Drogas. -16

2.5K 281 148
                                    

"Algo tan bello como tú, entre la locura y el caos. " 

..................

 Como había terminado en esta situación era algo que no comprendía del todo.

Mis sentidos no estaban del todo alerta, pero la sonrisa de mi rostro no se borraba ni de coña.

Esto era, lo mas loco, y divertido, que había hecho en toda mi vida.

El auto se movía hacia todos lados, los bruscos giros de Horacio era lo mas inseguro, pero en ese momento, nos daba completamente igual.

Luego de que el rubio me propusiera que en algún momento saliéramos de fiesta, me quedé dando unas vueltas por el centro sin mucha idea que hacer, ya que no iba a ir como estúpida a buscar lo que sea que me haya dejado el secuestrador en aquella dirección, ni con la cantidad de drogas que tengo metidas ahora lo haría. 

Después de eso, Gustabo me envió un mensaje, comentándome de una fiesta clandestina en el norte, que fuera con el y los chicos, pero que no mencionara nada de esto a mi querido hermano.

Obviamente era algo que  de por si no iba a hacer, menos en las circunstancias en las que me encontraba actualmente.

La fiesta no era nada extraordinario, se podía decir que los únicos divertidos allí, eramos nosotros.

Y así fue, como luego de que los gallegos no tuvieran mejor idea que comprarle drogas a un completo extraño, nos encontrábamos 6 personas metidos en un auto de 4.

Horacio iba de piloto, a su lado Emilio, que fue el único con los cojones de subirse adelante, detrás, íbamos sentados, los dos primos, Gustabo, y yo.

Mi rostro cuando el dúo de primos se subieron detrás, y luego de ellos, Gustabo, fue de completa incomodidad. 

Me quedé parada por unos cuantos segundos, sin saber que hacer, pero como íbamos tan drogados, y con mucho apuro, el rubio no se lo pensó mucho al subirme encima de el.

Y bueno, aquí nos encontrábamos, dando vueltas buscando otra fiesta mas entretenida.

- Crestitas, voy a partirte la madre si no dejas de girar así.

Me reí mientras me aferraba aun mas a el asiento de delante, intentando tener algo que me ayude para estabilizarme.

- Calla joto, que eres un joto, que no te aguantas unas vueltitas! 

Miré con gracia a Horacio, que parecía como niño en navidad conduciendo así.

Me alegraba que fuera tan tarde que las calles estuvieran completamente vacías, porque sino, ya estaríamos muertos. 

La efusividad era algo que se notaba a kilómetros de nosotros, el auto parecía una puta discoteca, entre las luces de las ruedas, las luces de dentro, y la música. 

- En nuestro pueblo no se festejaba así de bien eh!

Rogelio llevaba una sonrisa gigantesca en el rostro, mientras bajaba la ventanilla y gritaba algunas incoherencias.

Todo se sentía increíblemente bien, como si todo tuviera que ser así siempre.

Por alguna razón empezó a sonar la pegadiza canción barbie girl, e instintivamente todos empezaron a cantarla, cosa que me sorprendió por completo.

Yo me movía al ritmo de la música, sin tener muy en cuenta del hecho de que estaba encima de Gustabo, que estaba demasiado callado.

Fruncí el ceño mirando hacia atrás, encontrando con que el chico estaba mirando por la ventana, con la mandíbula tensa. 

-¿ Y a ti que coño te pasa?

El alzó las cejas, y se demoró un rato en contestar.

Luego, con una sonrisa, se acomodo un poco, quedando su rostro mas cerca del mio.

- Estoy evitando concentrarme en tu trasero en mi entrepierna. 

Claramente, al no ser completamente yo, es decir, estar sumamente ebria, no pude reaccionar de la manera que me hubiera gustado. 

Por lo que, mi única respuesta hacia eso, fue largar una carcajada que llamó la atención de todos, y sin saber el motivo de ella, todos la siguieron, algunos atragantándose.

Sentí las manos de el rubio en mi cintura, moviéndome ligeramente hacia un lado de su cuerpo.

- Chicos, creo que tenemos un superproblema...

Segismundo dijo esto con un obvio tono de gracia, e incluso, casi estaba por descojonarse, llamando la atención de todos.

Habíamos entendido esa referencia a la perfección, por lo que, las 6 personas dentro del coche, miramos hacia atrás, encontrándonos, a un patrulla, y una motocicleta persiguiendonos.

Abrí muy fuerte los ojos, e intuitivamente, llevé mi mano hacia el hombro de Horacio, comenzando a golpearlo.

- Acelera esta mierda Horacio, que como nos agarren nos vamos a cagar-  grité apurandolo.

Aceleró lo máximo posible, y comenzó a intentar perder a la ley por las calles del centro de la ciudad.

Pude ver a Rogelio golpearse la cabeza contra el techo, y seguido de el yo, ya que la parte de atrás se elevó.

Luego de eso sentí los brazos de Gustabo rodearme la cintura, apegandome hacia su cuerpo, haciendo que fuera imposible que volviera a golpearme. 

- Gracias zorra. 

El se rió en mi oído, para luego mirar por la ventana, y apretarme aun mas.

Me llamó la atención este hecho, por lo que miré por la ventana, que estaba baja.

Mi mandíbula cayo casi hasta el suelo al ver la expresión de extrema molestia de jack al no solo reconocernos, sino, por verme en aquella posición con el rubio.

Con una sonrisa, llevé mi mano a el botón de la puerta, y comencé a subir la ventanilla, pensando que así el desaparecería.

Pero, por muchas drogas que haya consumido, aun seguía viendo a mi hermano allí, conduciendo a nuestro lado. 

- Horacio, mas vale que nos saques de esta.

Claro que nadie mas que yo escuchó el susurro de Gustabo, que parecía mas una suplica, que una exigencia.

El auto estaba dando todo de si, y nosotros dentro, ya estábamos sintiendo los efectos de los constantes giros y saltos.

Y como si una película cómica fuera, el tablero del vehículo comenzó a tintinear con color rojo, concretamente, la gasolina.

- No me jodas crestas que no llenaste el tanque!- Gritó Emilio, haciendo ademanes exagerados con los brazos, pero con una sonrisa en su rostro

El tablero tintineaba y hacia pequeños ruidos cada vez mas seguido, indicándonos que no teníamos mucho tiempo para perder a los otros.

La velocidad era cada vez menor, como nuestra esperanza de salir ilesos de estas.

Y de pronto, el vehículo se detuvo.

Dejándonos a un lado de la carretera.

La desesperación dentro del auto era gigante, todos gritábamos y nos movíamos, sin saber si bajarnos y correr por nuestras vidas, o simular que nada pasó.

- ¡Tengo un plan!- Gritó por encima Rogelio - Hay que hacernos los dormidos. 

Miré hacia atrás, los policías ya se estaban bajando de los vehículos y caminando hacia nosotros.

- Ahora! 

Golpee el brazo de Emilio y Horacio de un manotazo, y me tiré hacia atrás, cerrando los ojos con una sonrisa.

Mi cabeza quedó a un lado de la de Gustabo, y me acomodé hacia un lado.

Entreabrí un poco los ojos, porque la curiosidad de ver la expresión de mi hermano fue mayor.

Y con su entrecejo muy fruncido, golpeó la ventanilla, haciéndonos saltar en nuestro lugar a todos.

- Sé que están ahí dentro anormales, salid ahora.


Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora