IV

230 10 1
                                    

Un chico bastante guapo, la verdad.  Hay que admitir más cosas como son. Llevaba una camiseta gris que las mangas le llegaban a mitad del brazos, dejando ver ver unos brazos tonificados u llenos de tatuajes.  Al parecer, no es del instituto, ya que no tiene el uniforme.  Es bastante alto, piel clara acompañándola con unos ojos grises y el pelo castaño cobrizo alborotado, pero bonito.

–Señorita, ¿como fue que usted dijo? —Preguntó el director.

–Creo que oyó bien lo que dije. —Aún seguía parada frente a la puerta.

–Mire, no estoy de humor ¿me podría decir su nombre y por qué su uniforme está tan corto?

–Bueno, la persona que compró el uniforme al parecer pensó que yo estaba muy flaca, cosa que no, como ve, por eso me queda un poco pequeño y la respuesta a su otra pregunta; me llamo Esmeralda... Esmeralda Watson. —Dije sin ánimos, de los cuales volvieron cuando vi que el chico se sorprendió y se tensó mucho, podría decir que bastante.

–Bueno, yo me tengo que ir. –Escuché su voz; ronca y atractiva.

¿Qué? Aunque la gente no me caiga bien, sé admitir cuando un chico está bueno, soy mujer, tengo hormonas, lo siento.

–Si, se puede retirar, pero para mañana viene con el uniforme, no permitimos que vengan así y más usted enseñando todas esas barbaridades en los brazos.

Sí, se refería a sus tatuajes. 
Estos adultos de hoy en día.

Entonces él sí estudia aquí.

–Como sea. —Esa fue su respuesta hacia el director.  Pasó por mi lado sin mirarme, tropezó con mi hombro para abrir la puerta, al chocar se cayeron los papeles que tenía en mi mano.  Me miró de una manera que no pude comprender ¿mal? No lo sé, pero siguió su camino, dándome vista a su espalda ancha y musculosa.

Pensé que iba a ser caballeroso y recoger mis papeles que por culpa de él cayeron al suelo, pero no.

–Uy, no te vaya a dar diabetes por ser un poquito dulce y caballeroso conmigo, hijo de...

PERO ¿cómo se atreve a sacarme el dedo del medio? Y sin mirarme para completar y no estoy diciendo que sea mejor mirándome.

–Estúpido, ya sabes que hacer con él. —Le grité cuando dobló por el pasillo.  Y ya no lo pude ver.

Mire hacia el frente, encontrándome a un director con los ojos y la boca bien abierta.  –Se le podría meter una mosca. —Le dije.

–Señorita, pero... ¿que son esos modales? Cierre la puerta y siéntese.

–Modales son los que tiene aquel, no me ayudó ni a recoger lo que se cayó por su culpa y me sacó el dedo, a mi nadie me saca el dedo.  —Dije alzando lo papeles del suelo.

Luego me senté en uno de los dos asientos incómodos que permanecían frente al escritorio del director.

Este es mi primer día y el peor por lo que veo.  No me imagino los que me faltan.  Termino de hablar con el director, el cual me advirtió de varias cosas, y que no permitía a ningún alumno luego de haber comenzado las clases, pero por su amigo Richard haría una excepción por mi, así que debo de tener una buena conducta y buenas calificaciones.  También, me comentó de algo que por lo menos me alegró un poco el día y es que los viernes no hay que venir con el uniforme, puedes venir con la ropa que quieras. "Claro, después que sea una vestimenta apropiada" esas fueron las palabras del director llamado Esteban, ese nombre no le cae a un director como ese de amargado y feo, la verdad.
Camino hacia mi segunda clase, ya que la primera la perdí por estar en la oficina.

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora