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Puede que estos días hayan sido los peores de mi vida. Mi padre mejora y mi hermano empeora, no puede ser más cínico el universo, se está riendo en mi cara, se divierte conmigo, soy su pelotita.

— Deberías irte a casa.— Dejo de mirar el monitor de Mark para mirar a Derek.

— No puedo irme.— Le digo.— ¿Mi padre ha muerto?

— No, está vivito y disfrutando de la gelatina.— Hago una mueca de asco.— Vamos, Kend, te llevo a casa.

— No. ¿No lo entiendes? No puedo, mi hermano no se despierta y ni Hunt, ni Teddy saben porque.— Le digo.

— Si que lo entiendo, pequeña, pero...

Pero, nada. No me entiendes, no sabes por lo que estoy pasando.

— A quien le estás cogiendo la mano es a mi mejor amigo, es como mi hermano. ¿Te crees que no estoy mal? ¿Qué no me desmorono? ¿Qué no me he pasado todas la noches despierto esperando un milagro? He estado todos estos días aquí fuera viéndote sufrir y viendo que no mejora. Vamos te llevo a casa.

— No puedo.— Le repito y me mira exhausto.— Vivía con Mark, en su piso, dormía en su sofá, no puedo ir allí... Y no tengo otro sitio.

— Nunca he dicho que te iba a llevar allí.— El ático.

— ¿Por qué?

— Vamos, Kend. ¿Enserio lo preguntas?— Se acerca a mi.— Vamos a casa.— Me tiende la mano la miro y luego miro a mi hermano. No quiero irme, no me he separado de él nada más que para hacer pis.— Sabes que si estuviera despierto te obligaría a venirte conmigo, seguro que diría: "Llévatela y échale un buen polvo para que se le quite esa cara".— Consigue hacerme sonreír. Me inclino para besar la frente de Mark y le acaricio el pelo, nunca me deja hacerlo.

— No te mueras, por favor...— Murmuro y vuelvo a besar su frente. Cuando vuelvo a mirar a Derek su mirada a cambio, esta un poco angustiado y nervioso, quiero pensar que es porque mañana opera o algo así, pero sé que lo más posible es que esté así porque ha visto que esto me está rompiendo por dentro.

Cojo mis cosas y salimos de la habitación, prefiero no mirar atrás, se que si lo hago me quedaría y puede que tenga razón y necesite irme y que mi mente se aire. Y, muy a mi pesar, eso solo lo consigue Derek.

— ¿Has cenado?— Asiento.— De acuerdo.— Dice incómodo, nos subimos a su preciado nuevo coche y empieza a conducir en dirección a su ático. Desde que me besó allí esa noche ni he vuelto, de eso hará un par de semanas, no mucho más. Si pasa algo no me enteraré rápidamente, Lexie esta con Meredith, su hermana la ha obligado a irse, y sinceramente ha hecho bien. Hemos pasado mucho tiempo juntas, la mayoría del tiempo hablando de tontearías que hacia Mark y después llorábamos porque no las podíamos escuchar. Quiero creer que se va a despertar, pero no lo sé, y hay ninguna reacción a nada. Me abre la puerta dejándome pasar primero.— ¿Quieres algo de beber? Tengo tu vino favorito.— Asiento y va a la cocina a por él mientras me siento en el sofá. Cuando vuelve me lo tiende.

— ¿Por qué tienes mi vino favorito aquí?

— Porqué tengo la mínima esperanza de que vuelvas conmigo.— Me dice.

— Derek... ahora no...— Digo para después beber un trago.

— ¿Y cuando Kendall?— Me pregunta.

— Cuando mi hermano no esté apunto de morir.— Le contesto sin mirarlo.

El silencio nos inunda, aunque creo ya es habitual en mi vida.

— Te quiero.— Cierro los ojos unos segundos.— Te quiero, Kendall.

— Deja de decir eso.

— No puedo, te quiero y lo sabes, pero no quieres aceptarlo. Me divorcie de Addison pensando que íbamos a estar juntos y te fuiste, desapareciste del mapa, y luego volviste y me dijiste "te quiero", joder, lo dijiste y por primera vez sentí que íbamos a estar juntos, íbamos a vivir aquí, ha hacer nuestra vida, íbamos a ser nosotros contra el mundo y te encerraste en el apartamento de Mark.— Evito mirarlo.— Mírame, Kendall.— Lo miro.— Por favor, deja de alejarte.— Dejo de mirarlo.— ¿Por qué no...?— No le dejo acabar porque sé que me va a preguntar.

— Porque jamás he tenido una relación.— Noto como me mira. Juego con la copa.— Tengo casi treinta y un años y nunca he tenido una relación. No sé como van esas cosas. Tengo miedo de joderlo todo.— Lo miro y niega.— Sabes que puede pasar. Nunca he tenido estabilidad en mi vida. ¿Voy ha empezar con treinta y uno?

— ¿Por qué no?— Niego.— Por Dios, Kendall, confía en ti misma.— Lo miro y por desgracia él conecta sus ojos con los míos.— Confía en mi...— Lleva su mano a mi mejilla y la acaricia, su toque me relaja y me hace cerrar los ojos. Es como si sus cacaricas me quitaran todos lo problemas de encima. Sin darme cuanta sus labios están sobre los míos, me besa suavemente, como si pensará que lo voy a rechazar.— Confía en mi, pequeña...— Murmura apoyando su frente en la mía.

— No me hagas daño... Por favor...— Le pido en un murmuro casi inaudible.









Me ha despertado tantas veces ese llanto que ya ni pregunto, solo hago lo de siempre, me levanto y voy hacia donde esté, está vez es el baño. Entro sin llamar, está encogida, llorando encima de sus rodillas, mientras las abraza. Me agacho y le acaricio lo brazos.

— Mi amor...— Levanta la cabeza y me mira.

— Ha tenido un paro.— La miro a los ojos, e intento quitarle las lagrimas que corren por su cara, pero es en vano. Me siento a su lado y la rodeo con mis brazos, su llanto augmenta.— Ha estado muerdo cinco minutos.— Dice contra mi.— Se ha muerto...

— Ahora está bien, pequeña...— Le acaricio el pelo.

— Está enchufado a un máquina.— Se aleja y me mira a los ojos.— No está bien.

— Esta vivo, eso es lo que importa, mi amor.— Le aparto el pelo de la cara.— Ven.— Se sienta entre mis piernas, apoya su cabeza en mi pecho y se la beso.— Te quiero.

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Dos capítulos y empiezan los epílogos...

TOXIC || derek shepherd Donde viven las historias. Descúbrelo ahora