Epilogo Final

6.3K 328 36
                                    

El amor puede doler, a veces, y esas veces te deja por los suelos, pero es lo único que nunca he acabado de conocer en mi vida. A veces se es complicado, realmente complicado, pero si viene de él me hace sentir única. Me encantaría poder mantenerlo siempre y que nunca se complicará, pero eso no pasará jamás. He creado memorias con él, memoria para nosotros dos solo, donde nuestros corazones están protegidos y el tiempo congelado por unos instantes. Quiero tenerlo cerca siempre, no quiero que nunca deje de encontrar sus preciosos ojos con los míos. Hubo tiempos duros, durísimos y muchos culpa mía, aunque él también tuvo la culpa de muchas cosas.

Nunca pensé que podría tener una vida en pareja, es algo que pensé que nunca iría conmigo, pero no sé, me gusta que me besé cada mañana al despertarse, que me espere despierto hasta que entro por la puerta y que tenga dos copas preparadas cada noche para los dos, nuestros baños el sábado por la noche en la bañera, sus intentos frustrados de hacer lasaña para mi y los niños, y que siempre se quede despierto cuando tengo una pesadilla. Se pasa diez mil horas, intentando hacerme reír cuando lloro y hasta que no lo hago no me deja en paz, aunque para cuando lo consigue solo quiero que se quede y me siga acariciando el pelo.

El amor puede curar y es verdad, puede que no todas mis heridas estén curadas, pero muchas lo están gracias a él. Me ha reparado el alama y la mente. Me ha hecho quererme a mi misma y darme cuanta de que no tenia nada de culpa en todo lo que mis padre me hicieron.

— ¿Por qué papá no deja de intentar cocinar?— Me pregunta en un intento de murmuro Brooke.— La miro y noto como su padre nos mira, más concretamente a su hija.

— Porqué papá quiere impresionar a mamá.— Le contesta.

— Hay otras maneras de impresionarme.— Le digo.

— ¡Si! ¡Podrías comprarle una sirena coche!— Dice emocionado el hermano mayor de Brooke.

— Si, cómprame una sirena coche.— Derek alza las cejas para después reír negando.

— ¿Dónde puedo conseguir una de esas, Dylan?— Le pregunta.

— No lo sé.— Le contesta.— Pero podrías coserle una cola de sirena a mi Mario Car con ese hilo que utilizas para coser cabezas.— La explicación de mi hijo me hace soltar una carcajada.

— ¿Sabéis qué? Desisto.— Me mira.— Llama al chino, iré a por la cena en media hora.— Los niños aplauden felices.— Ir a jugar hasta que esté la cena, anda.— Les dice y ellos no esperan a que lo repita para salir corriendo hacia sus habitaciones. Marco el numero del restaurante y encargo lo de siempre.— ¿Crees que alguna vez aprenderé a cocinar?

— No.— Le contesto y sonríe. Rodea la isla y envuelve con sus brazos mi cintura para acercarme a él.— Te quiero.— Me besa.— ¿Sabes que hace mucho que no hacemos?— Me pregunta, niego respondiéndole y se aleja, pone música lenta y me sonríe enamorándome.— ¿Me concede está baile, señorita Sloan?

— Esté y todos los que deseé, señor Shepherd.— Le contesto yendo hacia él y tomando su mano. Me rodea con sus brazos la cintura y yo con los míos su cuello, estamos a poca distancia, pero no la acortamos, de momento, nos basta con conectar nuestros ojos.— ¿Te puedo preguntar una cosa sin que me mires como si tuviera tres ojos y orejas de burro?— Asiente sonriendo.— Sé que no soy fácil, te la lie muchas veces, te mandé a la mierda millones y te hice sufrir incontables veces, ¿por qué te quedaste? ¿por qué insististe?— Su mano aparece en mi mejilla y la acracia para después dejarla allí.

— Porqué todo el mundo necesita inspiración, cuando tienes la mente en blanco, una luz en la oscuridad, un guía cuando te pierdes, una canción para animarse, tu eres eso para mi, mi inspiración, mi luz, mi guía y mi canción. Mira, no tenia garantías de que fueras a estar conmigo en algún momento, pero todo era peor sin ti.— Sonríe levemente.— ¿Sabes que siento cuando tu mundo se cae, y me miras? Siempre me miras apagada, entristecida, pero cuando te das cuenta de que te estoy mirando tus ojos se iluminan y siempre sonríes un poco. Me siento como si fuera único, siento que podemos hablar sin palabras y pequeña, eso es el amor, hablar sin palabras.— ¿Por qué tiene que ser tan jodidamente perfecto?— Cuando el mío cae tu me sonríes y se reconstruye.— Sonrío.— Te quiero por como eres. Y sé que no estoy solo y nunca lo voy a estar porque tu vas a estar conmigo, estés aquí o en Marte.— Dios.— Eres como un sueño para mi. Eres mi oxigeno. Mi paz. Mi desmadre. Mi vida. Mi tentación. Eres todo.— Me besa suavemente.— Cásate conmigo.— Murmura a milímetros de mi boca.

Es la quita vez que me lo pide. 

Se lo dije. No quiero casarme, mis padres se casaron y acabaron mal, no quiero. Siempre me dice que es una razón tonta, que sus padres se casaron y vivieron felices y Carolyn aun quiere a su padre, pero yo no quiero. Luego de decirme eso me saca que no quería tener hijos y tenemos dos, pero cedí porque me quede embarazada sin querer, después del accidente no quise saber nada de niños, pero paso, quería contárselo de tal manera que le dejaría claro que iba a abortar, pero encontró el predictor vaciando la basura del baño y ya era demasiado tarde, Derek estaba ilusionadísimo con la idea de tener un bebé, quería dejar de verle su cara de felicidad y me enternecía verlo hablar con mi barriga como si el niño pudiera entenderlo o responderle. Tenía dudas, muchas, muchísimas, muchisimísimas. Pero todas se me fueron cuando sostuve a Dylan en mis brazos y le pude ver su carita.

— No.— Digo apartándolo.— Vete al chino a recoger la comida.— Le digo.

¡Oh! ¡Vamos!— Se queja.— Te he dicho el discurso perfecto.— Me paro y me giro para mirarlo.— Me ha quedado de puta madre. No podía ser más perfecto.

— Vete al chino.— Le repito.

— Cásate conmigo.— Repite. Niego.— Por Dios, Kendall.

— Vete a por la comida.— Le digo y me mira frustrado.

— Cásate conmigo.— Siete. Van siete.

— No. Ve a por la comida.

— Quiero casarme.

— Vale.— Sonríe.— Dile a Wang que se case contigo.— Wang es el hombre que lleve el restaurante chino, es muy simpático y gracioso, nos cae muy bien y siempre malcría a Dylan y a Brooke con galletas de la suerte.

— Sabes que soy capaz.— Dice señalándome. Desiste y va hacia la puerta.

— Espero la invitación.— Le digo mientras coge las llaves, la cartera y el abrigo.

— No hace falta que esperes mucho. No eres bienvenida en mi boda con Wang Chaeng.

— Es Cheung.— Le corrijo.— ¿No te sabes el apellido de tu futuro esposo?

— Tu no te sabias me gustaba el whiskey— Ruedo los ojos. Ya estamos con eso.

— ¡Un día, Derek!— Le digo.— ¡Me equivoque una vez!

— Me envenenaste.— Alzo las cejas.

— Te bebiste un traguito de bourbon, no de amoniaco.— Le digo.

— Seguro que Whang sabe que prefiero el whiskey.— Ruedo los ojos.— Me voy con mi futuro marido.— Dice abriendo la puerta.

— ¡Qué seáis muy felices!— Le grito para que me pueda oír.

— ¡Seguro que lo somos!— Grita de vuelta y cierra la puerta. Voy hacia la cocina para empezar a preparar las cosas para que los niños pongan la mesa. Escucho que la puerta se abre de nuevo.— ¡Te quiero!— Alzo la cabeza y le sonrío.

— ¡Te quiero, idiota!— Le contesto sonriendo y me dedica una de sus hermosas sonrisas.

— ¡Conseguiré que te cases conmigo!— Grita cerrando la puerta y haciéndome reír.

Fin

TOXIC || derek shepherd Donde viven las historias. Descúbrelo ahora