¡Sorpresa!-28

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"Cuanto más perfecto luzca uno por fuera, más demonios tiene dentro." 

............

Los jadeos y suspiros acaloraban aquel apartado auto en la oscuridad, mientras que ambos chicos se devoraban mutuamente.

- Gus....- gimotee a la vez que el daba pequeñas mordidas en mi clavícula

Pasaba ambas manos por todo su cabello, dándole pequeños jalones de vez en cuando con la intención de escuchar aquellos excitantes gruñidos, que aumentaban con mis acciones.

Cerré los ojos mientras que elevaba mi mentón, disfrutando aquel momento al máximo.

Al abrir la ventana anteriormente ambos pudimos respirar mejor, ya que el calor se estaba volviendo sofocante para ambos.

Mi cadera no dejaba de moverse en pequeños círculos, haciendo mayor y menor presión sobre el ya tenso miembro del rubio, que seguramente le provocaba dolor.

Saqué mi mano de su cabeza, para pasarla a su pecho y empujarlo hacia atrás, haciendo que se apoye completamente en el cabecero.

Él tuvo la genial idea de bajar el asiento, haciendo mucho más cómoda la situación para ambos.

Me miraba con una sonrisa ladeada, sin quitar las manos de mis piernas.

- Hoy tengo el control yo Gustabin...- dije sensualmente, recorriendo todo su pecho con un dedo, provocándolo.

Su mandíbula se tensó, en conjunto con su agarre de mis piernas.

De pronto, e inesperadamente para mí, se sentó nuevamente, quedando con una separación de unos pocos centímetros entre su nariz y la mía.

Definitivamente la forma en que respiraba, el hecho de que su pecho subía y bajaba tan rápido, y que me miraba como si quisiera devorarme, no ayudó a mi confianza.

Su mano terminó en mi rostro, apretando mis mejillas con fuerza, haciendo que mi boca se abra.

- Te aseguro, que no va a haber un solo momento donde tú tengas el control linda.

Y así me soltó el rostro, haciendo retroceder un poco el mismo.

Sí, eso me había dejado absolutamente fascinada.

Entonces, el agarró mi mano y la llevó a su pantalón.

Con una sonrisa lo miré, para comenzar a abrir el mismo sin dejar de notar cada expresión de su rostro.

Su rostro al verme meter la mano en el pantalón, fue de completo alivio, y por lo que podía sentir, realmente no sabía cómo había aguantado todo este tiempo con esto allí adentro.

Al tocar su piel cerró los ojos, frunciendo el ceño y moviendo su rostro hacia un lado.

Complacida metí la mano debajo del bóxer, para sacar fuera aquello.

Los gruñidos roncos en conjunto con la mirada que ahora me daba, me hicieron pensar por qué no había hecho esto antes con él.

Su mano fue directa a mi pecho, apretando mis senos, para luego bajar con algo de brusquedad a mis pantalones.

Desabrochó los botones y metió sus dedos, comenzando a jugar con eso que me hacía delirar.

Ambos empezamos a suspirar más fuerte, a acelerar nuestros movimientos, y en mi caso, a dar pequeños sollozos combinados con gemidos, que lo estaban excitando totalmente.

Entonces, cuando nuestros movimientos estaban completamente en lo alto, y yo me permitía dejar la vergüenza atrás, gimiendo sin procurar nada.

Algo frio se apoyó en mi cien.

Cuando frené mis movimientos, Gustabo abrió los ojos, y pude ver perfectamente como pasaban de reflejar lujuria a completo terror.

Sabía perfectamente que era, pero no quien,

Pero Gustabo si sabía, ya que él lo estaba viendo.

- Saca el arma de ahí.- escupió mientras sacaba la mano de mi intimidad.

Respiré profundamente girando mi cabeza ligeramente, dándole a entender al atacante lo que iba a hacer.

Entonces, alguien rompió la ventana de detrás de Gustabo, y un arma larga apareció, apuntándole justo a la cabeza.

Llevé mi mano a su pecho, abandonando su miembro, alertándolo de lo que pasaba.

- Lamento arruinar su velada, pero es que no me gusta en lo absoluto esta mierda.

Y entonces pude saber quién era.

Lo que provocó que mi presión se bajara, y me quedara pasmada al ver quien era.

Sabía que algo estaba pasando con él.

Solo hizo más presión en mi frente, con una gran y aterradora sonrisa.

Levanté las manos y señale con la cabeza lo que iba a hacer, por lo que él se apartó.

Bajé del vehículo y continúo a mí el rubio.

- Armando que cojones es esto.- dije mientras que daba un vistazo a los alrededores, notando que detrás de nuestro coche había una camioneta, que no habíamos visto hasta ahora.

El, sin dejar de apuntarme, señaló al otro tipo que apartara a Gustabo un poco, para después acercarse a mí, poniendo el arma en mis labios, concentrado en ellos.

- Te dije que sabía perfectamente cuál era tu tipo, y luego de ver como Gustabin te salvaba, solo lo confirmé.

Sacó el arma de mis labios, para mover mi cabello hacia detrás de mi oreja con ella.

- Deberías entender lo que te conviene, yo empecé bien, te envié cartas, te regalé cosas, tal como se debe conquistar a una señorita- dijo deteniéndose un segundo- pero claro, eso no te bastó, así que aquí estamos, haciéndolo por las malas.

Mi respiración se entrecortó, y el miedo comenzaba a subir por mis venas.

Él era el que me enviaba cartas, el que me regaló aquel auto.

Sabía mi dirección.

¿Cómo no uní los cabos sueltos que había dejado?

- Estas cometiendo una locura, no podrás salvarte de esta mierda.

Mi mente viajaba con rapidez por todo mi entorno, pensando en la cantidad de policías en servicio, en si Jack a esta hora estaría en comisaria aun, en Horacio, ¿dónde estaba el de cresta?

Entonces mi mente llegó a Gustabo, y en cómo hacer para sacarlo de la ecuación lo más rápido posible, ya que este demente no quiere nada bueno con él.

Lo miré, tenía al hombre, que sin duda era más grande que él, rodeando su cuello con su antebrazo, y con el arma en su frente.

Un solo movimiento y lo borran.

Suspiré, sabiendo que hacer.

- Que es lo que quieres.

Entonces él sonrió, alejándose un poco de mí.

-Nos vamos entendiendo, primero que nada, vas a subirte a ese coche de ahí atrás.

Asentí en dirección al rubio, para que no se preocupara por mi cordura mental al aceptar aquella locura.

Entonces, con las manos aun arriba, me encaminé hacia la oscura camioneta, que tenía las puertas de atrás abiertas, esperando a que yo entre.

Aquel hombre no soltaba a Gustabo, a pesar de que ambos nos acercábamos a la camioneta.

- Deja a Gustabo irse, el no pinta nada aquí.- dije al subirme.

Él se sentó en el asiento de copiloto y miró en mi dirección.

- O si claro que lo dejará, pero no irse.

Entonces, ambos miramos hacia allí, y vimos como el asqueroso le dio un culatazo al rubio, noqueándolo al instante.

Supe que no tenía demasiado tiempo, por lo que saqué mi teléfono de mi bolsillo, entrando al chat de Jack, y enviándole mi ubicación en tiempo real.

Espero de verdad que el viejo no esté durmiendo.

Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora