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El fin de semana había pasado rápido, desde el viernes en la fiesta no sabía nada de Rocío y sus amigos.  Pues Rocío me había estado enviando mensajes, pero yo los ignoré hasta que dejó de insistir, y se lo agradecí mentalmente.  No quería saber de nadie por unos días, pues después de lo sucedido con Isaac la pasé muy mal, no podía dormir bien, ya que las pesadillas aumentaron, aparte de que en mis pensamientos siempre se encontraba Isaac.

Ya hoy era lunes y lamentablemente tenía que ir al instituto.  Hubo días en los que Richard no me podía llevar, así que decidí caminar todos los días hasta que me pudiera comprar mi propio auto, pues no me gustaba depender de alguien.  En el camino me coloco los audífonos con música bastante alta, era más cómodo caminar con música.  La semana anterior me encontraba siempre con Rocío a mitad de camino, al parecer vivía cerca, pero hoy no fue el caso.  Ya estando en la entrada me dirijo a la taquilla, hoy no llegaba tarde así que me daba tiempo de buscar unos papeles.  Seguía aun con la música inundando mis oídos ignorando todo y todos a mi alrededor.  Veo como las personas sonríen y hablan con otras como si se conocieran de años.  Tengo que admitir que no me gusta mi vida.  Y que quisiera haber tenido otra, haber crecido de otra manera, con amistades, con padres, tener personas a mi alrededor que se preocuparan por mí y me quieran.  Pero desgraciadamente para mí no fue así.

Siento que me tocan el hombro y giro.  Veo a una sonriente Rocío moviendo sus labios de una extraña manera, de seguro me está hablando, así que me quito los audífonos y apago la música.

–No te escuché nada. —Le dije guardando los audífonos en la taquilla.

–Mierda, ya no quiero repetirlo. —Dice sonriendo.  De verdad que esta chica tiene un gran problema psicológico, porque no para de reír ¿no le dolerán los cachetes de tanto reír? Pero tampoco para de hablar. –Hoy Liam me trajo, así que no pude encontrarme contigo y ya mi auto está listo en el taller, así que ya no nos encontraremos en la mañana, a menos que yo te busque.

–Me di cuenta, y no, está bien así. —Digo cerrando la taquilla, y caminando directo al aula y con ella atrás.

–Oye no me respondiste ninguno de los mensajes, pero lo entiendo, no es que seamos mejores amigas para que siempre me respondas, por eso dejé de enviar, me sentí tóxica.  Lo siento. —Hablaba hasta por los codos.

–Solo necesitaba espacio, no estoy acostumbrada a esto. —Le dije señalándonos.

–Entiendo, no te preocupes. —Ya en el aula ella se sienta en su lugar y yo donde me senté el primer día.  Van llegando poco a poco más estudiantes, Liam y Matt estudian en otra aula, solo Rocío, Isaac y yo estudiamos juntos.  Por último, veo entrar al profesor, pero de Isaac no veo rastro y creo que es mejor así, verlo después de lo ocurrido el vienes no sería buena idea.

Las clases pasaron rápido.  En la hora del almuerzo me senté sola, pero pronto llegó Rocío con su novio y Matt.  Hablaron de todo un poco, pero nunca mencionaron por qué su amigo no llegó al instituto hoy, tampoco pregunté, eso no es asunto mío y tampoco me importa.

Tan pronto dieron las 3:00 pm las clases terminaron así que caminé directo a mi apartamento, pero antes me detuve en una farmacia que había cerca de mi hogar pues cabe mencionar que no me sentía muy bien, desde hace unas horas me dolía el estómago y la cabeza.

Ya estando en mi apartamento me siento mucho mejor, silencio, mis cosas, mi hogar.  Debo decir que no es muy grande, pero es reconfortante, pues consiste de una sala, cocina lo bastante cómoda y un pequeño pasillo donde solo hay una habitación y un baño.  Lo bastante cómoda como para vivir sola, y todo siempre está limpio.  Lo más que me gusta es la pequeña ventana en cristal que está en la sala, pues estoy en un quinto piso de un edificio, y se ve algo de vista, así que no está nada mal.  Cierro la puerta con seguro y voy directo a la cocina para beber lo que compré en la farmacia.
Me ducho; y solo me quedo con una camiseta que me llega a medio muslo y mi ropa interior en la parte de abajo <pues vivo sola así que para que me voy a vestir bien> me hago una coleta algo despeinada y me digno en hacer las tareas, pues apenas hoy era lunes y esta semana tenía examen, me siento estúpida al preocuparme, pero tampoco quiero salir mal.

___

Escucho unos ruidos fuertes que me hacen despertar.  Me doy cuenta que me había quedado dormida con la libreta casi en la cara y esta se calló, miro la hora y veo que son las 11 de la noche.  Diablos dormí mucho y tampoco cené, pero me daba igual tenía mucho sueño así que me acomodo mejor en mi cama y cierro los ojos... vuelvo a escuchar el ruido que me hizo despertar.

–Joder. —Digo para mí misma dándome cuenta que están tocando la puerta.  Intento ignorarlo, pues la persona se irá... o eso creía. –Maldita sea ya voy. —Dije aunque sabía que no me iban a escuchar.  Salgo de la habitación como pude ya que me sentía dormida y abro la puerta.

Mala idea....

–¿No me vas a dejar pasar?... mala educación. —Observo como Isaac está parado frente a mí, con unas gafas de sol puestas, lo cual no entendía ya que era casi media noche, una cerveza en la mano derecha y un cigarro en la izquierda.  Lo dejo entrar de mala gana, pues tenía sueño maldita sea.

Nota mental: verificar si los medicamentos que me bebí daban sueño.

–¿Qué haces aquí? —No me responde, pues solo se me queda mirando. Realmente no sé a dónde está mirando ya que tiene las gafas y no se ven sus ojos, pero supongo que es a mí, ya que estoy frente a él.

–No lo sé. —Responde dejándome algo confusa.

–¿Qué quieres?

–¿Estarás así conmigo siempre Esmeralda?

–¿Cómo? —Sabía a qué se refería, pero quería que él lo dijera.

–Cortante conmigo. —Veo que se tambalea y se sienta en un mueble, deja la cerveza y el cigarrillo en la mesa central riendo.  Ahí es que me doy cuenta de algo.

–¿Estás borracho? Sí, sí que lo estas. —O al menos un poco.

–Claro que no, deja de contestar por mí. —Veo que se ríe y se quita las gafas. Auch era mejor que se las dejara, pues veo que tiene un moretón en su ojo derecho.

–¿Que te pasó? —Pregunté acercándome.  No sé ni porque me preocupo.

El sueño debe ser.

–Me pelee. —Es lo único que responde levantándose y quedando frente a mí.

–¿Con quién?

–¿Acaso importa?

–¿Entonces para que viniste? —Le digo alejándome un poco.  Pero este hace lo contrario cuando responde.

–Quería verte. —Sonríe y se va acercando cada vez más.

¿Como era posible que dos palabras me hicieran temblar?

Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora