XXXII

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Hoy se cumplía tres meses desde mi llegada al instituto. Tres meses completamente diferentes a los que pensé que serían. Tres meses de muchos cambios... restaba cada día, cada semana y cada mes que pasaba... contaba los meses que faltaban para terminar la escuela. Quería dejar todo atrás y volver a mi vida cotidiana, pero eso no pasaría hasta que terminara este último año de escuela, y me fuera de esta cuidad, porque si, llevaba planeando esto hace mucho, iba a salir de esta cuidad y hacer una nueva vida en otro lugar.

Cuando Isaac apareció en mi vida me di cuenta que el pasado te persigue de una u otra manera, pero llega a ti, enseñándote que no importa el rencor, el odio o el sufrimiento que tengas en tu corazón; el pasado te sigue, destrozándote una y otra vez, y no termina hasta que te perdonas a ti mismo y a los demás.
Pero ese era el problema, que yo no sabía perdonar; me costaba perdonar, y por más que trataba de olvidar, no podía. Los recuerdos seguían consumiéndome poco a poco. Y sabía que irme de la cuidad no arreglaba nada, aún así, pensaba que, si no veía a Isaac, tal vez los recuerdos no fueran tan seguidos, ni tan dolorosos. Pero antes tenía que investigar a cerca de Rubí, necesitaba dejar de hacerlo, pero había hecho un trato... y cuando de un trato se trataba, lo cumplía, fuera cual fuera... esta sería mi última investigación aquí, y la haría bien.



12:38 pm

–¿Y que harás esta noche? —Pregunta Rocío con curiosidad.

–Estaré en casa, ya sabes, lo mismo de siempre. —Miento.

Nos encontrábamos en el Starbucks más cercano de mi apartamento, y cuando digo cercano, hablo de 30 minutos de distancia. Llevaba una semana que no salía con esta chica, solo nos veíamos y hablábamos en el instituto, así que, hoy sábado al medio día ambas decidimos salir a comer algo.
Había decidido que los meses que me quedan en este lugar la iba a pasar bien con los chicos, y más con ella, ya que, se ha convertido en lo que podría llamarse amiga. No le iba a contar a nadie mis planes futuros. Sabía que si lo hacía, podrían arruinarse.

Dicen que, si cuentas lo que deseas, quieres y anhelas, no se cumple, y de verdad quería irme de este lugar. Por ende, me iba a ir sin despedidas, sin problemas, y sobre todo y lo más importante, sola.

–¿Y no quisieras ir a una fiesta hoy? —Su sonrisa me da la impresión de que tratará de convencerme si mi respuesta es un 'no'. Y claramente, esa será mi respuesta, ya que, hoy sí tendré planes para mi y parte de mi trabajo.

–No lo creo, y créeme que no cambiaré de idea, digas lo que digas. Así que, no pierdas tu tiempo. —Trato de sonreír.

–Vale vale, ya, me rindo. No diré nada, solooo que, bueno será en el bar del primo de Matt, así que todo será gratis para nosotros, hay que aprovechar, te enviaré la dirección por si cambias de parecer. —Su tono de voz hace que sonría.

–Suena bien, pero no lo haré.

–No pierdo nada con intentarlo.

Solo asiento con la cabeza dando fin al tema, suena bien el lugar y más si será gratis, pero... tengo trabajo que hacer, y, en cuanto acabe con esto pronto, mejor.


3:05 am

Camino en la madrugada, oscura y silenciosa. Recordaba a la perfección esta calle, hacia tantos años que no la pisaba. No había cambiado nada, en lo absoluto. Camino mientras observo cada casa, las recordaba todas; no eran casas lujosas, para nada, pero tampoco eran casas pequeñas, más bien, eran casas normales, cada una tenía su jardín, algunas tenían juguetes tirados en el patio, incluso, otras tenían pequeñas piscinas de plásticos. Sigo caminando con pesadez hasta la penúltima casa, no me acerco mucho, solo me quedo en la acera del lado contrario. Me llegan pequeños recuerdos de mi infancia, jugaba en ese mismo patio con Isaac, corríamos bici por toda esa calle, hasta hicimos algunos amigos, que vivían cerca. Trato de borrar esos recuerdos y presto atención a lo que vine hacer. Sabía que nadie vivía, pues era de los padres de Isaac y al ellos irse solo llegó a ser una casa abandonada. Pero ese no era el problema, el problema era que al parecer alguien la habitaba en estos momentos. Habían dos camionetas grandes negras estacionadas en la entrada del jardín y algunas luces encendidas desde adentro, mis sospechas eran ciertas; todo esto que le está pasando a Isaac, también tiene que ver con la desaparición de su mamá. Escucho algunos ladridos de perros en la calle, era de madrugada y lo menos que quería era llamar la atención de alguien, así que, salgo de ahí rápidamente. El miedo de ser descubierta me llegó en un instante, estaba haciendo mi trabajo, pero no quería meterme en más problemas, bastante ya tenía. Inhalo buscando el aire que estuve perdiendo mientras corría. Ya no me encontraba tan cerca de la casa, así que, calmo mi respiración, coloco ambas manos en mis rodillas y respiro pesadamente.

Falta de ejercicios. Lo sé.

Tan pronto me siento con el aire suficiente para seguir hasta mi apartamento, el pánico me llega, observo para todos lados, pero no veo nada, ni nadie, a excepción de dos autos estacionados más adelante, pero recordaba que habían estado ahí mucho antes de que llegara a la casa. Me tranquilizo por eso, pero la sensación de ser observada no se va, sigue ahí, el miedo crece aún más. Las calles solo están alumbradas por algunos focos con luces amarillentas, algunas no funcionan bien, por lo tanto, encienden y apagan de vez en cuando, lo cual, le da un aspecto terrorífico.

Por Dios, no sabía que era tan miedosa, hasta ahora. Siempre fui una chica que no le temía a nada, y ahora aquí, en este lugar, sola, siento como el miedo me corre por las venas y hace latir mi corazón más fuerte de lo normal. Y eso, eso me hace enfadar mucho conmigo misma.

Decido seguir corriendo y salir de ahí, vuelvo a observar todo, pero aún no veo nada, así que, me lanzo a correr; al pasar el segundo auto que se encontraba ahí, alguien me toma de los brazos y me tapa la boca con su mano. Trato de gritar, pero la fuerza que hacía tal persona, no me dejaba. Mi espalda se encontraba pegada a su pecho, por tal razón, no podía ver a la persona. Por su fuerza y altura sabía perfectamente que de un hombre se trataba. Cierro y aprieto mis ojos, la respiración me faltaba, no aguantaba la pesadez de mi cuerpo, los músculos se me tensaban ¿que carajos me pasaba? ¿me estaban asfixiando? ¿me querían matar? Eran tantas las preguntas que me llegó en ese momento, que no pude más, me dejé llevar por la fuerza de mi pecho, caí.


***

¡Feliz Año Nuevo! Amores. Tarde, pero seguro. Espero que la hayan pasado de maravilla.
Y tú, que me estás leyendo en estos momentos. Espero de todo corazón que este, sea TÚ año, y sea especial y inolvidable🤍

Pd. Espero que les haya gustando el capítulo. Es un poco corto, pero pronto vendré con mucho más.

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora