Kintsukuroi. -18

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"Y aunque ella está entre lobos, los lobos saben que entre ellos hay una leona."

..............

Me removi incomoda por lo duro del fino colchón que había en la especie de cama.

Gustabo seguía en el suelo, mirando al techo, como si fuera algo que podría seguir viendo por horas y horas. 

Frustrada de esta situación me levante de la cama, caminando hacia la reja.

Intente sacar mi cabeza por la misma, pero como si alguien hubiera pensado en eso cuando las hicieron, el espacio era demasiado pequeño como para que mi cabeza lo atraviese.

Suspiré pesadamente y golpee ligeramente mi frente contra ella, cerrando los ojos en el proceso.

Ya me encontraba mejor, se podría decir que los efectos de aquellas pastillas ya estaban cediendo, permitiéndome pensar mejor, y sentir la gravedad de esta situación.

- Deja el drama ya cojones, que cuando los del próximo turno lleguen nos sacan de aquí.

Me giré para no darle la espalda, y dejé caer mi cuerpo por las barandillas, quedando en el suelo sentada, igual que el.

- Tengo hambre Gustabo, y definitivamente, el presupuesto del CNP en esos colchones, debería mejorar.

El sonrió y llevó su mirada hacia el mismo, como si estuviera recordando cosas.

- La primera vez que nos encerraron me tocó esta celda, en realidad, fue solo por algunas horas, pero parecía una puta tortura...- Contó

Alce las cejas por la forma en que lo decía.

- Cuantas veces te encerraron?

El frunció el ceño, y me miró fijamente.

- En los santos deben haber sido unas cinco veces, por estupideces mas que nada.

Sonreí e imagine que clase de delitos cometieron, sospecho que badulaques fallidos, o algún robo de auto estupido.

- ¿Por qué tu y Horacio siempre estan haciendo idioteces?

El ladeó la cabeza, sonriendo ante mi pregunta.

- Nos gusta divertirnos, no pudimos hacerlo por mucho tiempo, asi que ahora nos lo permitimos.

Me sorprendió que no tomara mi pregunta a mal.

Asenti lentamente, sin poder imaginarme a Horacio y el rubio siendo personas serias.

- Y dime tú Lexa, ¿tu vida fué complicada?

Mi mirada no se despegó del suelo por unos largos segundos, mientras pensaba que responder exactamente.

- Naci en una familia militar, toda la vida supe cual seria mi futuro, pero no me imaginaba las cosas horribles que pueden venir con el.

Ahora fue el quien asintió, cambiando expresión a una seria.

- Sabes, cuido a Horacio desde que tengo 10 años, es algo complicado, porque el siempre quiere arriesgarse, y vivir la vida, pero yo soy el que luego lo levanta cuando se cae.

Me moví quedando sentada a un lado de el, y puse mi mano sobre su rodilla, para que sintiera algo de apoyo.

- He tenido que dejar muchas cosas por el, tuvimos años en que encerio estuvimos jodidos economicamente, pero yo no podia negarle ciertas cosas a el, por lo que aveces le daba dinero que yo iba a usar para comer.

Frunci los labios y apreté su mano

- La vida en la milicia es una jodida mierda ¿sabes? no todo es como te lo pintan,  me han tocado jefes que me denigraban, y no me aceptaban para ciertos trabajos, a pesar de ser la mejor en el campo.

El me miró con una sonrisa, como si estuviera pensando algo sumamente gracioso.

- Te tocó la tipica historia de la chica increible que fue pisoteada por hombres eh.

Yo rei un poco ante su contestación, porque no se imaginaba cuanto.

- Se puede decir que si, pero solo al principio.

El no pareció entender, y a pesar de que habian cosas que no estaba preparada para decir en voz alta, le confesé.

- Te voy a contar algo que ni siquiera Jack sabe, de acuerdo? como alguien mas lo sepa, sabré que fuiste tu, y te mataré.- El asintió, tragando grueso.-  Hubieron años increibles, años en donde fui la teniente coronel mas joven, donde mis misiones eran exitosas, y todos me respetaban.

Agarré la tela de mi pantalon, tratando de desquitar allí mi ansiedad.

- Pero luego, me llamaron para algo complicado, habia una guerrilla, simplemente iba a ir allí como apoyo, mas que nada para lo estrategico, pero todo salió realmente mal.- mi respiración se aceleraba, sintiendome cada vez mas nerviosa-  Me secuestraron, e intentaban sacar información de mi lado, ya sabes, numero de personas, armas y tal; a pesar de que los primeros dias me aguantaba las palabras, las torturas fueron cada  vez mas fuertes.

Mi pecho se apretó por eso, haciendome sentir dolor. 

- ¿Sabes lo que es cuando sometes a alguien a un estado de muerte? - dije mirandolo, sintiendo una lagrima por mi mejilla, el solo apretó mi pierna un poco-  es cuando sometes a una persona a diferentes torturas casi mortales, la persona por dias cree que esta muerta, tu pecho quema, tu cabeza se siente como si fuera a explotar, y no puedes controlar tu cuerpo, literalmente eres un vegetal que sufre un infierno. 

El se tensó, y me abrazó, sentandome sobre el, acariciando mi cabeza. 

- Pasaste por el infierno, pero no quiere decir que seas un demonio Lexa, debes volar, tan alto como puedas, y alejarte de todos esos recuerdos.

Cerré los ojos, sintiendome profundamente segura con el.

Sabía que de cierta forma, el también se dedicaba a si mismo esas palabras, porque el tampoco tuvo una vida fácil.

Pasaron los minutos, y seguiamos en la misma posición, sintiendo nuestros corazones calmandose.

Moví mi cabeza, haciendo que el deje de tocarme el pelo, y me enderecé, quedando de frente a el.

Tenia los labios entreabiertos, y esos ojos azules me miraban con una intensidad de otro planeta, analizando cada facción de mi cara.

Llevó su mano a mi mejilla, y ladeó la cabeza.

- Me haces sentir, y no sé si eso es bueno.

Mordí mi labió y me acerqué a su oido.

- No me importa si es malo, puedo agregar uno mas a mi lista de pecados.

De un movimiento brusco y rápido, el acercó mi rostro al de el, uniendo nuestros deseosos labios.

Sin pensarlo mucho, mordi su labio inferior, sonriendo en el proceso. 

Agarró los cabellos de mi nuca juntandolos en un puño y tiró de el, alejandome de su rostro.

- Como vuelvas a hacer eso, voy a follarte aqui, y no es un buen lugar, a no ser que quieras hacer una maldita porno.

Un calor inmenso me recorrió toda la espalda al escuchar eso, y una sonrisa ladeada se mostró en mi rostro.



Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora