Epílogo.

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 "Todo lo que nos dejaste. "

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Cinco años después...

Me dejé caer en el banco, mientras sacaba el cigarrillo del bolsillo de mi campera.

A mi lado, Jack no paraba de hablar sobre banalidades, por lo que no le estaba prestando ni una pizca de mi interés.

El ruido de las sirenas de una patrulla captó mi atención, provocando que busque con la mirada el automóvil.

En cuanto lo encontré centre mi mirada en él, no solo iba por encima de la velocidad estipulada, sino que varias veces estuvo a punto de chocar.

No estaba lo suficientemente cerca como para lograr leer la matricula, por lo que agarré mi celular lo más rápido posible, entrando a una radio en específico.

-Quiero que me digan quien cojones conduce como subnormal en las calles del centro, justo al lado de una maldita plaza de niños.

Todo se quedó callado, hasta que alguien encendió el micrófono.

-El oficial Wilson y yo estamos persiguiendo a una motocicleta en la zona centro, es posible que fuéramos nosotros.

Suspiré, acariciando mi cien, este par iba a matar a alguien.

-Bajen la maldita velocidad ahora, aunque estén en una persecución siguen siendo policías cojones.

Seguido de eso corté y dejé caer el celular en el banco, no era la primera vez en las últimas cuatro semanas que pasaba esto, pero por el momento se las dejaba pasar porque eran nuevos.

-Te queda bien el puesto.- comentó mi hermano, sonriéndome.

Rodee los ojos, mientras me perdía en mis pensamientos.

-¿No crees que fue un error?

El frunció el ceño, para agarrarme del cabello, girando mi rostro, haciendo que lo mire directo a los ojos.

-Haberte dado el puesto de intendenta es lo mejor que pude hacer por esta ciudad.

Sonreí de lado, para luego golpear su brazo con delicadeza, este último tiempo había estado comportándose como todo un viejo sentimental.

-Todavía no entiendo como Volkov no se cabreó contigo, todos esperaban que él te reemplazara.

Chasqueó la lengua, fijando su vista en algún punto de la plaza.

-Después de todo lo que sucedió Horacio le pidió que se quedara en el FBI con él, llevan mejor la convivencia trabajando juntos.

Asentí, era cierto que el de cresta no quiso saber nada con volver al CNP, ni siquiera me dejó terminar de proponérselo en su momento.

Era extraño entrar a comisaría y no encontrarlos por ningún lado.

No escuchar sus gritos, insultos, no ver su ropa tirada por los vestuarios, ni ver aquellos coches con tan características matriculas.

Eso era algo que nos había costado demasiado, sacar la maldita matrícula del coche patrulla.

El grito de un niño hizo que mis pelos se pusieran de punta, sacándome de mis pensamientos, alarmada me fijé si algo había ocurrido, pero solo había sido un niño al caerse de un juego.

Luego de revisar el resto de juegos y localizar aquella rubia cabellera, me relajé.

-Jamás pensé que algo así fuera a pasar.

Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora