Capítulo 23 "Sol, Mar y Amigos" Parte 2

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Un fuerte ruido me despertó.

-¡Arriiiibaaaaa!- gritaban desde el pasillo.

Otro golpe en nuestra puerta.

Escuché unos quejidos en la cama.

Más golpes en la puerta.

Me levanté a abrir y me encontré con Mónica sonriendo desde el pasillo.

-Buenos días, Bello Durmiente...

Me rasqué los ojos.

-Bello, si... Durmiente...  también- le respondí.

-Cielos, ¡el señor Modestia ha hablado!

-Sólo bromeo...

Ella me sonrió.

-Lo sé.

Llevaba puesto su traje de baño: sandalias, un short y una camiseta. Su pelo estaba amarrado en una coleta de nuevo.

Me rasqué la cabeza.

-¿Qué hora es?- le pregunté.

-Como las 7...

-¿Por qué me despiertas tan de madrugada?- me quejé como un niño.

-Créeme, no eres el único- miró hacia el pasillo.

La puerta de la habitación de los chicos estaba abierta y un Alonso con el cabello revuelto se asomaba con los ojos entre cerrados.

Cristina y Andrea esperaban en el pasillo.

-Cielos...

Alan se había despertado y su pelo estaba aplastado contra su frente. Carlos se puso la almohada sobre la cabeza.

Mónica puso los ojos en blanco y se rió.

-¡Arriba! ¡Hay que aprovechar completo este día!

No entendía como las chicas podían despertar tan temprano. Sobre todo Andrea, que había estado manejando cuatro horas ayer.

-Muy bien... - apoyé la frente en el marco de la puerta.

-Podemos desayunar aquí mismo en el restaurante y luego almorzar en un lugar que conocemos ¡Es delicioso!

-¡Chicos, corran!- Andrea si que estaba emocionada.

-Nos vemos en 5- me dijo.

-De acuerdo.

Carlos y Alan se habían vuelto a dormir.

Tomé mi almohada y se la lancé a Alan en la cabeza. Gruñó.

-Vamos, arriba...

-Mmmm... 5 minutos... -susurró.

-¡Es lo único que tenemos! ¡Arriba!- lo moví.

No quería despertar a Carlos. No por consideración si no que, aún no sentía esa confianza. Pero por fortuna, Alan lo hizo por mí.

Nos reunimos abajo, en el restaurante. El sueño de todos se había ido y sólo queríamos divertirnos. Ahora si parecía buena idea empezar desde temprano.

El desayuno fue sencillo y cuando por fin salimos a la playa el sol apenas comenzaba a salir.

Las chicas sacaron algunas toallas, tres sillas, una sombrilla, la hielera y unas tablas de goma de la camioneta (Enserio, ¿Cuanto cabía en esa cosa?).

La brisa proveniente del mar agitaba nuestros cabellos y me hizo acarició la piel.

Nos instalamos en una orilla, abrieron la hielera, que estaba llena de refrescos, pusieron sobre la arena las toallas y clavaron la sombrilla.  Mis pies se movían entre la arena caliente.

Ella | JC | #1 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora