Hell. -33

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"Bésame en la boca y prendeme fuego"
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La tensión sexual del ambiente hacia que los pulmones de aquellos dos chicos apenas pudieran funcionar, era casi como ver un volcán colapsando, tantos besos desesperados, y sentimientos que podían por fin abandonar sus mentes.

Los dos esperaban este momento desde hace tanto tiempo que no se podían reprimir ante la sexualidad del otro.

Porque sus mentes eran un completo desastre, pero sus cuerpos sabían bien que querían, ellos se atraían, como si de dos polos opuestos se tratara, o del infierno y el cielo.

Pero aunque uno de los dos quería negarlo, ellos eran más parecidos de lo que pensaban, ambos con vidas complicadas, situaciones que los hicieron replantearse su humanidad, y cometer crímenes por sus seres queridos.

Ambos se cubrían tras la chapa de policía, pero eran más malos que buenos, y eso hacía que se atrajeran.

Ella no era la chica que necesitaba ayuda ni de coña, ella repartía hostias, todo aquel que se le ocurría hacer algo en su contra, no salía vivo.

Ella tenía poder, y eso era lo que el rubio necesitaba ante todo.

Porque sin que nadie se diera cuenta, algo en su interior estaba despertando.

Volviendo a la situación actual, en la que sus cuerpos estaban empapados de sudor y sus mentes embriagadas con los besos mutuos que se daban, rodeados de las escasas prendas de las que se habían despojado.

Cerré los ojos con fuerza, intentando contenerme de empujar su cabeza contra mi aún más, encerrando en el proceso aquella idea tan excitante de verla ahogándose con mi miembro.

Porque lo que ella estaba haciendo conmigo, definitivamente no era algo normal, ella estaba haciendo que todas las experiencias sexuales anteriores a estas se vean como un chiste.

Pero la realidad es que ella era diferente, ella es caliente, pareciera como si fuera una maldita bola de fuego que en cada momento pareciera estar a punto de explotar.

Abrí los ojos, sintiendo su mano subir y bajar por todo mi miembro, haciendo un excelente trabajo.

Con una sonrisa ladeada acomodé su cabello hacia un lado, facilitando que nuestras miradas se encuentren, cosa que no me facilitó en lo absoluto las ganas de girarla y adentrarme en ella tantas veces que termine llorando mi nombre.

Sin aguantarme mucho más agarré su cabello y empujé su cabeza hacia mí, haciendo que mi falo golpee su garganta.

Seguí guiando sus movimientos con mi mano un rato más, gozándome con sus arcadas, y como a pesar de que lo que yo hacía dificultaba su trabajo, seguía dando todo de sí para complacerme, eso era lo más excitante de todo esto.

Y en ese momento, la satisfacción de tener a aquella chica ruda, a mis pies, haciéndome la mejor mamada de mi vida, hizo que el cosquilleo en mi vientre aparezca, por lo que de un cinchón alejé su boca de mi pene.

Hilitos de baba unieron por unos segundos mi boca y su miembro, pero nuestras ganas de pasar a algo mayor eran tantas que ni protesté cuando sin cuidado tiró de mi cabello.

Inmediatamente se agachó ligeramente, para con la otra mano pasar su dedo por mis labios, llevándose con el todo rastro de su líquido pre seminal.

Con poco esfuerzo, y la sonrisa más incitante, abrió mis labios e introdujo uno de sus dedos, sin dejar de sostener mi cabeza.

La forma en que me miraba era lo que hacía que mi excitación aumentaba, él no me miraba con miedo, ni como si se creyera superior, el sabía que yo iba a dejarlo hacer lo que quiera conmigo.

Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora