XIII

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Narra Isaac

¿Que qué quiero de ella? No lo sabía al cien por ciento, pero si estoy seguro que quiero que sea ella la que me ayude.

–Necesito que me ayudes. Sinceramente esto es muy difícil para mí, no saber dónde está mi madre.  Tú no tienes idea.

–Es gracioso lo que dices, porque sé exactamente lo que se siente.

Mierda, claro que sabe.  –No quise decirlo de ese modo.

–Pero lo dijiste.  No he tenido madre, padre, nada Isaac ¿te parece poco eso? ¿Crees que no sé qué sientes? pero realmente sí sé, porque joder ni familia tengo Isaac.  No sé de dónde vengo.  Porque obviamente tengo que tener una familia, porque ni modo que me haya traído un ave o haya nacido de una mata de plátano.
Isaac, te quejas, pero yo no sé de dónde vengo.  No sé si mi familia era pobre o rica.  No sé si eran locos, o tal vez una familia feliz.  No sé si eran buenos o malos.  Lo único que sé, es que me abandonaron.  Y ya eso los hace terribles, como tu familia, que, al igual, me abandonaron cuando tenía 6 años.  Y tú quieres que ayude a tu madre.  Que patético eres Isaac.  No seré buena persona con tu familia.  Ella no fue buena conmigo, ¿Por qué ayudarla? ¿Por qué no lo hace tu estúpido padre?

Patético.  Me acaba de llamar patético.

Sus palabras me dejaron mudo, entiendo que piense así, pero está siendo muy dura.  No puedo creer que ella tenga tanto dolor por dentro como para no ayudar a alguien que realmente lo necesita.  Sinceramente me da asco que piense así de mi madre.  Ella no tiene idea de todo lo que mi madre ha pasado.

–Esmeralda, ¿de verdad estás hablando enserio? —Estaba un poco confuso más que enojado.

–Muy enserio, Isaac.

–Bien.... pero te diré una última cosa, estas siendo muy cruel, no tienes ni idea de lo que estás haciendo ni estas diciendo, te arrepentirás, te lo juro por mi estúpido padre que está en el infierno que te arrepentirás.

Me fui, no iba a rogarle.  Estaba tan enojado que solo quería pegarle a cualquier persona que se me parara al frente.  Y no quería pegarle a ella, eso jamás, aunque sea ella la culpable de esto.

Narra Esmeralda

¿El padre de Isaac está muerto?

¿Me arrepentiré de mi decisión? No lo sé, tengo tanto odio que no puedo pensar en otra cosa más que en lo sucedido cuando pequeña.
Sinceramente no sé porque le dije todo eso, era algo que tenía guardado hace mucho tiempo y solo salió.

Tengo la opción de ayudar a su madre, solo por él, pero el odio y el rencor son más fuertes.
Salí del parque por el lado contrario en el que él se fue.  No lo quiero volver a ver, pero eso era algo imposible.  Pasé años sin verlo, a verlo diario.
Isaac ha cambiado, yo he cambiado.  Todos cambiamos en algún momento de nuestras vidas o por alguna razón.  La última vez que nos vimos éramos solo unos niños, niños que no entendíamos la vida.  Isaac y yo teníamos una conexión cuando niños, yo lo sabía y creo que él también, pero ya no o eso quería creer.

Me encuentro en mi cama, son las 2:36 de la madrugada.  El sueño aún no me llega.  Llevo horas pensando en Isaac.  Estoy segura que no se quedará con los brazos cruzados.  Eso lo sé.
Recuerdo que desde pequeño siempre fue un niño muy vengativo y rencoroso, siempre se vengaba de las bromas que le hacían sus amigos, digo, si es que se le puede llamar amigos a aquellos niños y luego les dejaba de hablar.  Se vengaba absolutamente de todo, hasta de las pequeñas bromas que yo le hacía.  Y en ese tiempo tenía unos 5 o 6 años. 

Y la pregunta que me no dejaba dormir era ¿Se vengará de mi por no ayudarlo?

Escucho la alarma sonar y lo menos que quiero es levantarme.  Como odio esa puta alarma.   Alguien que me traiga una basuca, por favor.

Sin ánimos apago la alarma y me levanto.  Termino de arreglarme como todos los días y salgo del apartamento directo a la maldición.  Puto colegio, putos profesores, puto Isaac y putos todos.

–No lo acepto. —Le digo a la profesora.  Put... inhala, exhala.

–Señorita, ¿acaso ves que te estoy preguntado? No, verdad... El trabajo lo harás con el señorito Miller y punto.

–Pero yo no lo quiero hacer con él. ¿Que no entiende? Él y yo no nos llevamos bien... ¿acaso quieres un mal trabajo? Me imagino que no.  Mejor deme otro compañero.

–No. Y no.  Esa es mi última palabra.   Su compañero es Isaac. Y les advierto, quiero un buen trabajo. —Ahora sí, PUTA VIEJA.  Y PUTO Isaac que no dice nada.  Enojada salgo del salón de clase, sin permiso, claro está.  Esa profesora me las va a pagar.  Tendré que hacer un puto trabajo con Isaac.  Y lo que quería era alejarme de él.

Yo creo en el karma y ahora el karma está en contra de mí.  Puto karma.  Uhg.

–Maldito Isaac de mierda.  Púdrete. —Me encontraba pegándole a la pared, estaba en un pasillo, no había nadie, todos se encontraban en clase.  O eso pensaba.

–¿Por qué no te pudres tú, mejor, no lo crees? —Escucho la odiosa voz de él.

–Mejor lárgate. Enserio. No estoy de humor. —Le digo sin mirarlo.

–Ay Esmeralda. ¿Qué te crees? ¿Eh? Así es la vida, un día estamos bien... al otro no nos reconocemos... y ahora nos odiamos.  El mundo no gira alrededor de ti, supéralo.  Dime... ¿Porque será que te pasa esto? Lo voy a contestar por ti... te pasa esto, porque te lo mereces. —Cada vez se me acercaba más... Yo estaba enojada, más que enojada.  Podía sentir su respiración en mi frente... En mi frente ya que es más alto que yo.  Sentía mi cara roja de tanto enojo.

–Pues te equívocas. —Le dije mientras lo empujaba. –No sabes nada, Isaac.  Te odio... y odio a tu puta familia. —Veía como sus ojos se oscurecían y se tensaba. –De verdad lo hago, maldita sea... crees que me merezco esto, pero... ¿Sabes una cosa? Me merezco cosas peores... porque ¿A ti?... Ja, a ti te puedo arrastrar querido, ¿no sabes dónde está tu mamita? Que pena me da, ya somos dos.  Escucha bien lo que te diré; si yo me arrastro, tú te vienes conmigo maldita sea. —Volví y lo empujé, y salí de ahí.
Se encontraba paralizado, con una cara de pocos amigos, se veía tan enojado que daba miedo.

Esto no es solo por un trabajo... claro que no.

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora