Capítulo 18 "Razones"

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-No entiendo por qué ir a comer al mismo lugar... -dijo Alan.

-Me gustó la pizza- le contesté. La sangre se me subió a la cara.

-Y la atención- agregó Alonso en voz baja. Me puse más rojo.

Iba a terminar golpeando a ese chico.

Caminamos en silencio por el centro comercial. Las tiendas estaban medio vacías, y muy poca gente caminaba por los pasillos.

Cuando por fin llegamos a la pizzería yo era un manojo de nervios. Todo había salido bastante bien la otra noche, pero aun no sabía que esperar.

Las puertas de cristal del lugar estaban cerradas, pero me permitieron verla. En realidad, verlos.

Mónica estaba recargada en el mostrador riéndose, el vidrio no me dejaba escuchar por lo que parecía una película muda.

Verla tan sonriente me quitó el aliento. Casi flotaba. Y entonces volví a caer. Fuerte.

Se reía de algo que decía un sujeto junto a Ella.

Tenía el cabello lacio y castaño, cayendole por los ojos, que eran café chocolate. Tenía alguna que otra peca en su piel morena. Mientras hablaba enseñaba unos dientes perfectos.

Mis puños se cerraron instintivamente. Mi cuerpo se puso tieso.

¿Quien era él?

Sin darme cuenta me había detenido y los chicos me miraron para ver que ocurría. Antes de que pudieran notar cualquier cosa seguí caminando lo más tranquilo que podía. Si eso era posible.

"¿Qué te sucede? Ella no es nada tuyo..."

Eso no era verdad.

Ella era mi todo.

"Ay, por favor" dijo una parte de mi. La otra parte se molestó.

Tal vez era un pensamiento exagerado. Tal vez tenía poco tiempo desde que la conocia. Pero ahora no me imaginaba que seria si no lo hubiera hecho.

Cuando entramos, Mónica miró hacia la puerta.

Nuestros ojos se encontraron un segundo y entonces, Ella se apartó corriendo hacia la cocina. Tirando del brazo al chico con quien estaba.

Celos. Eso era lo que sentía. Celos...

¿Celos?

"Tranquilizate, Jos. No sabes nada"

No pude. De sólo imaginarmela con otra persona...

No.

Me parecieron horas hasta que llegamos al mostrador, pero lo hicimos. Ya no había nadie atendiendo, pero yo no me daba cuenta de eso. Sólo los estaba viendo a ellos.

La mitad de sus rostros se asomaban desde detrás de una pared con una pequeña ventana. Estaban serios, hablando de algo. Al final, Mónica agradeció con la cabeza y se alejó en las profundidades de la cocina.

-¿Holaaaa? ¿Hay alguien?- gritó Bryan.

Alonso bromeaba con Freddy y Alan, que reían, así que no notaron que estábamos parados ahí sin hacer nada.

Por fin salió un chico. El chico.

Se acercó a nosotros con una sonrisa.

-Buenas tardes, Bienvenidos, ¿Cómo puedo ayudarles?

"Alejandote" pensé. Por suerte no dije nada.

Mis amigos habían dejado de jugar, y comenzaron a pedir la orden. Alonso se puso a mi lado.

-¿A quién buscas?- me dijo burlón.

-A nadie...

-Claro...

Escogimos una mesa alejada.

Unos minutos después llegó nuestra pizza y comimos con ganas. Al menos ellos. Yo no podía dejar de pensar.

De pronto, un hormigueo recorrió mi piel. Miré a mi alrededor.

Vi una mata de cabello negro recorrer el pasillo hacia los baños.

-Voy al baño- les dije a mis amigos.

-¿Qué esperas? ¿Nuestro permiso?- dijo Freddy, jugando.

-No, sólo avisaba.

Todos sonreimos. A veces podíamos ser tan simples en los chistes...

Pero me concentré en mi meta. Apresurado recorrí el pasillo. No había nadie. Sólo las dos puertas de los baños.

"Debió haber entrado" me dije.

Me puse a un lado de las puertas y esperé. Pasó un minuto y no salía. Sólo vi a una mujer mayor que me miró como si fuera un acosador.

"Tal vez lo eres" me dije.

Y cuando estaba a punto de darme por vencido la puerta del baño de mujeres se abrió.

Mónica llevaba puesto su uniforme: un pantalón de mezclilla y una camisa amarilla, pero eso no la hacia verse menos linda. Sus lentes casi caían en la punta de su nariz.

Nunca había buscado una explicación a la corriente que sentía cuando Ella estaba cerca, pero me era útil.

-Jos- dijo casi en un susurro.

-Hola- logre mi cometido. Estaba recargado en la pared, con un pie levantado. Como todo un chico malo.

Ella parecía sorprendida.

-Así que... ¿De quién te escondias?- le dije.

-¿Esconderme? Yo no me escondía...

Levanté una ceja.

-¡Aaaaggghh! Me haces esto tan difícil... -se quejó.

Fue un milagro que haya podido mantener mi papel, en ese momento sólo quería sonreír como tonto.

-¿Qué te hago difícil?- dije presumido.

Ella agitó un poco la cabeza y se relajó. O al menos lo intentó.

-No juegues conmigo, José Miguel Canela... - su voz estaba entre el enojo y la risa.

-¡Tu no lo hagas conmigo!- le pedí. Ya no soportaba más.

-¿De que hablas?- parecía casi dolida.

No quería decirlo. Era demasiado tonto. Los celos no eran buenos, y ellos sólo estaban hablando ¿Qué tiene eso de malo?

-Mónica...

Antes de que pudiera decir otra cosa corrió hacia mi y me miró con enfado. Creí que iba a darme una bofetada pero en lugar de eso, se puso de puntillas y rozó suavemente sus labios con los mios.

Tal vez no parezca nada, pero una corriente recorrió todo mi cuerpo. No era electricidad...

Era aún mejor.El tiempo se congeló a nuestro alrededor y todo parecía perfecto. Entonces me di cuenta que había cerrado los ojos.

Cuando los abrí, me encontré con su rostro a unos centimetros del mio. Pero estaba triste.

-No me hagas esto, por favor...- me dijo. Sus ojos pusieron llorosos.

Abrí la boca para decir algo pero Ella me hizo callar con la mano.

-He estado demasiado tiempo, solo respirando. Cuando estas cerca, puedo sentirme con vida. Pero no puedo alejarte de la tuya sólo por mi. No puedo alejarte de tu novia, ni te tus amigos. Es mejor asi. Por favor, solo vete. Olvidate de que todo esto paso alguna vez.

Y salió corriendo por el pasillo.

Ella | JC | #1 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora