya dicho eso, me giré y me le quedé mirando.

–Entonces muere. —Salí de ahí, todos me observaron en silencio. Sorprendidos.
El necesita ayuda, de verdad que la necesita.

–Esmeralda, Esmeralda, espera.... Joder no camines tan rápido.

–¿Ahora tu qué quieres? —Quería irme; salir del instituto, pero no podía.

–Necesito hablar contigo.

–Estás hablando ahora conmigo.

–Me refiero a una conversación de verdad.

–¿Entonces esto es una conversación de mentiritas?

–Ugh.  Tu sabes que no se trata de esto.

–¿Entonces?

–De verdad Esmeralda... me tienes que ayudar, estoy desesperado, no sé nada de mi madre, tu... Tal vez puedas hacer algo.

En sus ojos se podía ver la preocupación hacia su madre, se podía ver sus pequeñas ojeras, a causa de no dormir bien.
Isaac estaba muy preocupado.

Pero por otro lado estaba yo.  Con el único recuerdo que he odiado toda mi vida, mi pesadilla; mi segundo abandono por parte de los padres de Isaac. ¿Cómo podría ayudar a una persona que me abandonó por segunda vez? Cómo lo hago sin sentir rencor.

–Podemos hablar después de las clases, ya sabes... Afuera del colegio.

No dije nada, sólo asentí con la cabeza.  No sé qué voy hacer, ¿qué le diré?
¿Cómo le digo que odio a sus padres?

Narra Isaac

Dos meses han pasado desde que mi madre se encuentra desaparecida.  No puedo ir a la policía.  No puedo buscar a alguien que no conozca para contarle lo sucedido.  No sabía exactamente que ocurría, solo me encontraba preocupado como cualquier hijo lo estaría por su madre.

¿Mi padre?
Bajo tierra.
Odiaba hablar de él, como lo odio a ese bastardo.
Deseo que Esmeralda me ayude.  Mi madre es la única familia que tengo. Ella es una buena persona; ella no quería abandonar a Esmeralda, pero no tuvo opción, mi padre la obligó.  Nos obligó.  Pero ya eso es otro tema. Concentrémonos en que espero que Esmeralda llegue.  Ya han pasado como unos 20 minutos desde que me encuentro en el parque cerca del instituto y Esmeralda aún no llega.

Narra Esmeralda

Mi mente estaba debatiendo la situación, por primera vez no estaba segura de algo, no sabía qué hacer.   Me encuentro en el pequeño parque atrás de un arbusto observando a Isaac.  Sinceramente llevo aquí más de media hora.  Llegué primero que él.  No tengo miedo, pero tenga una sensación de angustia que nunca había tenido.  No le quiero decir que odio a sus padres.  Pero... Si los odio y no estoy acostumbrada a mentir.  Estoy entre la espada y la pared, tengo esa necesidad de ayudar a Isaac, pero también tengo ese sentimiento de odio hacia sus padres.

Decido salir, tengo que afrontar la realidad.

Camino hacia donde se encuentra Isaac, que lleva sentado más de 15 minutos esperándome.
Di un gran suspiro y el último porque creó que moriré frente a tal persona, estaba nerviosa sin saber porque.

–Hola. —No sabía que decir, así que dije un pobre y seco 'hola'.

–Pensé que no ibas a venir. —Respondió observándome con sus ojos grises.

–Sí, lo siento, había mucho tráfico —¿Enserio acabo de decir eso? Que mierda me pasa, me encuentro nerviosa, y yo nunca me había puesto nerviosa por nada ni por nadie.

–¿Y no te atropellaron?

–¿Porque preguntas?

–Esmeralda, dices que había mucho tráfico, pero ni carro tienes, habrás venido caminado. –Mierda ¿Cómo sabe que no tengo carro?

–¿Y tú qué sabes si tengo carro o no? Mmh.

–Se más de lo que piensas Esmeralda. —Que borre la sonrisa si no quiere que se la borre yo... pero con Franki.

–No sabes nada, así que cállate.

–No quiero.

Lo miré con mala cara, pero lo ignoré, no iba a perder mi tiempo en estupideces.

–Bien. Y... ¿de qué quieres hablar?

–Tu sabes de que. —Se puso serio.

–Quiero que me digas que quieres de mí.

Tardó un poco en responder.  Solo me observaba a los ojos, los cuales se oscurecían poco a poco.  No dije nada, solo lo observé de igual manera.  Había cambiado tanto, solo el color de sus ojos seguían siendo el mismo, solo que un poco más oscuros.
Lo recordaba de niño, un niño tan dulce, tan bueno conmigo, con una cara de ángel; y ahora...
tan hombre, cubierto de tatuajes, con su cara gritando problemas... con una cara que puede calentar a cualquier chica con tan solo su mirada.

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora