XIX

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Narra Esmeralda

Termino la bebida, ya es el octavo vaso que bebo y siento como me hace efecto.  No soy una persona de beber seguido, pero de vez en cuando me gusta tomar y sentirme libre.  Miro todo a mi alrededor, aunque sea de noche se nota que la playa es muy bonita, hay una cabaña bastante grande con mesas y sillas, donde se piden las bebidas, donde están los baños, y una pequeña terraza con luces.  Miro a esa dirección y sonrío a recordar la cara de Isaac cuando me quité el traje y quedé en traje de baño.  Debo admitir que se veía malditamente sexy.  Sabe cómo vestir, aunque la fiesta era en la playa él no tenía la vestimenta adecuada o al menos no como la mayoría, por eso llamaba bastante la atención, aparte de su belleza y de todos sus tatuajes, claro.  Y esa cadena en el cuello que siempre lleva puesta lo hace ver más caliente. 

Ignoro por completo mis pensamientos maldita bebida.

–No entiendo porque esta fiesta no la hacen de día.  De noche yo no me metería al agua, ¿tú sí? —Miro a Rocío sonriendo por sus ocurrencias.  Nos encontrábamos sentadas en unas rocas alejadas de la orilla de la playa, pero se veía perfectamente cómo las personas se metían al agua ignorando el frío que hacía.

–Yo tampoco, de hecho, nunca me he metido a la playa. —Respondo y doy otro sorbo de la bebida.  Rocío se estaba riendo por todo, creo que ni prestó atención a lo que dije y ahí fue que me di cuenta que estaba media borracha, hasta que ella misma lo confirmó.

–Iré a buscar a Liam, le diré que no me deje beber más.... ¿porque estoy tan mareada? —Vuelve a reír cuando se levanta y sigue caminando.  Me quedo sentada observando mis pies llenos de arena y viendo cómo la gente disfruta tanto algo tan estúpido como una fiesta en una playa.

–¿Por qué tan sola Caca?

–Ya supera eso quieres. ¿Y tú por qué tan solo Matt?

–Jamás lo superaré... y yo no estoy solo... que te pasaaa, Matt nunca está solo. —Dice este caminando y tambaleándose, hasta que logra sentarse en la misma roca que estaba Rocío hace unos minutos.

–Ya claro, como usted diga. —Respondo riendo.  He notado que cuando bebo un poco de más, río más seguido. 

Pero bueno que culpa tengo yo, son efectos del alcohol.

–Que amargada Caca, iré a buscar una chica más divertida, hablando de chica... viste esa con tacones. —Ríe a carcajadas aguantándose su barriga, rio al verlo así. –¿Cómo a alguien se le ocurre venir en tacones a una playa? chica tonta. Por cierto, estás de muerte con ese bikini, pero ya sabes, eres prohibida.  Pásala bien, disfruta.

Termina de hablar y se va como puede. ¿Soy prohibida? ¿A que se refiere?
Se nota que está bastante borracho, tal vez lo dijo sin sentido alguno. Busco mi móvil para ver la hora, 1:46 de la mañana.  Decido que ya es hora de irme, voy primero al baño que está en la cabaña.  Desde lejos veo que esta no está tan llena ya que la mayoría estaba en el agua o bailando en la arena, así que decido a ir.

Ya dentro de la cabaña veo que solo hay unas 5 personas, incluyendo a Isaac y a la chica con la que estaba.  Ahí entendí porque no lo volví a ver en toda la noche.  Los ignoro por completo y decido ir al baño, ya adentro me lavo las manos y de una pequeña cartera que tenía saco el traje que llevaba puesto cuando llegué, vuelvo y me lo coloco para irme. 
Ya lista salgo del baño y...  mala idea.  Me encuentro acorralada por un Isaac algo molesto.

–Aléjate. —Le digo algo incomoda.  Su cara estaba muy cerca de la mía.  Su olor llegaba a mis fosas nasales, olía a alcohol, cigarro, menta y algo de su perfume.  No era un olor que incomodara.  De hecho, se sentía bien, bastante bien diría yo.

–No me alejo. —Dice acercándose cada vez más.

Rezaba porque a alguien le dieran ganas de ir al baño y entrara por el pasillo que nos encontrábamos para que se alejara.  Pero no.  No tenía tanta suerte.  El pasillo de los baños se encontraba en total silencio, solo nosotros.

–¿Qué quieres? —Trate de preguntarle enojada, pero más bien fue un susurro.  No sé si fueron los 8 tragos que me tomé, pero me sentía nerviosa tenerlo tan cerca.  Me sentía débil en ese momento, no podía ni mirarlo a los ojos.

–¿Que qué quiero? Muchas cosas Esmeralda. —Lo miré a los ojos, tenía un brillo que no podía descifrar, pero se encontraba serio.

–¿Estás borracho? —Fue lo único que se me ocurrió preguntarle, aunque ya sabía la respuesta.  Es obvio que estaba borracho.

–Tal vez si o tal vez no, pero qué tal si lo comprobamos. —Dice con una sonrisa burlona.  No lo entendía, pero no paraba de responderle.

Te gustaba jugar con fuego Esmeralda.

Me encantaba.

–¿Cómo?

–Joder Watson no hagas eso. —Traga en seco.  Realmente no entendía nada de lo que decía.

–¿Qué cosa?

–Esto.  —Veo que acerca su mano derecha a mi cara, siento como su dedo pulgar toca mis labios mientras los observa, haciendo que mis dientes soltara mi labio inferior.  Vuelvo hacerlo cuando quita su mano, sus ojos viajan de mis ojos a mis labios, y así unas cuantas veces. 

¿Hace como que calor aquí verdad? ¿Habrán apagado el aire? ¿Por qué tengo tanto calor?

¿Será porque me tiene acorralada? Puede ser, porque tiene ambas manos pegadas a la pared y yo entre medio de ellas.  ¿O será por su mirada?  Ya no sé ni donde estoy.

El solo se me queda mirando por más tiempo, sin decir nada.  Yo solo cierro los ojos sin poder hacer nada.  Siento un pequeño roce que hace que mi piel se erice.  Su olor más fuerte hace que tenga más ganas de sentir sus labios en los míos.  
Pero eso no pasa.  Abro lo ojos y lo veo sonriendo.  Maldito.

–Créeme Esmeralda, que, aunque esté borracho me acuerdo perfectamente que te dije que me las pagarías.

Y se fue.  Dejándome sola.  Con mucha calor. Dándome a entender que era la última vez que bebía cerca de él.  Porque estoy segura que si hubiera estado completamente sobria nada de esto hubiera ocurrido.  O eso creo.

Ya habíamos rozado los labios, pero jamás en una situación así.  Y yo tan débil ante él, maldita seas alcohol, maldito seas Isaac.

***
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