"El final de algo que jamás debió empezar."
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Pogo.
Sonreí, dándome cuenta de que justamente esta era la situación que por años había tratado de evitar.
Curiosamente, si Gustabin me hubiera hecho caso, no estaríamos atados en una maldita farola arriba de un maldito barco de carga como idiotas, yo sabía que esto iba a pasar tarde o temprano al entrar en el CNP, estaba más que visto que Conway lo había notado en cuanto pisamos su maldita oficina.
Él lo supo todo este tiempo.
O lo sospechaba, quien sabe.
Como me encantaría tenerlo justo en frente para dispararle con todas mis fuerzas.
O las que me quedaban mejor dicho.
No era extraño ser yo quien se encontraba al mando en esta situación, era obvio que Gustabo me iba a ceder el lugar, salvándose de este mal rato.
Todo empezó cuando me aparecía cada tanto, haciéndolo olvidar los abandonos que ha tenido, los engaños y mentiras, pero a cambio solo quería un poco de vida, quería vivir tanto como él lo hacía, no pedía mucho, robar algunas cosas, probar algunas drogas, quería ser el dueño de mi destino, pero si Gustabo interfería con esto, solo me quedaba dejarlo a un lado, y hacerme con el mando por un tiempo.
Por eso sus frecuentes recaídas, en realidad no eran más que la consecuencia de mi aparición,
Antes de venir aquí, todo era genial, simplemente me apoderaba por meses, haciendo toda clase de barbaridades, y luego le dejaba el mando a él, para que cargue con las consecuencias.
Podríamos ser grandes, apoderarnos de esta ciudad y ser los malditos reyes, pero sus sentimientos interfieren con esto, no nos dejan avanzar, como siempre.
Los sentimientos de él era algo que jamás nadie sabrá entender más que yo, eran complicados, él estaba constantemente atormentado, no podría tener una vida normal nunca, a pesar de que se aferre a esa idea con todas sus fuerzas, simplemente no está hecho para eso, solo le haría mal a los otros.
Hubo un tiempo que estuvo a punto de ceder ante mi idea, simplemente estaba de acuerdo con dejar escapar todo su dolor, para transformarlo en maldades.
Pero apareció la hermana Conway, arruinando todos los planes.
Por otro lado, Horacio siempre fue un inconveniente para mí, arruinaba mis planes, y hacia que Gustabo quisiera retenerme dentro para cuidarlo a él; pero últimamente estaba demasiado ocupado con el ruso de los cojones, por lo que descuida a su amigo, que tanto lo había ayudado.
No era su culpa sin embargo, simplemente él también tiene una vida.
Ahí estaba el problema, no solo que me retenía sin dejarme salir por meses, sino que también se juntaba con las personas que solo querían buenas cosas para él.
Por eso la idea de ser policía le había encantado tanto, pensaba que teniendo la acción que yo necesitaba, pero haciéndolo desde el lado bueno, de cierta forma, me calmaría, pero solo fue algo de unos meses, era entretenido hablarle mal a los detenidos, robarles los teléfonos, dar hostias y disparar, pero poco a poco con los ascensos la acción fue reemplazada por el papeleo.
Poco a poco logré meterme en su mente, cambiando ciertas ideas, acciones, comentarios, sin que si quiera se dé cuenta.
Por eso es que solo con un pequeños impulsos logré hacer que Gustabo comience a comunicarse con los mecánicos, era más que obvio para mí que detrás de esa careta había una mafia lo suficientemente fuerte como para aprovecharme de ella.
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Provocador || Gustabo García
Teen Fiction" Entré en su mente buscando algo triste, y fue lo único que encontré.." - No te quiero cerca de él.