TOXIC || derek shepherd

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Podéis llamarme estupida.

ESTUPIDA

De verdad que soy realmente estupida.

Estupida, estudipa, estupida, estupida...

El muy idiota me mira sonriendo, su respiración está acelerada como la mía. Tengo que irme de aquí., hago el amago de levantarme, pero por mala suerte estoy en el lado de la pared y me coge del brazo, tengo que pasar por encima de él si quiero salir.

— Tu no te vas.— Sentencia, mira mis pechos.— Son muchos meses que recuperar.

— No hay nada que recuperar porque no hay nada.— Intento soltarme pero su agarre se intensifica.

— Pequeña, entre tu y yo siemre ha habido algo.— Se acerca mi boca.— Te vuelvo loca desde los catorce y tu me vuelves loco desde que tienes quice años.— Su confesion me pone nerviosa.

— No mientas.— Digo seria.

— No miento, pequeña.— Sonríe por mi reacción.

— ¿Y tu solución fue casarte con Addison?— Le pregunte.— Llevabas años con Addison. Una década casados y casi dos juntos.

— ¿Cuantos de esos años estuve contigo?— Pregunta.— Estábamos apunto de cumplir el octavo, había planeado llevarte a Los Hamptons, y pasar allí las dos semanas y media de vacaciones de verano.— Los Hamptons... demasiados recuerdos.— Me encantaría volver allí contigo. Ese lugar es mágico.

— Si tu lo dices...— Me mira y sonríe negando desisto y me tumbo a su lado.

— Te encantaba estar allí, te encantaba la casa, la playa, el sol, te encantaba poder besarme sin mirar a los lados y a mi me encantaba poder mirarte sin ningún pudor,— se apoya en su brazo y me mira, resige con tu dedo mi nariz, lo baja siguiendo una linia y llega a mis labios, los tienta levemente con los suyos— acriciarte todo lo que quisiera— y sigue bajando su dedo por mi pecho, mi vientre y para mi desgracia o suerte se queda justo en mi monte de venus, sin llegar a tocar nada pero acelerando mi corazón como si fuera un motor de un Ferrari, jadeo y él toquetando sonrie— y poder besarte cuando me diera la gana.— Besa, no perdón, debora mi boca.

— Derek porfavor...— Para mi desgracia le suplico jadeando.

— ¿Qué?— Sonrie jugando por esa zona tan sensible.— ¿Qué quieres, pequeña?

— Lo sabes.— Niega sonriendo.

— Dímelo, Kend.— Dice mirándome a los ojos.

— Quiero tus dedos dentro de mi.— Sin pudor, introduce sus dedos en mi cuerpo haciéndome cerrarla los ojos de placer, es una adicción, una terrible adicción. Para cuando el placer me deja abrir los ojos puedo ver su cabeza entre mis piernas. Si, por favor, ruego mentalmente. Lo necesitaba, siempre lo voy ha hacer. Su lengua entre en contacto con mis labios levemente, mis caderas se elevan buscando contacto y noto como sonrie.

— ¿Que quieres pequeña?— Se aleja de mi entre pierna, sus dedos dejan de tocarme y acaricia mi vientre con su mano.

— Ya te lo he dicho.— Digo con la respiración acelerada.

— ¿Me lo recuerdas?— Dios, no.— Vamos, pequeña...— Trago saliva. Sé que si le ruego le dejaré más claro que le necesito.

— Te quiero ahí...— Murmuro.

— Sé más específica.

— Mete tu lengua en mi coño.— Sonríe de lado.

— A sus órdenes, mi reina.— Necesito que me llame más así. Vuelve a esconder su cara y me hace soltar maldiciones. Hace que se me acumulen las mariposas en el estómago, siento que voy ha explotar cuando sube una de sus manos hasta mi pecho derecho, pellizca el pezón haciendo que arquee mi espalda.