Despierto, es viernes.
La mayoría de personas odian los lunes, creo que todo el mundo pero yo por mi parte, odio definitivamente los viernes. Día del psicólogo.
En realidad no sé en qué ayuda ese hombre. O sea, no yendo a escucharlo mi vida mejora o soy millonaria, es más, gasto dinero por una hora de idioteces masticadas. No comprendo por qué mi madre sigue creyendo que me hace bien.
Como sea, todo el día es común. Clases, críticas, peleas y Louise. Lo único bueno al final de un día de clases, es ella, siempre ella.
Cuando llego al consultorio, tomo asiento. Desgraciadamente llego diez minutos antes. El lugar es “lujoso” o intenta serlo y para vista de algunos, lo es pero para mí, fracasa. Los muebles color guinda suenan cada vez que me muevo, lo cual es totalmente incómodo.
Pasan los diez minutos y me veo obligada a pasar a esa sala. Esa maldita sala de la tortura donde tengo que fingir que estoy bien para que decidan que ya no tengo que ir.
-Anna, es un gusto verte-me dice el doctor Méndez.
Él tiene cincuenta años, apenas y tiene cabello, canoso y aburrido hasta el infinito. Está sentado frente a la silla en la que usualmente me siento a soportar la tortura. La habitación tiene un color verde viejo, como si lo hubieran pintado antes de la segunda guerra mundial. Cuadros a blanco y negro, acompañados de algunos muebles con libros.
-Igualmente-digo hipócritamente.
-Cuéntame tu semana.
Y lo hago. Obviamente lleno de flores y colores. Hago parecer como si no tuviera problemas en el colegio, en casa tal vez pero leves. Intento sonar sincera así que no me esfuerzo en mentir, espero a que salga con cierta naturalidad.
Él viejo parece contento porque cree que sus años de estudio hacen que una adolescente vea la vida mejor.
-¿Y tu padre?-pregunta después de que haya dicho todo.
-Lamentablemente vivo-Digo con una sonrisa
-Él no tiene la culpa de nada. En un matrimonio…-
Y lo escucho decir el patético discurso que mis padres tienen problemas y que yo esté a favor de uno, no ayuda en nada para mejorar sus problemas de familia.
Llevo nueve meses escuchando lo mismo. Nueve meses de fingir mierda. Nueve meses de hacer creer a mi madre que el psicólogo me ayuda.
Literalmente, quiero quemar este consultorio y que todo se consuma hasta que sea lo que es: Nada.
Estoy feliz y eso les conviene. So les publicaré otro capítulo
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I can't Change (Lesbian love) {En edición}
RomansaHay casualidades en el mundo. Casualidades que nos cambian la vida y que hacen que todo se vea mejor. Casualidades que nos marcan para toda la vida. Ella fue mi gran casualidad. No sabía que podía enamorarme de mi mejor amiga, sólo pasó y no me arre...