Capítulo 7 "Helado" ✔

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Nuestro hotel no estaba muy lejos del hospita, sólo caminamos unos 15 minutos.

Entramos en la recepción (habían sido suficientes recepciones en un mismo día), y como ya teníamos nuestras llaves, sólo subimos al tercer piso.

Era una buena habitación: ventanales coronados por cortinas corredizas, cómodos sillones, un balcón con vista a la ciudad, una pantalla de plasma y dos literas. Tenía un armario gigante junto a un baño que era del tamaño de mi habitación en casa.

Llegamos agotados. Nos preparamos para dormir. Sólo había 4 camas, así que alguien tendría que dormir en el sillón.

Ese alguien era yo, por supuesto.

Apreté con más fuerza mi puño. No me había atrevido a verlo aún. Sentía que en cuanto lo leyera, no me quedaría nada de Ella.

Me acosté y solté un suspiro. La curiosidad estaba matándome.

Entonces una almohada me golpeó en la cabeza. Me levanté de un salto.

Miré a mis amigos y noté que estaban sonriendo. Me paré rápidamente, con la almohada en la mano y una guerra inició.

Ya no me dolía la cabeza para nada.

La diversión continuó hasta entrada la noche. Cuando se rompieron dos almohadas, nos detuvimos.

Cuando por fin mis amigos se quedaron dormidos, yo salí al balcón.

La ciudad estaba brillante. Las luces de los edificios iluminaba el cielo nocturno. Un leve murmullo llegaba desde las calles.

Saqué del bolsillo el papel doblado que me había dado Mónica. No sabía que esperar. ¿Un número de teléfono? ¿E- mail? No. ¿Una dirección? Poco probable.

Antes de cambiar de opinión lo abrí. Sólo había 6 palabras escritas en una bonita caligrafía.

Jardín de Peter Pan. Mañana. Mediodía.

A la mañana siguiente yo estaba cansado. No había dormido nada bien. Aún así me levanté y preparé para iniciar el día. No podía dejar de pensar en la nota. Eran las 8 de la mañana; cuatro horas antes del encuentro. Y por supuesto que iba a ir. O ese era mi plan. Pero aún no encontraba una excusa convincente para hacerlo solo.

Media hora más tarde alguien tocó nuestra puerta.

—¡Soy yo!— gritó una voz conocida.

Mario entró en cuanto Alonso abrió la puerta. Se podría decir que era nuestro jefe.

Era un hombre de unos 45 años, divorciado y con la cabeza calva. Tenía un extraño bigote oscuro y unas pobladas cejas. Media al menos 1.75 y sus hombros eran anchos donde colgaban brazos gruesos y manos nudosas.

—¡Buenos días, chicos!

Detrás de él venía su hija Yuridia. Aunque no lo parecía porque ella tenía los ojos azules y el cabello claro. Era menuda y muy callada. Siempre agachaba la cabeza y usaba ropa tres tallas más grande.

Era tan diferente de su hermana mayor, Daniela, tan segura de si misma y expresiva.

A Daniela la veíamos más seguido. Acompañaba a su padre al estudio y algunas audiciones. La pasabamos bien con ella un rato, pero después era algo abrumadora.

Yuridia era una chica dulce y delicada que me sonreía cuando le hablaba.

Los hermanos si pueden ser polos opuestos. Ellas como prueba viviente.

—Muy bien— continuó Mario— nuestro vuelo sale esta tarde, a las dos. Así que hoy tienen el día libre. Mañana tendremos otro concierto así que estén listos.

Una ola de alegría me invadió. ¡Podría llegar al lugar donde vería a Mónica!

—¿Pueden creerlo? ¡Todo el día para nosotros!— gritó Bryan— ¿Qué vamos a hacer?

Comenzaron a hacer planes para el parque de diversiones. Entonces Mario se me acercó.

—Jos, ¿me permites un momento?

Daniela lo seguía de cerca, en silencio, como una pequeña sombra. Él lo notó.
—Hija, ¿podrías esperar un momento con los chicos?

Ella asintió y se alejó.

Mario me tomó del hombro.

—Necesito un favor, querido Jos.

—Por supuesto. Dime.

—Quiero que lleves a Yuri a dar un paseo.

—¿Qué?— me pareció escuchar mal.

El pareció ofendido.

—Oye, escucha. Esto es más que un favor. Te lo estoy diciendo como tu jefe. Yuri es una buena chica, pero es tímida, necesita un empujón. Ya verás— giró la cabeza— Cariño, ven aquí, por favor.

La chica se acercó rápidamente.

—Jos quiere llevarte a dar un paseo y tal vez tomar un helado.

—Pero... — comencé.

No era la primera vez que Mario me hacía esto. Yuri era una linda chica. Educada y amable. Yo lo sabía, y no tenia nada en contra de ayudarla. Me preguntaba frente a ella para que yo no pudiera negarme. Pero hoy no. Por favor, cualquier otro día.

—Verás, Yuri... hoy no puedo, pero cualquier otro día...

Entonces ella me miró. Unos instantes antes, una sonrisa tímida iluminaba su rostro pero ahora sólo había tristeza y decepción. Agachó la cabeza y escondió las manos.

Mario me miró severamente. Pero no era necesario. Yo me sentía ya bastante mal.

Calculé el tiempo en mi mente: si me daba prisa podría llegar a tiempo al Jardín de Peter Pan, donde quiera que estuviera ese lugar. Esperaba que no muy lejos.

Mi plan era tan estúpido que casi me echo a reír.

Cerré los ojos.

—Pensándolo bien. Podríamos ir a tomar un helado, si tu quieres...

Sonrió y asintió.

—¡Excelente!— gritó Mario entusiasmado— ¡se irán después del desayuno!

La mañana pasó demasiado rápido. Cuando salimos del restaurante ya eran las 10:30 am. Los chicos subieron a la habitación, no sin antes molestarnos un poco a Yuridia y a mi.

—Jos trae algo con las hermanas— dijo Bryan.

Su comentario fue seguido de carcajadas.

Daniela y yo no eramos nada. Habíamos salido solos algunas veces por Mario. Y ahora Yuri. Es como si su padre quisiera que escogiera salir con alguna.

"Lo cuál no es nada extraño..." pensé intentando no volver los ojos.

Tomamos un taxi hacia el parque y compramos los helados. Comenzamos a caminar.

Intenté, lo juro. Intenté comenzar una conversación, pero ella solamente asentía, decía una línea corta y volvía a asentir. Siempre asentía. Intenté que debatiéramos. Pero si yo decía "si" ella decía "si". Si yo decía "no", ella decía "no".

El tiempo paso muy rápido y cuando mire mi reloj ya eran las 11:50. Le pregunté si quería regresar al hotel, y por supuesto, dijo que si.

Por suerte, nos encontramos con Mario en la recepción, así que me disculpe y salí corriendo a la calle.

Revisé mi bolsillo y sentí la nota de Mónica. Nada más.

Genial. Ya no traía dinero para otro taxi.

11:55 am.

Corrí por la calle y le pregunté a un policía donde quedaba el jardín de Peter Pan. No lo conocia.

11:58 am.

Pregunté a tres personas más pero ninguna supo decirme donde estaba el dichoso jardín.

12:00 am.

Una señora me indicó el lugar. Casi la abrazo. Estaba muy cerca del parque donde había ido con Yuridia. Pero el parque estaba a 10 minutos. En coche.
Confíe en que Mónica esperaría y eché a correr.

Ella | JC | #1 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora