IX

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Los tres mosqueteros.
Nada más y nada menos que Matt, Liam y... Isaac.

Que raro llamarlo así.

No podía hacer otra cosa que sea mirarlo, vi que me observaba, me enojé aún más, ¿Él no me piensa decir que es Isaac Miller?
Eso lo averiguaré.

–¿Cuál de los tres es tu novio? —Espero que no sea Isaac.... Digo, no me importa si lo es, pero... seria extraño.

–El de la derecha.  El más lindo obvio.

–¿Matt? —Pregunté.

–Matt no es el más lindo.  O... ¿Para ti sí? —Dijo mirándome a los ojos, dándome una pequeña sonrisa. –Mi novio es el de la derecha.

–Para mi ninguno es lindo. —Mentí. –Solo que el de la derecha es Matt.

–Ushh, es Liam.  El de la derecha.

–Pero... Liam está en la izquierda, Matt está en la derecha.

–Ohh, ¿en serio? Ay pues como sea, es lo mismo, pero es Liam. —No, no lo es, pensé.

–Claro.  Así que tu novio es Liam, eh. —Le dije mientras los observaba, caminaban sin ninguna importancia, como si no le importaran el resto del mundo; tenían sus miradas puestas en nosotras.  Veía como algunas chicas se les quedaban mirando.  Las comprendía, estaba segura que eran los chicos más deseados del instituto.  Los dejo de mirar cuando se acercan.

–Hola chicas. —Escuché la voz de Matt.

–Hola. —Comentó Rocío.  Antes de saludar a su novio con un gran beso, el cual todos ignoramos.

Observé a Isaac de reojo, tenía las manos en los bolsillos del uniforme y se le podía ver debajo de los ojos unas pequeñas ojeras como si no hubiera dormido bien.

–Tenemos dos horas libres. —Habló Liam, por primera vez, se le podía ver que tenía los labios un poco hinchados igual que Rocío.

–¿Por qué? —Hablé yo igual por primera vez.  Los cuatro me observaron.

–Oh, miren ella es Esmeralda, ellos son...

–Ya sabemos quién es Ro. —Habla Isaac mirándome seriamente.

–Oh, no sabía, pero que bien.

–El profesor de Matemáticas y la de Literatura, no vienen. —Comentó al final.

–Genial, horas perdidas. —Dije para mí, pero al parecer me escucharon.

Tocaba la clase de matemáticas, con Isaac y Rocío.  Y Matt y Liam tenían literatura.

Narra Isaac

En estos últimos días no he podido dormir bien. ¿La causa? Dos cosas o podría decir dos personas, la primera mi madre, que se encontraba desaparecida, la segunda Esmeralda Watson. 
No le he dicho mi nombre.  De hecho, le mentí sobre mi nombre.  Eso era algo que me ponía nervioso.
Para ella soy Ignacio; y por ahora así se quedará.  No puedo creer que esa niña que se estaba convirtiendo en algo como mi hermanastra sea ella, sea esa hermosa chica que es ahora.  Aunque cuando pequeña era hermosa también, pero verla así, adulta... es muy diferente.

Los chicos se encontraban hablando, <y con eso me refiero también a las 2 chicas que se encontraban aquí> ya que teníamos 2 horas libres.

–Y cuéntanos Esmeralda ¿cuántos años tienes? —Escuché preguntar a Matt.  Nos encobrábamos en la cafetería, Esmeralda se encontraba frente a mí, para mi mala suerte.

–17. —Contestó esta sin más.

–Mm, ¿no vas a preguntar y ustedes? —Habló esta vez Liam, ganándose un zape por parte de Rocío.  Reí un poco por eso, siempre se tratan así, pero hacen una bonita pareja.

–¿Y ustedes? –La escuché preguntar.

–Todos tenemos 17, pero este tiene 18.  Es el mayor. —Lo último lo dijo señalándome con la mirada, le agradezco mentalmente que no haya dicho mi nombre.  Ella me miró, pero apartó la vista rápido haciendo una mueca.

–¿Con quién vives Esmeralda? ¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí? —Mierda, también tenía esa duda, pero sabía que la primera pregunta era algo incomoda para ella.  Lo más que deseo es que Matt cierre su puta boca ya.

–Sola, y he vivo aquí toda mi vida. Contestó fría.

–¿Y tus padr...

–Matt cierra tu puta boca ya. —No me pude aguantar por más que quería. ¿Por qué pregunta esas cosas? A él no le importa.

Todos me miraban raro, excepto ella.  No sabía que decir, así que me levanté de mala gana y salí de allí.

Esto es mucha presión para mí.  No sé qué me está pasando.  Salí de la cafetería y me dirigí al patio trasero, donde hay árboles.  Prendí un cigarro, ya que nadie pasa por aquí, me recosté de un troco.  Pensaba en todo, pero no llegaba a nada.

–Así que fumas ¿eh? —Escuché esa voz.  Esto no puede ser.

–Eso no te incumbe. —Contesté frío.

-Bueno, que yo sepa en este colegio no se fuma.

–¿Qué quieres, Esmeralda? —Esta vez me giré para poderla ver, era más baja que yo, mucho más.

–Nada en específico. —Contestó un poco sería. –Peeroo... ayer te fuiste muy rápido, y no me dejaste preguntar algo.

Joder.

–¿Qué? —Pregunté en tono muy serio. Tardó un poco en responder.

–¿De quién es la madre que está desaparecida? ¿De Ignacio... o de Isaac? —Preguntó está en un tono que nunca lo había escuchado de ella, muy frío.  Tragué en seco.  Ambos nos observábamos directamente a los ojos, serios.

¿Cómo sabía ella eso?
¿Y ahora que le contesto?

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora