Capítulo 5 "Presentaciones" ✔

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No sé cómo o por qué subí al automóvil. Pero en cuanto Ella lo hizo, yo la seguí.

-Jos, ¿Qué estás haciendo?- Alonso me tomó del brazo, deteniéndome- podemos llevarte a cualquier otro doctor...

Me tambaleé un poco con su jalón. Él pareció darse cuenta y me ayudó a estabilizarme.

Cuando volví la cabeza, los chicos me miraban como si estuviera loco.

Mónica sacó la cabeza desde la ventana del asiento de en frente.

-Es lo mínimo que puedo hacer.

-¿Qué tal sí es una trampa?- dijo Alan.

-¿Trampa para qué? ¿Encerrarlos en un armario por el resto de sus vidas?- intervino Ella- Ya se los dije, no quiero llevarlo a ningún lugar que no sea un doctor... tal vez dos.

Los chicos tardaron un momento en entenderlo. Cuando por fin fue así, suspiraron indignados, casi al mismo tiempo.

Una risita salió de mis labios. Mi costado dolió un poco. Karma instantáneo.

-¿Y bien?- preguntó Mónica con voz seca.

Una fuerza invisible me empujó dentro. No hice nada para detenerla. Realmente quería ir, al doctor o no, mientras fuera con aquella chica.

No podía creer que ya sabía su nombre. Parecía tan improbable, que de entre todas las personas en la ciudad, fuera yo al que había estampado con su bici.

El interior del auto era espacioso, como uno de esos carros caros, modernos y llenos de tecnología. Olía a hierbabuena y cuero, como los asientos. La luz de los faros de la calle entraba por las ventanas.

El siguiente dentro fue Alonso.

-Estás demente- me dijo.

Sonreí.

-Eso lo sé...

-¿Ahora que hiciste, Mónica?

La voz provino de la persona que estaba conduciendo. Era clara y firme, como una madre regañando a su hija. Tuve que contener el impulso de ponerme firme y saludar mientras decía "¡Si, mi general!"

-¡Yo no hice nada malo! ¡Fue él! Se atravesó en mi camino...

Mónica dijo que su hermana iba a ir a recogernos...

La chica miró hacia atrás, con una sonrisa. No pude ver bien su rostro por la falta de luz.

-Al menos él está consciente. Recuerdas esa última vez cuando...

-Cállate.

Claro que eran hermanas.

Por fin, Freddy, Bryan y Alan subieron al automóvil y cerraron la puerta tras ellos. Nos comenzamos a mover.

En la oscuridad del auto, junto a la ventana, observé a Mónica en el asiento del copiloto: tenía la cabeza recargada en el cristal y miraba al frente con ojos soñadores, como si estuviera en otro lugar. La observé respirar y ví como se acomodaba los lentes, empujándolos hacia arriba sobre su nariz con la punta de su dedo índice.

-¿Papá sabe que estás aquí?- preguntó la nueva chica a Mónica.

-¡Claro! ¡Dijo que tenía el día libre y que quería pasar tiempo de calidad con su hija menor: Me llevó al parque y comimos helado toda la tarde!- el sarcasmo en su voz era realmente notorio.

-Si, claro...- contestó ella.

Escuché una leve risa.

Miré de reojo a los chicos, que iban muy callados. Freddy observaba por la ventana; Bryan movía impaciente las manos; Alan miraba sus zapatos.

Pero el que más me preocupaba era Alonso. Se movía, inquieto en el asiento, dirigiendo rápidas miradas a todos lados.

-Por cierto, ella es mi hermana, Andrea- dijo de pronto Mónica.

-Soy su hermana mayor- agregó Andrea con humor.

-¡Sólo por un año!- se quejó la susodicha.

Cinco minutos después, Andrea se estacionó frente a un lujoso edificio, donde se leía con grandes letras "Hospital Central".

-No necesito un hospital- dije a la defensiva.

La verdad, no estaba tan seguro.

-Sólo entraremos a un consultorio. Tranquilizate.

Todos bajamos y seguimos a las dos chicas hacia la entrada del edificio.

Entonces pude ver a Andrea.

Era morena, de cabello caoba y ojos oscuros, sólo unos centímetros más alta que Mónica. Usaba lentes, como su hermana, y su rostro irradiaba seguridad.

Las chicas no se parecían demasiado, pero tenian un aire familiar.

Entraron en el hospital y se dirigieron al mostrador, donde una enfermera atendía teléfonos y escribía notas.

-Disculpe, si, buenas noches, con el Doctor Mondragón, por favor, gracias.- dijo casi sin pausas Andrea.

La señorita se retiró mientras los chicos y yo esperamos detrás de Mónica y Andrea.

Mientras no me moviera, estaba bien. El dolor me sucumbia a cada paso que daba, pero no quería preocupar a nadie. Seguro estaba bien...

La enfermera regresó en un minuto y nos indicó que podíamos pasar.

Nos disponíamos a obedecer cuando otra enfermera susurró algo en el oído. Nos miró severamente y se retiró.

-Sólo puede pasar el paciente y un acompañante- concluyó.

Nos miramos en silencio de nuevo. Se estaba haciendo una molesta costumbre.

-Iré yo- dijo Mónica.

Algo se retorció en mi estómago. Yo estaba totalmente de acuerdo. Les dije a mis amigos con la mirada que no discutieran. Me sorprendió ver sus diferentes expresiones: Alonso tenía una sonrisa cómplice; Bryan parecía estar un poco confundido; Freddy miraba a todos lados, incómodo y Alan, bueno, Alan parecía estar en desacuerdo.

Mónica me hizo una seña a que la siguiera. Justo en ese momento, cuando Ella me miraba acercarme, mis pies comenzaron a fallar: tropecé y tuvo que sostenerme. Hice una mueca de dolor.

¿Por qué está chica me hacía actuar así?

-¿Estás bien?- me miró, preocupada.

-Sí...- dije con dificultad.

No la convencí.

-Mejor hay que darnos prisa.

Ella parecía saber bien hacia donde íbamos, casi caminaba con naturalidad por el hospital.

Subimos un acensor dónde ella presionó el botón con el "7" grabado.

Fue un ascenso corto y silencioso. Las puertas se abrieron y dieron paso a un pasillo blanco.

Pasamos de largo hileras de puertas negras y ventanas polarizadas. Supuse que era consultorios.

Nos detuvimos en una puerta que tenía una placa dorada en la parte de arriba. No tuve tiempo de leerla, porque está comenzó a abrirse poco a poco.

-Jos, te presento a Sebastián. Mi hermano.

Ella | JC | #1 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora